La activista Mar Cambrollé advierte de la «exclusión laboral» que sufre el colectivo y califica de bulo «el borrado jurídico» que critican algunas mujeres
Fuente (editada): THE OBJECTIVE | Fran Serrato | 27 MAR 2022
Las personas trans no necesitamos ser visibles, ya lo somos. Eso ha supuesto un peaje muy alto. Por esa visibilidad nos han negado trabajos, alquileres y atención sanitaria. Lo que necesitamos es protección y medidas equitativas del Estado», reconoce Mar Cambrollé, presidenta de la Plataforma Trans. La activista recuerda que en 2005 «la derecha más rancia» sacó a la calle a más de un millón de personas contra el matrimonio igualitario sin que el Gobierno reculara. Ahora, sostiene, «Un grupo de feministas que no llena un autobús no va a poder tumbar la ley trans».
El pasado 31 de marzo se conmemoró el Día Internacional de la Visibilidad Trans. Este año las circunstancias que lo rodean son un tanto especiales. El colectivo trans se queja del retraso en la aprobación de la ley que debe ampararles. El anteproyecto fue aprobado por el Consejo de Ministros el 29 de junio, pero no fue enviado a los organismos públicos que lo evalúan hasta finales de año. Aún sigue varado en el Consejo General del Poder Judicial (CGPJ), situación que han denunciado algunas asociaciones.
Urge a aprobar la ley trans
El anteproyecto incluye la libre autodeterminación de la identidad sexual, un asunto que ha soliviantado a parte del feminismo. Incluso dividió a los socios de Gobierno, lo que retrasó su aprobación en el Consejo de Ministros. El cisma acabó con la salida de la vicepresidenta Carmen Calvo del Ejecutivo en julio. Sin embargo, su marcha no zanjó la polémica. El feminismo sigue desunido, tal y como se demostró el 8 de marzo, cuando acudió por separado a las manifestaciones por el Día de la Mujer.
Muchas dirigentes del PSOE se alejan de la llamada teoría queer al considerar que despatologizar el cambio de sexo supone una afrenta. Creen que el «borrado jurídico» de la mujer puede ser un problema que eche por tierra todos los logros del feminismo clásico. Cambrollé, de 64 años, lo califica de bulo. «Cuando dicen que las trans van a entrar en cárceles de mujeres para violarlas es obsceno y perverso». La histórica activista recuerda que Instituciones Penitenciarias ya permite esa posibilidad desde 2006.
«Las mujeres trans no somos un peligro; estamos en peligro», reconoce Cambrollé a THE OBJECTIVE. Hace alusión a diferentes estudios que alertan de que los discursos de odio han crecido un 40%. Las personas del colectivo que representa son quienes más lo sufren. «Los discursos son la antesala del delito. Quienes más lo denuncian son gais, seguidos muy lejos por las lesbianas. Muy atrás aparecen las personas trans, que desconfían de los cuerpos de seguridad».
Cambrollé no pone en duda la profesionalidad de les agentes, pero reconoce que sería conveniente que tuviesen una formación adecuada para que mejorara el trato que reciben las personas trans. Un colectivo vulnerable en su opinión. Por eso considera tan importante que se apruebe una ley específica. «Según la Organización Internacional del Trabajo, sufrimos una extrema exclusión laboral. Es una responsabilidad del Estado».
Un apartheid laboral
Pocas voces tan autorizadas para hablar del problema como la de esta activista, que lleva más de cuatro décadas liderando la lucha. Cuenta que, hace una década, el 80% de las adolescentes trans tenían cerradas las puertas laborales, sufrían un apartheid laboral. «No les quedaba más remedio que ejercer la prostitución para sobrevivir. Hoy eso ha cambiado. Ahora el 80% de esas personas está en la universidad. Y eso es un mérito de la sociedad, que va por delante de la política», indica Cambrollé.
En la última década, las leyes autonómicas han hecho posible un cambio social y cultural. Hoy, 14 regiones cuentan con leyes trans (todas excepto Asturias, Castilla y León y Castilla-La Mancha, que la está tramitando). «Las familias nos aceptan y nos aman como somos. No te echan de casa. En mi época había destierro familiar», rememora. Relata que entonces no se podía estudiar porque «éramos diana de abusos, vejaciones y violencia». Ahora, afortunadamente, existen protocolos que «nos libran del bullying».
Cambrollé es una de las precursoras de la ley trans en Andalucía, una norma pionera que el Parlamento regional apoyó por unanimidad en 2014. «Fue el primer texto jurídico en Europa que despatologizaba las identidades trans y reconocía la autodeterminación de género. A partir de ese momento, las trans andaluzas dejaron de tener que avalar su identidad con informes psicológicos ni médicos», se felicita.
El reconocimiento llegó dos años después de que la Asociación Americana de Psiquiatría (APA) lo dejara de considerar una enfermedad mental y uno antes de que el Consejo Europeo recomendara desarrollar procedimientos fundamentados en la autodeterminación del género para el cambio de sexo en los documentos de identidad. «Todas las organizaciones internacionales están gritando al mundo que se acabe con la discriminación». E insiste: «La identidad es inherente a la persona porque le permite ser libre».
«Un discurso antitrans»
La activista afirma que las recomendaciones de estos organismos chocan frontalmente con la postura de una parte «minúscula» de la sociedad. Habla de las denominadas feministas clásicas, que creen que la autodeterminación de género puede suponer un problema. «Estas mujeres están desconectadas de la sociedad. Me parece que hacen un uso perverso del feminismo. Esconden detrás un discurso antitrans».
«Un grupo de feministas que no llena un autobús no va a poder tumbar la ley trans», insiste Cambrollé. La activista sevillana apremia a aprobar la normativa: «No hacerlo sería una irresponsabilidad del PSOE. Hay un gran consenso político y social. Espero que no nos dejen en manos de la ultraderecha». Especialmente dura se muestra con la exvicepresidenta Carmen Calvo, que hace unas semanas afirmó en una entrevista que la autodeterminación de género no existe y que no cabe en la legislación de ningún país.
Cambrollé toma aire y dispara: «No sé si Calvo miente por interés o por ignorancia. Ambas cosas me parecen igual de graves». El Consejo de Europa adoptó en enero las resoluciones realizadas por el parlamentario belga Fourat Ben Chikha sobre la violación de derechos LGTBI. En el apartado 51 se hace una referencia expresa al «discurso antitrans» de la exvicepresidenta del Gobierno, que llegó a afirmar que la autodeterminación de género ponía «en riesgo» la identidad de 47 millones de españoles.
«No queremos más que la igualdad, pero tampoco menos», afirma la presidenta de la Plataforma Trans. Pide más visibilidad mediática para el colectivo, como ya ocurre en Argentina, donde «el informativo de mediodía tiene una presentadora trans». En otros países de Latinoamérica, explica, el colectivo forma parte de todo el espectro político y cuenta con cargos en las instituciones.
Cambrollé sostiene que «no es posible una naturalización sin presencia», por lo que insta al mundo de la ciencia, la política y el periodismo a que abra todas las puertas al colectivo. Y aprobar, por fin, una ley específica en España. En su opinión, es una deuda histórica. «Las personas trans hemos sido las grandes maltratadas de la dictadura y las grandes olvidadas de la democracia».