Jackie Shane fue una cantante soul estadounidense que durante toda su vida luchó por defender sus derechos como mujer negra trans.

Fuente (editada): AGENTE PROVOCADOR | Eduardo Bravo | May 19, 2020

En abril de 1966, James Brown lanzó It’s A Man’s Man’s Man’s World, una canción que pronto se convertiría en un clásico de su repertorio. En ella, el «padrino del soul» hablaba de lo dura que es la vida para el género masculino. Una existencia tortuosa que solo resulta llevadera porque existen las mujeres, esas criaturas que, en palabras de Brown, no han inventado los trenes, ni los coches, ni los barcos o la luz eléctrica, pero que acompañan a los hombres en esos duros procesos creativos. No hay que hacer un análisis profundo para comprender que para James Brown, para la sociedad de los 60 y para el mundo del espectáculo de la época las mujeres eran poco menos que elementos ornamentales.

Jackie Shane, la estrella trans del soul

Mucho antes de que Brown lanzase esa canción, la artista soul Jackie Shane ya había llegado a esa conclusión porque, además de ser una mujer en el mundo del espectáculo de los años sesenta, ella era una mujer trans afroamericana.

«El mundo del espectáculo era duro. Las mujeres no eran respetadas en la música. Si yo lo conseguí fue porque trabajé muy duro y no di razones para que me criticasen por una cosa o por otra. Me subí al escenario y trabajé noche tras noche, día tras día, y eso hizo que la gente de la industria me tuviera el respeto que merecía», relataba Jackie Shane a principios de 2019.

Jackie Shane, la estrella trans del soul

Convocada por el ejército de su país para incorporarse al servicio militar, Jackie Shane se presentó en la oficina de reclutamiento «siendo ella misma» para demostrarles a las autoridades que «ni su ejército era para Jackie ni Jackie era para su ejército».

Jackie Shane había nacido el 15 de mayo de 1940 en Nashville, Tennessee, uno de los estados del Sur de Estados Unidos en los que regían las leyes Jim Crow. Unas normas sobre segregación racial promulgadas a finales del siglo XIX y que estuvieron vigentes hasta el año 1965. Para entonces, Jackie Shane llevaba ya varios años fuera de su país de nacimiento. Harta de abusos, desprecios y racismo, había decidido instalarse en Toronto, donde el público era más respetuoso con les artistas negres y no tenía que dar explicaciones sobre su sexo, como le había sucedido en Estados Unidos cuando, por ejemplo, fue reclutada por el Ejército de su país.

«No tenía ningún interés en ir, pero me presenté con la hermana de mi madre y, desde el primer momento, supimos que les íbamos a poner su mundo patas arriba. Me presenté siendo yo misma, entré en la oficina, les mostré la carta que me habían enviado y se hicieron una idea de cómo iba a ser la cosa si me uniese al ejército. No sabían qué pensar. Cuando salimos de allí entre risas, ellos nos espiaban por el rabillo del ojo. Al final les hice saber que ni su ejército era para Jackie ni Jackie era para su ejército».

En Canadá, Jackie recibió el reconocimiento y cariño que merecía como artista gracias a sus versiones de temas clásicos del rhythm and blues y el soul como Walking the dog, Money (That’s what I want), Sticks and Stones –uno de cuyos versos, «Sticks and stones may break my bones / But talk don’t bother me» parecía una descripción de lo que había pasado en su país de origen– o el que sería su gran éxito, Any Other Way. Esta composición de William Bell contenía también tenía unas estrofas que, en boca de Shane, adquirían un doble sentido y hacían que la alegría de haberse liberado de una relación sentimental se confundiera con la libertad de disfrutar de la opción sexual de cada uno:

She wants to know how I feel
Tell her that I’m happy
Tell her that I’m gay
Tell her I wouldn’t have it
Any other way

 

 

En Canadá, Jackie Shane se presentaba habitualmente en los clubes de Toronto, donde era famosa por lo electrizante de sus actuaciones, una de las cuales fue registrada en 1967 en el disco Jackie Shane Live! En dicha grabación se le puede escuchar poseída por lo que llamó The Spirit, una especie de trance que ni siquiera ella era capaz de explicar con demasiado detalle.

«Nadie puede. Si fueras afroamericane sería como regresar a tus raíces, a tu gente, a cómo vivían. Cuando bailas y cantas no solo estas emitiendo sonidos, estás inmerso en algo que no puedes explicar a nadie. Es a eso es a lo que llamamos soul. Es una sensación que te posee y surge The Spirit. He visto gente con The Spirit durante horas. No se cansan, sencillamente, se dejan llevar. Cuando eso llena la sala, se convierte en una experiencia maravillosa».

 

 

A pesar de residir en Canadá, gracias a sus discos, algunos de ellos publicados en los prestigiosos sellos Sue y Modern, Jackie Shane seguía siendo popular en Estados Unidos. De hecho, en varias ocasiones fue reclamada desde emisoras y televisiones de su país para actuar en programas tan prestigiosos como el Ed Sullivan Show. Sin embargo, prefirió declinar la invitación desde el momento en que les responsables de la cadena CBS le exigieron que no apareciera con aspecto femenino.

 

 

Actitudes como esa fueron las que provocaron que Jackie Shane no regresase a su país hasta principios de los 70. Cuando lo hizo, no fue tanto por decisión propia sino para cuidar a su madre enferma. Una situación familiar complicada, que también le obligó a rechazar una oferta del mismísimo George Clinton para que se incorporase a la banda Funkadelic.

Fallecida su madre, la artista pasó sus últimos años en Nashville (Tennessee), ciudad en la que volvió a disfrutar del éxito y el cariño del público gracias a la reedición de sus grabaciones realizada por el sello Numero Group que llegó a estar nominado a los premios Grammy. Aunque finalmente no ganó, Jackie Shane se mostró emocionada por la candidatura: «Soy humilde y creo que es asombroso ver cómo se puede homenajear a alguien después de tantos años. Las cosas buenas suceden a aquellas personas que esperan pacientemente». Un bonito broche para una vida que se apagó el 21 de febrero de febrero de 2019.