La activista estadounidense emplaza a reconocer en la perspectiva de las personas trans un aporte valioso para enfrentar la crisis ecológica, el auge de los gobiernos autoritarios y de los fundamentalismos.

Fuente (editada): PIKARA MAGAZINE | Mag de Santo, Valentina Stutzin y Duen Sacchi | 29 SEP 2021

Susan Stryker fue una persona fundamental en la creación de los estudios trans, un campo que logró independizarse de los estudios de mujeres gracias a los más de 25 años de imprescindibles esfuerzos de esta activista trans lesbiana. Historiadora, artista y editora de la revista TSQ: Transgender Studies Quarterly, a su paso por el España nos cedió un buen tiempo de conversación, en el que se refirió a su libro Historia de lo trans, recientemente editado en castellano. Nos habló sobre la perspectiva trans como un aporte fundamental para enfrentar la crisis ecológica y los gobiernos de derechas, sobre esa monstruosidad no humana que guarda un futuro para nosotres, sobre el feminismo transexcluyente y sobre la necesidad de escucharnos para establecer políticas profundas de transformación. En sus charlas, demuestra que “lo que vemos a través de las lentes trans es valioso también para otras personas”.

M: ¿Cómo se vincula la crisis ecológica y el auge de la derecha neofascista con los temas trans?
Bueno, lo más evidente es que solo por vivir como persona trans y caminar por la calle necesitamos políticas antifascistas. Pero, por otro lado, la cuestión de la crisis ecológica está provocada por seres humanos, vivimos en el Antropoceno, y los humanos han cambiado el planeta en formas que no nos permitirán sobrevivir. Las personas trans usualmente hemos sido nombradas como no humanas, hemos sido abyectas, literalmente hemos sido convertidas en monstruos. Mi posición siempre ha sido que esto no es algo malo, ¿sabes? Quizás duela, pueda herir, o hacerte sentir en peligro: tu vida se vuelve más precaria al estar fuera de la comunidad humana. Pero necesitamos humanos diferentes. El potencial de lo monstruoso de las vidas trans como una forma vivible no humana o posthumana es valioso, es una cosa muy buena. Nosotres como personas trans hemos descubierto en la búsqueda por sobrevivir que la transformación profunda es posible, que podemos hacer cosas que nos transformen y que transformen nuestro mundo. Esto es algo muy importante en este momento de la historia: podemos dar testimonio a otras personas de que esta es una capacidad para juntes alcanzar un nuevo sentido de lo que la sociedad puede ser. En este momento, tenemos que resistir al fascismo y lidiar con que estamos en una catástrofe ecológica. Para sentar las bases de nuestro futuro de forma realista, tenemos que reconocer las diferencias que tengamos y usarlas como una forma para transformarlo todo.

D: Estaba pensando que te conocimos a través de un texto muy viejo tuyo sobre lo monstruoso…
Oh, el de Frankenstein [1].

D: Sí, fue la primera vez que pude relacionar mi propia autobiografía como persona trans con la monstruosidad y la literatura. Leer ese artículo en su momento fue difícil, podría decir que me dolió. Era como un espejo, un espejo extraño porque no te conocía y no pertenecíamos al mismo contexto. La primera vez que lo leí sentía una rabia inarticulada, el texto mismo me hizo comprender algo de lo que sentía, expresa muy bien la rabia trans. ¿Qué piensas ahora de este texto? ¿Qué piensas sobre la rabia trans en general? Especialmente en la afirmación “no estamos en la naturaleza”.
No estamos en “esa” naturaleza, o también, estamos en la naturaleza porque la naturaleza es otra al estar nosotres en ella. No sé muy bien qué decir sobre la rabia, ¿sabes? En general no estoy llena de rabia, soy una persona tranquila. Aun así, todas las microagresiones que enfrentas, la violencia estructural que puede matarte por ser trans, la incomprensión de tanta gente acerca de quién eres y lo que haces, el hecho de que sea tan difícil para algunas personas solamente percibirte, es como… ¡Pum, pum! Un infierno. Muchas veces pienso en la famosa obra de teatro norteamericana sobre la raza, A Raisin in the sun. Hay un pasaje que dice que experimentar racismo es como una pasa de uva bajo el sol: te quemará y, pafff, explotará como una bomba atómica. También pienso en la primera época de los feminismos lesbianos cisgénero, en los años 60 y principios de los 70. Ellas decían que lo lesbiano es la rabia de todas las mujeres condensada al punto de una explosión. Siento esto mismo para las cuestiones trans, es parte de lo que estaba pensado cuando escribí aquel artículo sobre la rabia trans. Quería hablar específicamente del tipo de violencia de la experiencia trans: estar totalmente fuera de las categorías, ser incomprensible para el mundo cis. La rabia trans tiene que ver con la asunción de que las personas cis tienen un género natural. La asunción de que lo cis está en orden de lo natural y de que lo trans está fuera de ese orden y es no natural. Articular esta rabia es decir: “¡Sí, nuestra presencia en el mundo transforma las cosas y no tengo que estar en conexión con la naturaleza de la forma que tú piensas”.

M: En tu libro hablas de la historia trans a partir del siglo XIX con documentos gubernamentales, luego de la década de 1920 con los procesos en las clínicas, de los años 70 y 80 con los discursos del feminismo radical, y ahora en el siglo XXI con la hipervisibilidad y los archivos de internet. Son acervos documentales muy distintos para pensar la vida de las personas trans y asumo que esto supone una posición metodológica distinta. ¿Cuál es tu relación con los archivos para acceder al pasado trans?
Me gusta decir que mi estilo de hacer escritura académica es ecléctico, mezclo diferentes tipos de textos deliberadamente porque no pienso que ninguna de estas aproximaciones pueda decirnos todo lo que necesitamos saber. El siglo XIX es el periodo en el que la diversidad genérica y sexual se medicaliza y se psiquiatriza. En cambio, quizás ahora lo más importante es qué pasa en las redes sociales. También pienso que hay que ser interdisciplinaria y mezclar distintas cajas de herramientas. Otra cuestión sobre historiadores y archivos es cómo puedes entender el pasado trans cuando es una noción contemporánea y solo presente en algunos contextos. En cierto punto puedes hacer la historia de lo trans y en cierto punto solo puedes hacer la genealogía de lo que lo trans es ahora. Desde el presente puedes tomar estas lentes trans, esta perspectiva, y mirar el mundo y el pasado a través de ellas. Verás cosas que otra gente no ha visto, notarás algo a través del tiempo que resuena en el presente y entonces lo estudias.

M: A propósito de la violencia, quería preguntarte también sobre el nuevo auge de las mujeres lesbianas cisgénero que sostienen un feminismo radical trans excluyente [TERF, por sus siglas en inglés]. En tu libro eres muy crítica, pero también muestras cierta comprensión y acercamiento.
Estoy sorprendida por el resurgimiento de los feminismos TERF. Pensé que estas ideas desaparecerían porque las personas saben más sobre lo trans. Para mí es muy decepcionante y preocupante, pero siempre ha habido feministas que quieren aliarse con el Estado. No sé en la historia europea o en la historia latinoamericana, pero en Estados Unidos siempre hubo feminismos que eran policías del puritanismo: contra el trabajo sexual, contra el porno, contra las personas trans. Este feminismo está listo para meterse en la cama con el Estado y usar sus poderes para reforzar una moralidad y para salvar a las mujeres de las cosas que puedan herirlas. Y esto se vuelve un problema grave ahora mismo con la conceptualización de la ideología de género, que une ciertos feminismos liberales con movimientos políticos reaccionarios y algunos fundamentalismos religiosos de manera transnacional. En Europa del Este, África o Latinoamérica se presenta la llamada ideología de género como algo importado del Norte que atenta contra los valores tradicionales. Líderes autoritarios como [Jair] Bolsonaro en Brasil, Viktor Orbán en Hungría o [Donald] Trump en Estados Unidos toman esta ideología del género para conjugar un nuevo tipo de políticas racistas y nacionalistas que son mortales para personas queer y trans, personas de color y migrantes. Por eso se requieren unas nuevas políticas de coalición entre quienes estamos al otro lado, para luchar contra estas perniciosas ideas que se están propagando y que hacen que nuestros enemigos se alíen entre sí. Nosotres no estamos aliándonos como movimiento de oposición y eso es algo vital.

V: No es solo Bolsonaro, también hay feminismos de izquierdas que están diciendo que las políticas feministas queer son neoliberales, gringas, importadas.
Creo que es una cuestión complicada. El capitalismo trata de gobernar las políticas de identidad emergentes para autorreproducirse a sí mismo y robar posibles formas revolucionarias. Hay algo de las identidades políticas que no nos permite avanzar. Por otro lado, porque vivimos en lo que Foucault llamó “sociedad biopolítica”, nuestra vida fluye por las categorías que son posibles para nosotres, entre las categorías con las que nos identificamos y contra las que luchamos. Son categorías usadas por el Estado para asentar a la población en un territorio y para gobernar la vida según sus propósitos. Y, por cierto, las políticas de izquierdas son inútiles porque no lidian con temas trans y queer.

D: Muchas veces también se nos acusa a las personas trans de sostener el binarismo de género. En el caso argentino hubo un debate profundo con la Ley de Identidad de Género.
Conozco a Mauro Cabral y la Ley de Identidad de Género argentina. Es un buen ejemplo de cómo personas trans e intersex dirigieron un cambio provechoso para todes, un gran trabajo de despatologización que creó oportunidades para autonombrarse y más espacio para que la gente viva con menos violencia. La cuestión sobre el binarismo es compleja. La sociedad está actualmente organizada así y poner en cuestión su binarismo es una lucha muy, muy profunda. Yo creo que primero hay que tomar la oportunidad para moverse con libertad entre o a través de las categorías binarias, experimentar esa posibilidad, y luego luchar para tirar abajo ese binarismo.

D: Esa conversación más profunda que comentabas, ¿la ves posible en el marco de relaciones neocoloniales?
Creo que todes tenemos que estar dispuestes a escuchar a través de nuestras diferencias, creo que todes necesitamos ser desafiades en formas que nos sirvan para cambiar nuestras posiciones, necesitamos estas confrontaciones con las personas con quienes queremos hacer alianzas. No es tiempo para corrección política ni para esquivar las dificultades. Tenemos la posibilidad de decir lo que realmente está en juego para cada quien. En Estados Unidos estoy muy poco esperanzada, pero estoy orgullosa de que Alexandria Ocasio-Cortez, una joven socialista del Bronx en Nueva York, esté promoviendo lo que llama el “nuevo pacto verde”, una propuesta comparable al esfuerzo que llevó a Estados Unidos a salir de la Gran Depresión y a ganar la segunda guerra mundial. Bueno, tenemos que tener una respuesta social a esa escala que dirija el tipo de cambio que se necesita movilizar para contrarrestar la catástrofe ecológica, tenemos que perder el miedo a decir la palabra “socialismo”, tenemos que decir en qué aspectos de la economía el Gobierno debería intervenir y dejarnos de las tonterías del libre mercado. Ella está diciéndolo, es una persona de color, está con las personas trans y queer, es feminista y es una de las políticas más visibles en Estados Unidos ahora. Ésta es realmente una generación de transformaciones, necesitamos más gente de este tipo, no a liberales como Hillary Clinton o Barack Obama. Necesitamos que digan lo que pasará, lo que realmente quieren, lo que realmente creen, y no lo que calculan que contentará a los mercados ni lo que dará más votos, según un grupo de testeo. Necesitamos vivir la política necesaria para sobrevivir.

[1] “Mis palabras a Víctor Frankenstein desde el Pueblo de Chamonix: Escenificando la Ira Transgénero*” traducido por Lucas Platero, publicado en la antología de textos de los estudios trans norteamericanos Políticas trans, editado por Pol Galofre y Miquel Missé (Egales).