Un entrerriano abriendo camino
Es de Gualeguaychú y tiene 20 años. A los 15, antes de cambiar su identidad, ya jugaba de centrodelantero en un equipo de mujeres. Fue el goleador y el mejor del torneo. Hoy, conservando la posición, juega en un equipo masculino de Unión del Suburbio y participará de una liga afiliada a la AFA.
Fuente (editada): mirador ENTRE RÍOS | Sabina Melchiori | 23-02-2020
Marcos Rojo (nombre y apellido similar al futbolista de Estudiantes de La Plata) nos recibe en la casa del barrio norte, en Gualeguaychú, donde creció siendo el mayor de cinco hermanos y hermanas. La entrevista que estamos por comenzar lo pone nervioso, pero afortunadamente, una vez más, tiene a Cotty a su lado dándole ánimo (y cebando mates dulces). Cotty es testiga, conoce a Marcos desde siempre. Cuando se enteró de que por haber sido discriminado en pleno proceso de cambio de identidad se había alejado del fútbol, ella misma se ocupó de hablar personalmente con los dirigentes de otro club para que lo incorporaran a un equipo de varones. Eso sí, siempre y cuando cumplieran con la estricta condición de no lastimarlo. “No me entraba en la cabeza que se le fuera negado algo tan sencillo como jugar a la pelota”, expresa con garra y un poco de indignación. Y Cotty lo logró. Gracias a ella, Marcos hoy juega al futbol y abre un camino hasta el momento inexplorado, que puede resumirse en un gran título periodístico: “El primer varón trans del fútbol argentino”.
Nace un jugador
Su primer contacto con una pelota en un campo de juego fue a los 15 años en un club de barrio: “Me gustó y como mi papá es fanático y siempre va a las canchas, tuve todo su apoyo”, recuerda. Dos años después, luego de haber vivido incómodamente un rol femenino, decidió hacer el cambio de identidad y empezar los tratamientos de hormonización. Fue entonces que Marcos se presentó al mundo. Su mamá, su papá y demás familiares lo aceptaron y acompañaron, pero el fútbol, o al menos el club donde jugaba, no.
Marcos prefiere no dar demasiados detalles, simplemente cuenta que tuvo una mala experiencia y que por eso dejó de jugar: “Hay mucha gente que por ahí no lo entiende porque es ver a alguien distinto. El futbol es muy machista y cuesta adaptarse, pero por suerte ahora estoy bien”.
Y entre las notas periodísticas y el hecho de saber que es el primero, Marcos se muestra un poco desconcertado: “Todavía no lo puedo creer, creo que esto recién empieza, que falta mucho y está bueno porque detrás mío hay mucha gente que no se anima. A lo primero es muy difícil, pero teniendo el apoyo de alguien que ya lo pasó, es más fácil”.
El pasillito, la bienvenida a una sociedad mas inclusiva
Tradicionalmente, cuando ingresa un nuevo jugador al equipo el resto lo recibe formando un pasillo (también llamado caminito o callecita) por donde deberá pasar el debutante entre aplausos y palmadas. Marcos tuvo su “pasillito”, y el video que ha sido compartido muchas veces por usuarios de redes sociales y publicado en medios periodísticos muestra un grupo de unos 20 chicos en la cancha, aplaudiendo y gritando “qué grande” y “bravo”.
A pesar del cálido recibimiento de esa tarde, Marcos no pudo pronunciar ni una sola palabra: “Los gurises se encargaron de hacerme sentir muy bien pero yo sentía muchos nervios”. Quien se ocupó de presentar a la nueva incorporación del equipo y de sumar a su discurso palabras como “inclusión” y “respeto”, fue Osvaldo Fernández, el director técnico.
Un club de puertas abiertas
Sebastián Rajoy es el presidente de Unión del Suburbio, la persona con la que se contactó Cotty a fin de lograr que Marcos volviera a jugar: “Ella me explicó todo cómo era y yo le dije que teníamos que analizarlo en comisión para buscar el consenso. Luego de que la comisión dio el visto bueno se le pregunta al señor presidente de la Liga Departamental de Fútbol de Gualeguaychú, Emiliano Zapata, quien sin dudar averiguó en la Federación Entrerriana de Fútbol y la Federación averigua en AFA y luego me confirma el presidente de la liga que si el chico tiene DNI de varón podía jugar tranquilo, que no había problema”.
En diálogo con MIRADOR, Rajoy contó que las dudas pasaban básicamente por los reglamentos de la Liga. “Queríamos saber si iba a poder jugar como jugador de Unión masculino, pero también teníamos en claro que si no le permitían nosotros no le íbamos a negar que entrene, lo íbamos a dejar entrenar igual… pero por ahí iba a ser medio chocante para él el hecho de entrenar y no poder jugar después, solo eso, por lo demás, siempre hemos sido un club con puertas abiertas”.
“Acá juegan todo el mundo”, resume Rajoy, y agrega que en Unión están “convencidos que el factor humano tiene que estar primero. Cuando llega alguien en busca de una práctica deportiva se le brinda todas las posibilidades para que se integre sin discriminar a nadie y toda la gente tiene el mismo derecho de entrenar y jugar al fútbol en un Club”.
Finalmente, al ser consultado sobre cómo se siente ser parte clave de esta historia, Sebastián Rajoy habló de orgullo y de felicidad por “poder poner un granito de arena para una sociedad más justa e inclusiva”.