Mar C. Llop retrata a 28 familias con hijes trans. Un relato en imágenes lleno de incertidumbres, alegrías y mucha realidad.
Fuente (editada): Diari de Tarragona | Norián Muñoz | 19/05/2021
«Fue una vez que estábamos en la cama y me dijo: ‘Mamá, no me trates de ella; trátame de él, porque yo soy un niño’. Tenía dos años y medio, tres años. Comenzaba a hablar», cuenta Frans, madre de un niño de siete años. La suya es una de las imágenes que nos sonríen junto a su historia, que forma parte de la exposición fotográfica ‘Construccions identitàries, Famílies Trans’.
La mirada detrás del proyecto es la de Mar C. Llop, quien desde hace años se dedica a documentar el ‘tránsito’, ese proceso de transición mediante el cual una persona comienza a vivir de acuerdo a su identidad sexual.
Esta vez Llop, quien también es una mujer trans, se ha ocupado de fotografiar, una por una, a las 28 familias con hijes (infancias y adolescencias) que ya han hecho ese tránsito.
Las fotografías están acompañadas de las frases que dijeron durante las entrevistas la propia chavalería, así como sus progenitores, hermanes y alguna abuela. Lo que cuentan es esclarecedor. Hay desde niñes que lo han pasado mal en la escuela hasta otra a quien su profesora le propuso hacer una ‘fiestuqui’ tras poner un documental en clase. «Todo el mundo vino a abrazarme y me tiraron al suelo», cuenta la niña de 9 años en el texto que acompaña a su foto.
Uno de los valores de la exposición es la naturalidad, esa demostración de que cada familia es un mundo, aunque hay coincidencias que llaman la atención, como el hecho de que muches hermanes ya eran muy conscientes de que sus hermanes se sabían de un sexo distinto al que le asignaron al nacer.
Explica Llop que aquellas entrevistas, que también han sido la base de un documental, han supuesto una especie de catarsis. «Nos hemos pegado un hartón de llorar», reconoce.
Las familias han compartido con ella muchos miedos e inseguridades. Cree que les progenitores muchas veces se preocupan más que las propias criaturas, porque «suelen ser niñes con mucha personalidad», explica.
En la práctica totalidad de los casos se trata de progenitores cisheterosexuales que se encontraron con una situación que no habían imaginado. Eso sí, cree que después de esta experiencia la mayoría «ha cambiado su manera de estar en el mundo, les ha hecho mejores personas».
Referentes positivos
Llop hizo su tránsito pasados los cuarenta años. «No sabía ni por dónde comenzar, no tenía referentes», explica. Las únicas personas trans que conocía eran prostitutas o se dedicaban al mundo del espectáculo.
En esos momentos fue determinante su proyecto anterior ‘Construccions identitàries, Work in progress’, en el que fotografió el proceso de tránsito de diferentes personas. «Por fin tuve referentes positivos», explica, «personas que vivían de otra manera, a quienes sus familias habían apoyado».
Esa primera exposición todavía se encuentra itinerando por Catalunya. De hecho, estuvo en el Institut d’Estudis Vallencs hasta finales de mayo.
También se ocupó de fotografiar elementos clave en su proceso, como la salida del armario o los cambios en su círculo más íntimo. «Ese es uno de los mayores miedos de las personas trans, perder primero a sus vínculos y luego su trabajo». En su caso, la que había sido su pareja decidió no acompañarla.
Ese proyecto también la llevó al activismo, a fundar la asociación Generem!, de la cual es presidenta. Le preguntamos si viendo cómo las familias que ha retratado han asumido la situación de su descendencia siente envidia, pero nos dice que no. «No puedo mirar atrás, yo ya hice mi proceso», cuenta, aunque sí cree que, poco a poco, las cosas comienzan a cambiar para la juventud.