La amplificación del aislamiento y el peligro vivido por el colectivo en situación de prostitución, principales problemas en la pandemia
Fuente (editada): Lanza | 31 Diciembre 2020
El colectivo de personas trans cierra 2020 tras un año lleno de obstáculos en la lucha por que sus derechos sean reconocidos a nivel estatal a través de la Ley Trans que prepara el Gobierno. Aún así, la presidenta de la Plataforma Trans, Mar Cambrollé, asegura que, “con toda seguridad, 2021 será el año de la igualdad trans”.
El texto, que busca garantizar los derechos de este colectivo, lleva más de dos años intentando ser aprobado. La Plataforma Trans lo llevó al Congreso en 2018, donde fue registrado por Unidas Podemos, pero la convocatoria de elecciones a principio de 2019 frenó su tramitación.
A pesar de la pandemia el colectivo trans se movilizó, el pasado 4 de julio, en “distintos puntos de la geografía”, bajo el lema “basta ya de la vulneración sistemática de Derechos Humanos” y para reclamar su Ley Trans. Tal y como apunta Cambrollé, la concentración de ese día en la Puerta del Sol de Madrid fue “la más multitudinaria de la historia del colectivo”.
A su juicio, esta movilización “demostró una vez más la fuerza de la lucha social” y consiguió, “no sólo recabar el apoyo de la amplia mayoría social y poner el foco en la tan esperada ley, sino que el Ministerio de Igualdad, liderado por Irene Montero, se decidiera a recoger el guante lanzado por el activismo trans y afrontara el reto histórico de convertir en una realidad la Ley Trans más avanzada del mundo”.
Los ‘efectos colaterales’ de la transformación
Montero, en una comparecencia en el Congreso, se comprometió a poner en marcha el texto presentado en su día por la Federación Plataforma Trans. Sin embargo, en estos últimos meses la norma ha recibido las críticas, tanto de los partidos más conservadores como desde un sector minoritario del movimiento feminista, pero privilegiado y bien situado, que considera que el texto usa una definición de identidad sexual que ‘borra’ a las mujeres.
Tal y como Cambrollé explica a Europa Press, esto es el “efecto colateral” que sufre “todo proceso de avance transformador de la sociedad”, aunque ha reconocido que en el caso de “ciertos sectores” les habría “resultado difícil de creer” su postura “en un pasado reciente”.
“Las personas trans hemos vivido el mayor ataque de la historia de la democracia. Pero no pasarán. La consulta pública abierta por el Ministerio de Igualdad para recabar la opinión de la ciudadanía sobre la Ley Trans arrojó un 96 por ciento de opiniones favorables a dicha norma, entre las personas participantes, contando dicha consulta pública con una participación sin parangón respecto a otras”, declara la presidenta de la Federación.
Es por eso que esperan con optimismo el 2021. Más cuando, según ha explicado, el Gobierno les ha transmitido que el texto de la Ley trans “estará listo a principios” del próximo año. “Con toda seguridad, 2021 será el año de la igualdad trans”, apunta.
Colectivo vulnerable en pandemia
“A partir de ahí comenzará el camino para su aprobación. Un camino que posiblemente se antoje duro, pero sin duda un camino de esperanza para nuestres menores trans y sus familias, para nuestras personas mayores, para nuestres hermanes migrantes. Un camino de reparación para quienes sobrevivieron al pasado y siguen hoy aquí pero no tienen claro el mañana, un camino de memoria y reconocimiento para quienes nos dejaron”, indica.
Parte de las situaciones que el colectivo vive día a día se han “agudizado” durante la pandemia, según ha denunciado también Cambrollé, que sitúa a las personas trans entre los colectivos más vulnerables de la sociedad española.
En este sentido explica que, durante el confinamiento, “miles de jóvenes trans han tenido que convivir entre cuatro paredes con familiares que no respetan su identidad”; mientras que las personas trans mayores, que en un amplio porcentaje ya sufren una situación de desarraigo familiar y social, vieron “amplificado su aislamiento”.
También han sufrido, indica, “las mujeres trans en situación de prostitución” que, por un lado, “se han visto obligadas a seguir ejerciendo para subsistir, con el consiguiente riesgo para la salud” y, por otro, “abocadas a la indigencia y sin alternativa habitacional cuando cerraron los prostíbulos”.
Los colectivos sociales han redundado en estos meses, en su esfuerzo por “intentar paliar y llegar a todas estas situaciones, a través de grupos de apoyo ‘online’ que proporcionaran oxígeno al encierro”. Así, “la juventud trans se organizó en grupos de ayuda a sus mayores y la Federación Plataforma Trans, junto a más de 70 organizaciones, demandaron a Igualdad que reconociera como grupo vulnerable a las personas mayores trans, a las migrantes y a quienes se ven abocadas a ejercer la prostitución, y que las incluyera en los planes destinados a hacer llegar los recursos sociales”.