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A unas semanas del primer aniversario de La mala costumbre, su exitosa novela de debut, saltó la noticia de su participación como guionista en el remake de Netflix de Mi querida señorita producido por Los Javis. Hablamos con ella sobre su incursión en el cine, el gran recorrido de su novela… y sus royals predilectos.

Fuente (editada): VANITY FAIR | Darío Gael Blanco | 27 ABR 2024

Casi un año después del lanzamiento de La mala costumbre (Seix Barral, 2023), el periplo ascendente de la escritora, dramaturga y directora escénica Alana S. Portero la ha llevado por toda España, Francia, Alemania, Colombia y Brasil, le ha granjeado algún que otro galardón (entre ellos, el Premio Openbank de Literatura by Vanity Fair 2024 a la mejor ficción en español) y ha catapultado su incursión en el cine en calidad de guionista. Nada más y nada menos que de la mano de Javier Calvo y Javier Ambrossi, que producen el remake de Mi querida señorita, la rareza transgresora y exquisita protagonizada por José Luis López Vázquez que Jaime de Armiñán estrenó en pleno tardofranquismo.

La hija predilecta (aún no oficial) del barrio obrero madrileño de San Blas me recibe en Lavapiés a la hora del almuerzo y emprendemos juntes la búsqueda de una terraza tranquila en la que picar algo. Ella aún no es consciente, pero un par de horas antes de nuestro encuentro se había publicado la primera reseña de Bad Habit, la traducción al inglés de Mara Faye Lethem editada en tapa dura por el gigante Harper Collins en Estados Unidos. Era favorable y aparecía en un medio que tal vez suene de algo a quien me lee: The New York TimesAl contárselo, reacciona con la sorpresa propia de alguien que, tras cientos de alegrías en un breve lapso de tiempo, conserva intacta su capacidad para el asombro. “¿Ves? Si es que ya nada tiene sentido”, bromea, quitándose importancia.

La trayectoria estelar de esta bildungsroman, que ha marcado un antes y un después en la literatura de nuestro país y en la mirada hacia las vidas y creaciones atravesadas por lo trans, tuvo un comienzo como pocos: triunfó en su puesta de largo en la Feria del Libro de Frankfurt, meses antes de publicarse. A día de hoy, ya está publicada traducida al francés, al alemán, al portugués, al neerlandés y, desde el 23 abril (imposible una fecha más auspiciosa), al inglés. Hasta ahora, ha vendido sus derechos a 16 editoriales y 13 idiomas, entre ellos el coreano, el griego, el italiano, el turco y el finés. Y ya acumula más de 20 semanas en las listas de los libros más vendidos en España. Su principal carta de presentación fuera de España es el apoyo entusiasta del mítico cineasta Pedro Almodóvar, pero también han leído y comentado positivamente su obra en medios como BooklistLes Inrockuptibles y Slate y cuenta con la admiración de figuras internacionales como Travis AlabanzaMorgan M. PageEloghosa OsundeAvni Doshi o Marisa Crane.

Tomamos asiento entre varios grupos de jóvenes estadounidenses de lo más entusiastas que me hacen temer por la calidad de la grabación. Portero pide un agua con gas, ejerce de técnica de sonido improvisada, coloca mi dispositivo sobre un vaso y comenzamos a charlar.

Imagino que no puede profundizar mucho porque el proyecto sigue en una fase bastante inicial, pero ¿qué me puede contar sobre Mi querida señorita?
Pues mira, me contactaron Los Javis hace unos meses a raíz de haber leído La mala costumbre y fueron muy amables y encantadores. Les había gustado mucho el libro y ellos ya tenían ese proyecto encima de la mesa con Netflix. Yo creo que pensaron en mí por afinidad temática, estética y por lo que habían leído. Ahora estamos en pleno proceso de escritura y en preproducción y trabajar con ellos y con la persona que va a dirigirla es muy fácil; son muy entusiastas y lo hacen todo muy sencillo. Pero además, yo me siento muy libre.

Y este proyecto es un remake o reinvención de una película que es mítica, muy bien hecha, que fue clave en su momento y que en su contexto es muy valiente, además de ser muy buena. Y se trata de ver qué hacemos con ese material, sabiendo que la idea o la intención no es igualar esa película, no es hacer tal cual un remake como hizo [Michael] Haneke con su propio Funny Games, sino ver qué podemos contar nuevo utilizando esa historia, haciéndole honor a la historia original, pero también haciéndola nuestra. Y un poquito sinvergüenza [risas].

Es un trabajo en el que no parece que estás trabajando salvo porque tienes una fecha de entrega y al final hay que sacarlo adelante, pero yo me siento muy cómoda porque se respiran las ganas de hacer algo propio, algo libre y con lo que todo el mundo esté feliz.

Así que es demasiado pronto para hablar del elenco, ¿verdad?
Sí, todavía tiene que avanzar un poco más el proyecto para tener claro quiénes van a estar porque va a requerir de mucho cuidado y de una sensibilidad y una química que no se puede prever con tanta antelación.

Alana S. Portero, escritora española que viene a presentar su libro La mala costumbre. FLORENCIA DOWNES

Alana S. Portero, escritora española que viene a presentar su libro La mala costumbre. FLORENCIA DOWNES

 

Podría ser una buena excusa para un cameo, al fin y al cabo es actriz.
[Risas] Bueno, a mí me encantaría, claro. Ojalá. Supongo que a eso tendría que atreverme yo, porque he cambiado mi mapa mental por completo. Ahora mismo estoy metida de lleno en la literatura, en la escritura de este guion y la Alana actriz está como dormida por ahí dentro, así que a ver si alguien me dice “venga, chupa un poco de cámara” y adelante, yo encantada. Pero ni siquiera lo he pensado ni está encima de la mesa.

La mala costumbre cumplirá un año en unos días y ha tenido una acogida fantástica a lo largo de su andadura. ¿Cuáles han sido las reacciones más sorprendentes hasta ahora?
Pues he tenido muchísimas conversaciones con personas que quizá por mis propios prejuicios no hubiese pensado que lo leerían, que les interesaría, y que les gustaría y, menos aún, que querrían decírmelo. Pero he tenido unas conversaciones preciosas con gente muy, muy conservadora, con la que yo luego me entiendo muy bien, porque yo tengo todo en contra de la gente fascista, no de la gente conservadora.

Mira, por ejemplo tuve una experiencia con un crítico taurino en Sevilla que fue extremadamente amable conmigo, me dijo cosas preciosas y me contó que había compartido la lectura con sus hijas. Fue algo muy hermoso. Y también recuerdo una conversación muy bonita que tuve con una mujer que había sido muy dura en sus ideas con respecto a la realidad trans, muy dura y agresiva en redes sociales. Leyó el libro, le gustó mucho y por lo menos le dio algo en qué pensar, no sé si le hizo pensar diferente, pero sí aportó un elemento de juicio a través de la narrativa que yo creo que le llegó al corazón, y ahí ya caen muchas barreras.

¿Y qué hay de su recepción fuera de España?
Es otra manera de ver el libro, otra manera de vernos. En París, por ejemplo, tuve conversaciones con gente muy queer y muy joven que lo había recibido con muchísimo entusiasmo, pero de repente también con gente que prácticamente era una destilación del parisino y de la parisina de clase alta. No sé, en un momento dado puede haber un libro así y obviar lo demás por completo y ahí tuve la oportunidad de hablar mucho de literatura, que me hacía ilusión porque al final nos gusta sentirnos buenas escritoras. Y esto lo he tenido en España también, pero fuera de España lo he vivido muy a menudo. La dimensión política y social se ha tenido en cuenta, pero he tenido muchas conversaciones sobre literatura y eso es precioso.

¿Y en el caso de Latinoamérica?
Pues mira, en Colombia fueron dos trabajadoras sexuales [trans] a una de las firmas y me contaron que leían el libro mientras trabajaban en la calle, y cuando alguna tenía un servicio o un cliente, pues se lo dejaba otra y seguía leyéndolo mientras esperaban.

Y eso es… bueno, si el libro tenía algún propósito, era este, porque no hay nadie que me importe más que lea el libro y a quien le llegue, la verdad, que a esas mujeres a quienes yo les debo todo, a las que yo he conocido aquí y que han moldeado mi vida de una manera radical.

Ahora que se abre a los lectores angloparlantes, ya ha habido algunos blurbs y algunas primeras reacciones muy positivas. ¿Cómo lo afronta?
Hay algo en el mundo anglosajón que a mí me parece muy hermoso; un tipo de entusiasmo que es muy suyo, que es muy propio. Siento que hay algo menos cínico en la manera de recibir las historias que a mí me hace muy feliz.

Esas primeras reacciones van por ahí y luego me han llegado cosas de gente a la que yo admiro mucho. Recuerdo especialmente un correo muy cariñoso que me envió [le escritore, artista y performer británique] Travis Alabanza y fue muy especial para mí, porque adoro lo que hace, me parece una persona admirable y le tengo un enorme respeto. Pero me han llegado muchas buenas lecturas de escritoras, sobre todo de escritoras afroamericanas, y a mí eso me valida mucho, la verdad. Creo que reciben las historias con los brazos muy abiertos. A ver qué pasa, pero hasta ahora esa es mi experiencia.

Esa reseña positiva del New York Times, una publicación de prestigio y conocida por no regalarlas precisamente, es solo el comienzo, pero ¿qué le ha parecido?
Es que, claro, una no puede estar en pijama en el salón de la casa de su madre y su padre en San Blas, o en su casa de Móstoles, respirando en una bolsa y sin saber si va a pagar el alquiler del mes siguiente y de repente, porque ha sido así de rápido, en once meses salir en The New York Times. Es maravilloso, es divertido, da miedo… es surrealista por completo.

Es imposible para una persona con una psique como la mía hacerse a la idea de esto hasta que no pase todo, pero es precioso e increíble, y además estos medios de comunicación que tenemos mitificados, porque sí, el NYT suena muy fuerte, así que ver ahí tu novela reseñada de una manera tan positiva, pues ¿qué decir? Estoy encantada. Estoy feliz, un poco perpleja y disociada [ríe].

Esto además le abre un nuevo mundo de posibilidades. Quién sabe si está en las cartas una gran sesión de fotos rodeada de grandes escritoras internacionales o una gira con Madonna.
Yo estoy dispuesta a entregarme como Jesús entregó su cuerpo. Venga, que me hagan las fotos que quieran hacerme, una gira con Madonna, claro, lo que haga falta [carcajadas]. ¿Te imaginas? Ahora, yo digo esto como muy divertida y muy ocurrente, pero a mí la exposición me está costando. Se me hace durísima. Lo digo porque imaginarlo es precioso y es divertidísimo y, en el fondo, ojalá suceda porque hay una parte de tu ego y de tu amor propio que se dispara, pero me está costando mucho la exposición. Es dura para una persona como yo y pensaba que la iba a llevar mejor, pero me cuesta mucho.

Así que yo diría que sí a todo, porque siempre digo que sí, pero luego lo pagaría, eso lo tengo claro. Pero bueno, hagamos que el derrumbe de después merezca la pena. Si es algo hecho con respeto, bonito, divertido, pues por mucho que me cueste, hemos venido a jugar, que vida solo tenemos una.

Además cuenta con Pedro Almodóvar como una suerte de embajador. ¿Qué está pasando, su título ya es oficial?
Bueno, pues eso que lo diga Pedro [risas]. Pero sí que ha sido un valedor de mi trabajo y de repente me he encontrado llamándole Pedro, haciendo name-dropping con una persona tan importante para mí y para mi formación emocional y cultural. Y eso es, quizás y con el permiso de muchísima gente, tal vez lo más importante a ese nivel emocional, de llegar a lugares… es una de las cosas más especiales que me ha pasado por lo que Pedro ha significado, porque él estuvo ahí abriéndome un mundo cuando no había un mundo que abrir para mí.

Y además de ser alguien a quien tengo veneración está siendo supergeneroso porque no ha sido flor de un día. No se ha quedado en una frase o un artículo que escribió, sino que está siendo algo constante que trasciende los límites de lo que una puede llegar a imaginar y a desear. Y además soy consciente de eso porque sí que me ha abierto puertas mediáticas y me consta que habla de la novela con otra gente. Y claro, cuando tú escuchas a Pedro Almodóvar recomendar algo, normalmente le haces caso. Así que otra cosa más que agradecerle.

El éxito de su libro y el hecho de que lo edite Seix Barral también le ha abierto las puertas de la llamada, si bien desde una perspectiva clasista y estrecha, ‘alta literatura’. Recuerdo ver, por ejemplo, que en la Feria del Libro de Madrid 2023 se acercó Enrique Vila-Matas a felicitarla. ¿Cómo ha sido su acogida en ese tipo de espacios?
Pues me he llevado gratísimas, sorpresas. Es verdad que hay muchas personas que tienen una imagen pública que no se corresponde absolutamente nada con cómo son en privado y que entiendo que responde a lógicas, algunas personales, supongo que otras comerciales, o gente que utiliza una personalidad pública para protegerse y que cuando la conoces te das cuenta que es una máscara.

He tenido muy pocas malas experiencias o casi ninguna. Y luego, por otro lado, como persona queer no puedo evitar intentar salirme un poco de mí, darme una palmadita en la espalda y decirme “ahí estamos, ocupando ese espacio que tendríamos que haber ocupado hace mucho tiempo”. Eso me gusta, no te lo voy a negar. Me hace feliz y me hace sentir superorgullosa estar ahí mirando a la gente a los ojos. Es inevitable que a veces yo me sienta un poco la invitada pobre o la invitada temporal a la mesa de los mayores, pero estoy peleando muy fuerte contra eso porque no tiene ningún sentido pensar así.

Uno de los momentos más bonitos de todo este periplo sucedió al principio, precisamente en la Feria del Libro, cuando fui a comer con mis compas de editorial, que claro, son nada menos que Elvira LindoAntonio Muñoz MolinaEduardo Mendoza, Ignacio Martínez de Pisón, Rosario Villajos, Alba Carballal, Juanma Gil, etc. y claro, de repente te encuentras hablando con esas personas y yo salía de mí misma a decirme “nena, pues desde San Blas hasta aquí había un trechito pero no se está tan mal”.

¿Y quién le dio la bienvenida más calurosa?
Elvira Lindo ha sido muy amable conmigo, ha sido encantadora, pero todo el mundo ha sido muy amable. Y Antonio Muñoz Molina en el trato es un amor, aparte de un señor muy inteligente. Tiene una ternura y una manera de estar en el mundo que a mí me parece, y esto lo digo con la boca llena, un señor de la cabeza a los pies. No un señoro, no: un señor. También me reí muchísimo con Ignacio Martínez de Pisón porque es un tipo divertidísimo. Y luego yo traía amistades de antes, porque Elena Medel y María Sánchez han sido un poco mis madrinas también.

Y hablando de reconocimientos y de espacios, ¿qué supuso ganar el Premio Openbank de Literatura de nuestra casa?
A mí me han sorprendido todas las nominaciones y todo este reconocimiento palpable que supone un galardón, y en este caso un premio en metálico. Lo recibo siempre con sorpresa y con mucha alegría. Me hizo sentir muy orgullosa, especialmente porque me encantó verme junto a Benjamín Labatut y Marta Jiménez Serrano, a uno porque lo admiro mucho y a la otra porque también, pero además le tengo muchísimo aprecio y me parece una escritora fantástica y verme ahí fue muy especial. Ganarlo no entraba en mis planes precisamente por eso, por la compañía. Me pareció surrealista. Estoy muy feliz, muy contenta y super agradecida. Muy validada, que al final los premios ayudan a hacerte sentir así.

¿Tiene algún proyecto de ficción o de poesía en el horizonte?
Empecé mi segunda novela el día que presenté la novela en Barcelona, el 3 de mayo de 2023. El camino de La mala costumbre ha sido un poco raro, porque hizo mucho ruido y se contrataron muchas traducciones antes de publicarse y a mí eso me hizo sufrir, la verdad. Y todo el mundo me decía aquello de “uf, verás la segunda”, pero yo enfrento esas cosas un poco como las enfrentamos nosotras, ¿No? Me dije, mira, yo no me puedo asustar por esto, no puedo vivirlo como un terror, no quiero que en mis lógicas entre en esta cosa del fracaso, quiero que ahí entre, como mucho, el éxito. Pero esto de sentirme fracasada porque no tenga buenas críticas lo siguiente que haga o porque no se venda, pues no. Me niego a que eso guíe lo que yo quiero y tengo que hacer.

Toda mi vida he enfrentado los miedos como quitándome una banda de cera del tirón. Así que tenía una idea hace tiempo y empecé a escribir una historia de brujas, aunque ahora no tengo mucho tiempo y solo estoy tomando notas. A lo que aspiro es a que sea como si Cumbres borrascosas y Bodas de sangre tuvieran una hija. Luego me quedaré en la hija rara de esas dos cosas, pero va la cosa por ahí. Si funciona, funciona, y si a la gente le gusta, maravilloso. Yo lo haré lo mejor que pueda, pero no puedo cargar con las expectativas porque entonces no hago nada.

Además, yo nunca he cumplido la expectativa de nadie. El mundo pidió un señor fuerte y valeroso y AliExpress envió a Alana Portero.

Igual es producto de ser medievalista, pero está usted informadísima en materia de realeza, así que no puedo evitar preguntarle por sus royals favoritos.
Tengo dos debilidades. Primero, yo soy muy de Carlos III, de toda la vida. Me parece el hombre mejor vestido de Europa, un tipo inteligente y sensible, miembro de una familia que… En fin, pongámoslo en un contexto, que su madre iba en parihuelas, que cargaba gente racializada, pero en su contexto me lo parece, y hay algo en en su tristeza que me parece muy elegante. Y también ha sido muy, muy mal entendido, y no creo que haya salido indemne de ser el objeto de burla de tanta gente, por mucho que sea actualmente un emperador. Que ojo, si nos tenemos que burlar de alguien, que sea de un emperador, pero intentando llevarlo a lo humano.

Y luego soy muy ‘letizista’ porque me parece una mujer inteligente y una auténtica profesional. Había que ser reina y se ha puesto manos a la obra. Eso es lo que despierta las antipatías de por un lado, los muy monárquicos, y por otro, de los muy republicanos, pero eso es que lo está haciendo bien, eso es lo que tiene que hacer. Otra cosa distinta es que a mí me guste que haya reyes o reinas, que no es así, pero ella lo hace muy bien y además me cae bien, así de fácil. Me parece una tía con estilo personal, que tiene carisma y da gusto escucharle hablar en los discursos e intervenciones. Ha elevado mucho el tono de la casa Borbón, lo cual no era tampoco un reto [risas].

Además, me consta que hace unos años le vendió su libro de poemas.
Bueno, yo se lo cobré, no se lo vendí porque se lo compró ella sola. Fue en la Feria del Libro de Madrid, en una caseta en la que yo estaba trabajando y llegó su majestad y dijo, señalando mi poemario y algunos más, “ay, esto lo he visto en Twitter”. Y todas nos miramos como pensando, “¿pero tú quién eres en Twitter, cuál es tu usuario?” [risas]. Se compró varios, entre los que estaba el mío. Así que aunque sea habré pasado diez minutos en la mesilla de noche de la reina de España.

Alana S. Portero, escritora española que viene a presentar su libro La mala costumbre. FLORENCIA DOWNES

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