La serie de Los Javis, repleta de buenas ideas, explora la nostalgia como un caramelo envenenado y apuesta por los márgenes desde una perspectiva integradora
Fuente (editada): elPeriódico | Beatriz Martínez | 29/03/2020
En su corta pero fulgurante carrera en la ficción cinematográfica y televisiva (‘La llamada’ y ‘Paquita Salas’), Javier Ambrossi y Javier Calvo, Los Javis, han conseguido crear un sello autoral intransferible utilizando los códigos del costumbrismo cutreluxe español mezclado con un cóctel de referencias procedentes de la cultura popular y millennial, y atravesado por una capacidad desbordante para componer a través del gag una batería de memes.
Veneno ★★★★
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Detrás de sus historias, además, encontramos una reflexión en torno al éxito y al fracaso, a la épica cotidiana de les perdedores y su supervivencia, a todo aquello que esconde la máscara de la fama y la trastienda de ‘show-bussines’.
También han articulado su discurso en torno a la identidad, a lo que supone ser fiel a une misme y las renuncias que ello implica. Por eso, no resulta extraño que, más allá del fetichismo ‘trash‘, se interesaran por la figura de Cristina Ortiz, alias La Veneno, símbolo del orgullo transexual en los años 90, pero también un ejemplo claro de fagocitación catódica que demuestra el lado más oscuro de la creación de iconos de la telebasura para su explotación indiscriminada y posterior destrucción.
La pareja de directores se basa en el libro de memorias de La Veneno (‘¡Digo! Ni puta ni santa’), escrito por Valeria Vegas, que además se convierte en uno de los engranajes clave de la historia a través de su propio proceso de tránsito y su reivindicación a la hora de encontrar referentes que aporten una legitimidad social a los colectivos más estigmatizados.
Quizás por eso, el capítulo inicial de la serie (‘La noche que cruzamos el Mississippi’) se estructura alrededor de la teoría que propuso Elisabeth Noelle-Neumann en ‘La espiral del silencio. Opinión pública: nuestra piel social’, que plantea de qué manera los medios de comunicación juegan un papel fundamental a la hora de configurar un pensamiento predominante mientras que las posiciones minoritarias permanecen enmudecidas. Algo que le sirve a los Javis para introducirnos en la trastienda del programa de Pepe Navarro a través de la reportera y madre soltera Faela (una prodigiosa Lola Dueñas) que, en su búsqueda desesperada por no perder su trabajo, encontrará a La Veneno en el Parque del Oeste y la convertirá en una estrella casi por casualidad.
Es ‘Veneno’ una serie en la que Los Javis demuestran su madurez como creadores. Componen una estructura ambiciosa que bascula entre dos tiempos a través de una tupida red de personajes (los aciertos de casting resultan deslumbrantes, e incluyen portentos naturales como Paca la Piraña) que nos introducen en esta historia de luces y sombras en la que por encima de todo hay amor y respeto hacia sus criaturas. Es cierto que chirrían algunos diálogos un tanto impostados (la metáfora del ‘Snake’) o su necesidad de subrayar el discurso a través algunos recursos (la carta final) un tanto efectistas y ampulosos, pero por lo demás, ‘Veneno’ está llena de buenas ideas y su primer episodio supone una magnífica carta de presentación para una serie que explora la nostalgia como un caramelo envenenado y apuesta por los márgenes desde una perspectiva integradora.