La convocatoria mayoritaria en Madrid, que ha contado con la asistencia de unas 100.000 personas según los datos provisionales, recupera el pulso de la calle con un llamamiento a una lucha por las mujeres transversal, transinclusivo, antirracista y antifascista.

 

Fuente (editada): EL SALTO | Laura L. Ruiz | 8 MAR 2022

“Las feministas tenemos un plan: vamos a cambiar el sistema”, así arranca el manifiesto de la Comisión del 8M que organiza la manifestación mayoritaria en el Día de la Mujer de 2022. Un colectivo, que en los últimos 40 años ha organizado las marchas que han recorrido el centro en este día y que fraguó las huelgas feministas, pero que en esta ocasión se ha encontrado con otra propuesta de manifestación a la misma hora y con un recorrido muy próximo.

 

 

Salvando las diferencias, el manifiesto de este año y los lemas de la Comisión del 8M se centran en las violencias transversales que atraviesan a las mujeres. Identifica en el patriarcado, el capitalismo, el colonialismo y el extractivismo las causas de esta desigualdad y esta violencia. “La lucha feminista que nos reúne hoy nos enseña a reconocer los gestos que sostienen el mundo, a reconocer la vulnerabilidad, la ternura y la interdependencia, a defender una igualdad radical que no acepta que haya unas vidas menos válidas que otras. Nos da una mirada política que identifica en el patriarcado, el capitalismo, el colonialismo y el extractivismo las causas de esta desigualdad y esta violencia. Nosotras vamos a cambiarlo todo”.

Esto se ha visto reflejado en todo el recorrido, con presencia de las mujeres trabajadoras del hogar, recordando las recientes victorias de las compañeras en Colombia y en Argentina por el derecho al aborto o reivindicando que la violencia de género sigue matando. Según datos provisionales de la organización, más de 100.000 personas se han unido a una marcha que califican como éxito, pese a la ausencias de muchas activistas que aún no quieren participar en eventos multitudinarios por el covid. Casi dos horas han tardado en recorrer el espacio entre la Rotonda de Atocha, de donde ha partido la marcha, hasta llegar a su final, la Plaza de Colón. Un espacio, que según se ha recordado en el escenario del final, ha sido epicentro en los últimos años de múltiples convocatorias de la derecha española y que el feminismo quiere recuperar.

Imagen de la manifestación de la Comisión 8M en Madrid. ELVIRA MEGÍAS

Imagen de la manifestación de la Comisión 8M en Madrid. ELVIRA MEGÍAS

“Les gusta venir porque esta plaza es el símbolo de todas las violencias que nos atraviesan, el corazón de ese sistema que nosotras queremos cambiar”, han denunciado en Colón, en referencia al “expolio, el esclavismo y el colonialismo racista y patriarcal que se prolonga hasta nuestros días”. Por eso, han querido reivindicar el espacio como “feministas antirracistas, decoloniales, ecofeministas, transinclusivas. Nosotras las mujeres racializadas, precarias, disidentes, diversas”. “La plaza de Colon será hoy ya para nosotras la Plaza de la Revolución feminista”, han anunciado. Poco después de terminar de leer el manifiesto final, la policía ha intervenido al estar increpando a las manifestantes dos hombres relacionados, según la organización, con Vox y la extrema derecha.

 

 

La guerra en Ucrania también ha estado presente, para apoyar a las mujeres que la sufren, también a las mujeres rusas que quieren pararla, a las saharauis, las kurdas, las afganas o las palestinas.

Las mujeres migrantes y racializadas han tenido un protagonismo especial, ya que el feminismo empuja la lucha por la regularización de su estado burocrático en el país. De ahí la campaña #ILPRegularizaciónYa, que recogía firmas en la marcha, la exigencia de acabar con los CIE y las numerosas proclamas que han exigido “papeles para todas o papeles para ninguna”. También lo ha recordado el lema en cabecera, que en esta ocasión ha sido ‘Derechos para todas, todos los días. Aquí estamos las feministas’. Dentro de ese ‘Derechos para todas’ también están las más precarias, como son las trabajadoras domésticas, las limpiadoras y las eventuales. Mujeres que muchas veces están contratadas por menos horas de las que hacen, fuera del régimen general como es el trabajo doméstico, que fueron declaradas esenciales en la pandemia pero sus derechos no y que en un gran porcentaje son migrantes.