El partido socialista se enfrenta a un desenlace trágico para su capital simbólico vinculado a las libertades sexuales y el colectivo LGTBIQA+.
Fuente (editada): LA ÚLTIMA HORA | Raúl Solís | 18 de mayo de 2021
El PSOE tiene un problema serio. El partido que aprobó el matrimonio igualitario y que mejor ha representado los valores de modernidad y libertades individuales, asociados a los derechos LGTBIQA+, ha terminado usando el mismo argumentario que la ultraderecha y la derecha conservadora que sacó a las calles a los obispos y a lo más reaccionario de nuestra sociedad en contra del divorcio, del aborto o del matrimonio entre personas del mismo sexo.
La filósofa feminista Amelia Valcárcel, baluarte intelectual del feminismo marca PSOE, ha terminado siendo utilizada este martes, durante el debate de la Ley Trans en el Congreso, como fuente de autoridad por la diputada ultraderechista Méndez Monasterio, quien usa los mismos argumentos del miedo que emite Valcárcel y otras referentes del feminismo institucional como la exdiputada Ángeles Álvarez o la exasesora de Moncloa Alicia Miyares.
El PSOE se enfrenta a un desenlace trágico para su capital simbólico vinculado a la defensa de las libertades individuales en materia moral y sexual, que es el único matiz realmente visible con el que la socialdemocracia española se distingue de los partidos conservadores, toda vez que el PSOE ha renunciado a una política económica progresista.
No hay ninguna explicación confesable que justifique el motivo por el que el PSOE se niega a aprobar una ley cuyo frontispicio es la autodeterminación de la identidad sexual, idéntico a una propuesta legislativa que el PSOE presentó en 2017 para reformar la ley de rectificación censal de 2007 y que no se terminó aprobando porque la legislatura decayó antes de lo previsto, al no apoyar ERC los presupuestos del Gobierno de partido único que salió tras la moción de censura a Rajoy.
La ley trans ya existe
La norma que este martes han rechazado PSOE, PP y Vox está referenciada en las once normas autonómicas aprobadas hasta la fecha en España. En todas esas leyes ha participado el PSOE de forma activa o como fuerza impulsora. En Andalucía, primera comunidad que incluyó la autodeterminación de la identidad sexual en 2014, una mujer trans ya puede ser ingresada en un hospital público en el módulo de mujeres sin necesidad de un diagnóstico psiquiátrico o tratamiento médico.
También existe esta posibilidad en las cárceles españolas desde 2006, gracias a una decisión de la exsecretaria de Instituciones Penitenciarias, la socialista Mercedes Gallizo. La pregunta a responder por el PSOE es bien sencilla: ¿por qué las mujeres trans sólo son un riesgo para el resto de mujeres cuando la ley la promueve una ministra de Podemos?
La posición del PSOE sobre los derechos trans gira en el verano de 2019 en Gijón, en la Escuela Feminista Rosario Acuña que financia el Ayuntamiento de la ciudad asturiana y que dirige Amelia Valcárcel, referencia del feminismo institucional que no hizo bien la digestión de que el movimiento feminista se hiciera hegemónico y popular el 8M de 2018, en aquellas manifestaciones donde muchas de las feministas institucionales se preguntaban quiénes eran esas niñas tan jóvenes que llenaban las calles, ya que nunca las habían visto en los foros ilustrados del feminismo académico y profesionalizado del que proceden las feministas del PSOE que vieron en la ley trans un vector de diferenciación y enfrentamiento contra Podemos, partido que, según el CIS de 2019, es al que ve la población española como el que mejor defiende los derechos de las mujeres, por encima del PSOE.
Oltra, Montero y Colau
El PSOE siente que la bandera del feminismo le ha caído en herencia y ese es todo el problema que existe con la ley trans. Antes de la ley trans, en Valencia, el feminismo del PSOE ya se enfrentó a Mónica Oltra, vicepresidenta de la Generalitat Valenciana y líder de Compromís, por cuestiones similares a las que se enfrentó más tarde a Irene Montero cuando ésta llegó al Ministerio de Igualdad.
La alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, también ha sido víctima de este feminismo reaccionario que usa las formas del patriarcado para atacar a otras feministas que se atreven a cuestionar la línea oficial de lo que ha venido siendo el feminismo oficialista que estaba en manos del PSOE. A Colau, en plena campaña electoral, la llegaron a acusar de proxeneta.
Le invito a que entre en la web Tribuna Feminista, alojada en Elplural.com, periódico dirigido por Ángelica Rubio, exjefa de comunicación del PSOE, y fundado por Enric Sopena, que en su tiempo fue el periodista de cabecera de Felipe González, quien lo nombró director de los Informativos de TVE en 1985. Ponga “Ada Colau”, “Mónica Oltra” o “Irene Montero” en el buscador de Tribuna Feminista y verá la violencia de los artículos escritos por las feministas con carnet del PSOE que ahí publican.
Control del feminismo
Algo que se pasa por alto es que las negociaciones para gobernar en coalición entre Unidas Podemos y PSOE no llegaron a buen puerto en verano de 2019 porque Carmen Calvo, exministra de Igualdad y secretaria del ramo en la ejecutiva del PSOE, no ofreció al partido morado la cartera de Igualdad, a pesar de que Pedro Sánchez mandató a Calvo que hiciera el ofrecimiento para cerrar un acuerdo con Podemos.
Que Calvo retuviese, a escondidas de Pedro Sánchez, el Ministerio de Igualdad, hasta que tras la repetición electoral ya no quedó más remedio, explica la actitud de bloqueo que la vicepresidenta primera del Gobierno tiene hacia la acción gubernamental del departamento de Irene Montero. Poco se habla también del manifiesto que firmaron, en diciembre de 2019, distinguidas feministas del ámbito del PSOE para pedirle a Pedro Sánchez que no cediera las competencias de Igualdad a Unidas Podemos.
La ley trans es un daño colateral, pero la lucha de fondo es el control del feminismo. Pedro Sánchez podría en algún momento haber intervenido para que prime la sensatez y el acuerdo de coalición, firmado entre PSOE y Podemos, en el que se incluye el compromiso de aprobar la ley trans con la autodeterminación de la identidad sexual como base de la norma. Esto es, que las personas trans dejen de ser consideradas enfermas mentales y que nadie tenga que acreditar quién es. Sin embargo, Sánchez ha dejado crecer el problema y ya no es sólo un problema de Carmen Calvo, sino también del presidente del Gobierno.
Argumentario de Carmen Calvo
Todo se podría haber solucionado de otra manera más discreta, porque las protestas del feminismo antitrans eran testimoniales hace año y medio, pero Carmen Calvo publicó un argumentario transfóbico el verano pasado, dirigido a las agrupaciones locales del partido, y terminó de incendiarse todo, además de legitimar las posturas del feminismo excluyente.
El partido socialista tiene que elegir: o con el movimiento LGTBIQA+ o con un feminismo esencialista, minoritario, identitario y reaccionario que afirma que tener pene es una sospecha de ser culpable de violación sexual y que comparte argumentario con Vox. En caso de que la ley trans no se resuelva en las próximas semanas, como tope el 28 de junio, Día Internacional del Orgullo LGTBIQA+, el PSOE se enfrenta al repudio de los colectivos que en su día auparon al expresidente José Luis Rodríguez Zapatero por poner a España en la vanguardia de los derechos de las minorías sexuales.
El PSOE también se enfrenta a la expulsión del Orgullo LGTBIQA+, vinculándose de este modo a PP o Vox que tienen vetada su participación en las manifestaciones del 28J por su posicionamiento contrario al avance de derechos de las personas LGTBIQA+. La votación de este martes en el Congreso, en contra de la ley trans, es la particular foto de Colón del PSOE. El trifachito antitrans. En las manos de Pedro Sánchez está desbloquear el proyecto de ley elaborado por el departamento de Irene Montero y permitir que comience su tramitación. De lo contrario, el partido socialista va a tener complicado convencer al electorado progresista de que el PSOE es el voto útil para frenar a PP y Vox.