Las mujeres trans que compiten en cualquier deporte se enfrentan a muchas dificultades: desde las leyes que tratan de evitar su participación a los cambios físicos que la hormonación provocan en sus cuerpos

Fuente (editada): Píkara magazine | Izaro Antxia | 30/09/2020

Creo que, con mayor o menor intensidad, llevo haciendo deporte desde que tengo uso de razón: en la escuela, en la campa, en el campo, en carreteras, en el mar y en la piscina. Siempre lo he considerado como un refugio, una necesidad vital, como quien tiene una adicción de la que no se puede deshacer. En mi caso, es una adicción sana, siempre con mesura y sentido común. Me han preguntado muchas veces qué significa el deporte para mí y siempre digo lo mismo: “Otras personas se dieron a la bebida, yo me di al deporte”.

Al principio, fue «fácil». Era «un chico» que hacía deporte en su pueblo y que quería jugar al fútbol en un equipo. Nada fuera de lo común. Luego, cuando tras décadas pude mostrar que no era «un chico que hacia deporte» sino una mujer deportista, empezaron los problemas. Empezaron a hablarme de «superioridad física» y aparecieron las leyes que me impedían hacer lo que me gustaba. Fue duro. ¿Cómo le puedes decir a un mundo basado en estereotipos que tú entrenas más que nadie para hacer lo que haces? Me gustaría explicar un poco lo que puede significar el deporte para una mujer trans como soy yo. Una mujer que, además, practica deporte con licencia de hasta cuatro federaciones distintas: ciclismo, fútbol, atletismo y triatlón.

Lo primero a lo que te tienes que enfrentar cuando quieres hacer deporte es a tu propio cuerpo y sus cambios. Cambios que, por supuesto, tú misma has elegido. Cambios provocados por la medicación que tomas y que, en algunos aspectos, te dejan bastante por debajo de otras competidoras en cualquier deporte. Con el proceso de hormonación pierdes chispa. Tus carreras ya no son tan explosivas, tampoco puedes mantener un ritmo alto durante muchos segundos y te fatigas rápido. Tus pulsaciones pueden pasar del 70 al 95% en cuestión de segundos y, literalmente, te ahogas. Sigues siendo alta, obvio, pero tu cuerpo ya no responde igual. Esto no depende del entrenamiento sino que es algo que provoca la medicación, compuesta, en mi caso, por estrógenos y antiandrógenos.

Luego, cuando ya asimilas que ha cambiado tu capacidad para hacer deporte, están las leyes. Tu federación no permite que «personas como tú» puedan hacer deporte en la categoría que les corresponde. Es necesaria una modificación de los reglamentos de las federaciones para que puedan adaptarse a personas que también tenemos derecho a hacer deporte sin que suponga ningún prejuicio para nadie.

Lidiamos también con nuestra propia conciencia. Al menos, con la mía. Si vives en una sociedad en la que se entiende que las mujeres son débiles y los hombres fuertes, acabas interiorizando esa idea hasta el punto de tener miedo. En mi caso, he tenido auténtico terror al entrar en un campo; miedo a que la gente decidiera que yo no debía de estar ahí y actuara en consecuencia, miedo a hacer daño a alguien por ser yo más grande (sin pensar que también juego contra mujeres más grandes que yo e incluso mucho más fuertes) y miedo a no estar haciendo lo correcto… Miedo por hacer deporte para ser feliz. Es duro. Un día estás en el campo y una cuadrilla de alimañas se juntan en la grada para tomarla contigo y te das cuenta de que las cosas no han cambiado tanto como creías.

Fui la primera jugadora trans de fútbol sala y de fútbol en España. He tenido la suerte o la desgracia de que la gente me conociera al saltar a un campo de futbol y he tenido también la suerte (si a esto le podemos llamar suerte) de tener el respeto del 85% de las rivales y los clubes a los que me he enfrentado. También he tenido que vivir que no me quieran en un equipo por mi condición y he tenido que escuchar cómo se referían a mí las jugadoras del equipo contrario en masculino. Eso sí, las grandes desavenencias siempre han salido del mismo sitio: las pantallas de los ordenadores de las personas “expertas”. Hay muchas personas tituladas en Biología con el libro de la ESO paseando por redes.

Seguiré haciendo deporte. Eso sí, haré deporte… con perdón.