Se ha celebrado la séptima edición de She Makes Noise, un festival celebrado en La Casa Encendida de Madrid que abre las puertas al trabajo de colectivos invisibilizados en la música electrónica
Fuente (editada): EL DIARIO | José Antonio Luna | 19 OCT 2021
Hacer ruido contra el opresor. Siete ediciones después, la premisa del festival She Makes Noise sigue siendo la misma: abrir la puerta a colectivos que durante décadas han estado invisibilizados, en el mundo en general y en la música electrónica en particular. Del 21 al 24 de octubre, la Casa Encendida de Madrid abrió sus puertas tanto para reivindicar el trabajo de ellas y elles como para luchar contra una opresión que todavía no ha desaparecido. Pero no significa que los pasos dados hasta ahora hayan sido en vano.
«Cuando empezamos con La Casa Encendida, allá por 2015, no había presencia, o era más bien escasa, la participación de mujeres en festivales de electrónica. Ahora, más allá de las cuotas paritarias, que por supuesto hay que cumplir, a muches programadores y promotores ‘se les han abierto los ojos’ con la calidad del trabajo de todas ellas y las tienen en consideración en sus carteles», explica a elDiario.es Natalia Piñuel, comisaria de She Makes Noise.
A diferencia de la edición anterior, marcada por las restricciones de la COVID-19, esta vez se ha apostado por un formato híbrido que ha unificado lo presencial con lo online para que así quienes estuvieran en casa o fuera de la capital pudieran seguir sin problema ciertas actividades. Este año han puesto el foco en tres líneas de actuación: la escena local y española, un programa internacional para reivindicar el arte emergente de ciudades asiáticas (como Shanghái y Taipéi) y la presencia de artistas trans sobre el escenario.
«Esa evolución hacia visibilizar a las artistas trans responde, al igual que la mirada feminista y decolonial que ya llevamos un tiempo trabajando, a que la sociedad actual es más plural y así lo reclama. En un año tan importante para las personas trans en España con La Ley Trans, pero también tristemente con la violencia e intolerancia que reciben, era algo que tenía que estar», apunta Piñuel. Añade que no es la primera vez que el festival invita a este colectivo, y reconoce que «hace ilusión dedicar, al menos un día de esta séptima edición, a ver y escuchar a dos mujeres trans ‘haciendo ruido’ desde el Patio de La Casa Encendida».
Dos de ellas son Ziúr y Slim Soledad, que eligen Madrid para presentar su tercer disco, Antifate. Éste parte de una idea abstracta, pero en consonancia con las reivindicaciones de su colectivo. Cuenta la historia de Cockaigne, una utopía de la que se hablaba en la Edad Media donde el trabajo no era necesario y no faltaba el alimento. «Un lugar donde nos sentimos libres y junto a las personas que nos permiten esa libertad», dicen las artistas sobre un álbum que, en realidad, aborda un concepto muy elemental: el de librarse de las cadenas.
Las réplicas musicales de la COVID
La pandemia del coronavirus ha golpeado al mundo y a la cultura. Durante el confinamiento, cientos de artistas decidieron compartir su arte cuando la vida estaba paralizada. Solo tenían un objetivo: entretener a la gente que estaba en casa. Pero ahora, aunque las restricciones no son tan severas, la COVID-19 sigue presente en las creaciones nacidas de un momento tan determinante para la historia moderna. «En pocas disciplinas artísticas creo que el coronavirus y la situación postpandemia han atravesado tanto a las artistas cómo en la música electrónica», señala Piñuel.
Es el caso de Sabiwa, que se encarga de dar el pistoletazo de salida al festival. Es una de las máximas exponentes de la música electrónicas en Taiwán y para esta ocasión tiene preparada una performance donde reflexiona sobre la situación pandémica, las relaciones virtuales y la dependencia de Internet. «Trabaja ese ‘no lugar’, ese espacio indeterminado y borroso donde la realidad no existe y el ser humano experimenta la verdadera libertad, justo antes de desconectarse y cerrar sesión», se explica sobre la artista en la programación.
Pero la música no es el único campo de actuación. «Con el ciclo de cine se ha querido trabajar algo esencial como es el tratamiento de la salud mental y el proceso de la enfermedad en los dos largometrajes que presentamos por primera vez en Madrid; Êxtase, de la cineasta brasileña Moara Passoni y Le poireau perpétuel dirigido por Zoe Chantre», destaca la comisaria.
Todavía queda camino por recorrer, pero espacios como She Makes Noise se han convertido ya en un lugar de encuentro anual para compartir la diversidad y contar con nuevos referentes, ya sea en la música electrónica o el audiovisual contemporáneo. Porque, como culmina Piñuel, «es importante reescribir la historia con una perspectiva de género y no binaria en todos los parámetros de la sociedad, y por supuesto también en la electrónica».