Gabriel y Urko, dos aragoneses jóvenes trans, modificaron su nombre en el DNI. Patrick también, pero desde hace cinco años lucha además para cambiar su sexo en el documento oficial.

Fuente: HERALDO | M. M. M. | 20/12/2019

En julio de 2014 comenzó la batalla de Patrick y su familia para rectificar el nombre y la mención relativa al sexo en el Registro Civil. Desde entonces un arduo camino el Juzgado de Huesca, la Audiencia Provincial, el Tribunal Supremo y el Constitucional. Un idilio que, de momento, no ha llegado a su destino. “En la actualidad, casos similares al de Patrick, con este proceso judicial, no hay en Aragón”, cuenta su madre, Natalia Aventín. Ella es la presidenta de Euforia, la asociación de Familias Trans-Aliadas.

Patrick, tras su cambio de nombre, dio el paso de iniciar los trámites para el cambio de sexo. “Su entorno social lo respetaba y el ámbito educativo no le cuestionó, así que tiró hacia adelante”, relata su madre. Esta semana, el Tribunal Supremo ordenó a la Audiencia Provincial de Huesca citar a Patrick para revisar si cumple los requisitos que modifiquen su género del DNI. La coyuntura política, sin Gobierno, creen que no ha ayudado a la tramitación de este cambio.

La madre de Patrick fue una de las personas que se reunió con el director general de Registros y Notariados, después de que el Registro Civil le denegara el cambio de género y acudieran a la primera instancia. Del encuentro se obtuvo un resultado que ya ha dado sus frutos: una instrucción.

Urko García cambio su nombre en enero, tras 12 años intentándolo. “Comencé el proceso con 25 años y la primera vez que lo solicité fue al año siguiente”, recuerda. “Es una experiencia que no se la recomiendo a nadie. Es horrible”, declara este zaragozano. Urko tuvo problemas en el reconocimiento de estudios, presentación a oposiciones, en la petición de becas, al recibir paquetes de Correos y dejó de viajar para evitar problemas. “Paré mi vida para cambiarme el nombre. No podía más y le pedí permiso a mi jefe para ir al Registro Civil”. El día que Urko consiguió su nombre en el DNI rompió a llorar: “Estuve unos 50 minutos llorando porque no era consciente de la losa que tenía encima”. “Entonces me di cuenta de que me trataban, que no me maltrataban”, añade.

Durante el tiempo que estuvo intentando cambiar su nombre se lo denegaron en tres o cuatro ocasiones. “La primera vez me dijeron que podía inducir a error en cuanto al sexo y la segunda que podía causar daños a terceros”, recuerda. Un trámite que se complica si la persona que lo solicita es migrante. “A todo este papeleo hay que sumarle la nacionalidad”, comenta Urko, quien conoce casos de amistades.

Asociaciones como Euforia son importantes en este tipo de procesos, tal y como reconoce Gabriel Delgado, un joven transexual aragonés. En el DNI de este bilbilitano aparece su nombre desde febrero de este año. “La verdad es que lo he vivido con mucha tranquilidad. Ahora puedo comprar un billete de autobús sin dar explicaciones. Tampoco tendré que explicar nada cuando entre en discotecas, aunque todavía no pueda por ser menor”, señala el joven de 16 años. “Motivación” o “alegría” son algunas de las palabras que salen de su boca cuando se le pregunta cómo vivió el reconocimiento oficial de su nombre. Este estudiante de primero de bachillerato es tajante: “Somos una nueva generación de personas trans y animo a dar el paso a toda la juventud que esté en la misma situación que yo. Es un derecho”. En este camino no ha estado solo. Al igual que Patrick, su familia le ha brindado respaldo. “Es un apoyo fundamental. Puedes cambiar de amistades, pero no de familia”, añade Gabriel.

Gabriel se suma a les ocho menores que hasta octubre de 2018 habían cambiado su nombre en el Registro Civil en Aragón. Hasta el momento, a diferencia de Patrick, Gabriel y Urko no se han planteado el cambio de género. “Se trata de una letra en el DNI que es muy complicada conseguir”, explica Gabriel. “Yo no quiero. Creo que son aspectos diferentes. Me llegaron a plantear que si cambiaba de sexo también, podía modificar mi nombre también en una semana. Algunas amistades, saturadas por la situación, accedieron”, dice Urko.

Uno de los requisitos para conseguir esa rectificación es el diagnóstico de la disforia de género, según señala la ley 3/2007, con modificación de agosto de este año. “La acreditación del cumplimiento de este requisito se realizará mediante informe médico o psicólogo clínico, de especialistas colegiades en España o cuyos títulos hayan sido reconocidos u homologados en España”, reza el artículo número 4. Otro de los puntos es el tratamiento de hormonación durante los dos años previos a la solicitud “para acomodar sus características físicas a las correspondientes al sexo reclamado”.

Unos parámetro, los que amparan estos aspectos, que son considerados por algunas de las fuentes consultadas como “incongruentes” dada su puesta en práctica. Además, no se ampara a todos los colectivos. “Por ejemplo, se quedan fueran las personas no binarias (identificadas con un tercer género o sin género)”, puntualiza Natalia Aventín.

En Aragón las personas trans forman “una piña”, según confiesa Gabriel. “Al principio puedes pensar que eres la única persona, pero no es así. De hecho, individualmente no conseguiremos nada”, concluye.