Registros de Ourense, Tenerife y Valencia han consagrado la rectificación de la mención al sexo a personas menores sin informes utilizando jurisprudencia del Tribunal Constitucional y del Supremo. El interés superior de la persona menor y el respeto a su desarrollo y a su intimidad laten en las argumentaciones de estos autos. Niñas, niñes y niños piden que se les escuche: no solo existen, sino que sus vidas son ejemplo de valentía y fortaleza. Lo cuentan en sus palabras.
Fuente (editada): EL SALTO | Patricia Reguero Ríos | 1 DIC 2022
—¿Crees que hay personas que piensan que ser trans es un problema?
—Sí.
—¿Tú qué piensas?
—Que no.
—¿Has podido cambiar datos como el nombre y el sexo que te pusieron al nacer en tus documentos?
—Sí.
—¿Y que has tenido que hacer para cambiarlo?
—Hablar con un juez.
—¿Qué le dirías a las personas que no quieren aprobar una ley que reconozca la autodeterminación de género?
—Que no les influye nada.
—¿Qué crees que podría aprender la sociedad de la infancia trans?
—Que también existimos.
Así se expresa Alejandro. Tiene 9 años y el Registro Civil de Ourense ha tenido que rectificar la mención registral de sexo de su acta de nacimiento para que refleje su identidad, es decir, para que conste como “hombre”, tal y como solicitaron su madre y su padre. En el auto que argumenta la respuesta se recoge que denegar este cambio sería privarle de su derecho al libre desarrollo de la personalidad.
La familia de Alejandro solicitó la rectificación en mayo de 2021 y obtuvo en septiembre de ese año una respuesta denegatoria que alegaba falta de madurez sin haber oído al niño. Entonces, recurrió ante la Dirección General de Seguridad Jurídica y Fe Pública y consiguió un pronunciamiento que resultó favorable: en esa segunda ocasión Alejandro sí fue escuchado y el magistrado apreció los requisitos necesarios para autorizar el cambio, que se apoyan en la jurisprudencia del Tribunal Constitucional y del Supremo: estabilidad y madurez.
El caso de Alejandro no es el único. A lo largo de 2022, al menos tres registros han tenido que modificar la mención al sexo de personas menores de edad sin que éstas tuvieran que mostrar diagnósticos ni informes de ningún tipo. Así ocurrió en octubre de este año con Andrea, un niño de Valencia de la misma edad que Alejandro. Tal y como adelantó El Salto, el acta de nacimiento de Andrea será modificada para adecuarse a su identidad tras estimar la petición de su familia. También en Tenerife, un registro ha tenido que adecuar el acta de nacimiento de Lois, una niña de 9 años cuyo caso se conocía en febrero de 2022.
Tras estos pronunciamientos está el trabajo de la organización Euforia Familias Trans Aliadas. Lejos de los focos —puestos ahora en el PSOE por sus intentos de recortar la autodeterminación de género en la Ley para la igualdad real y efectiva de las personas trans y para la garantía de los derechos de las personas LGTBI—, la asociación ha ido haciendo desde mediados de 2021 un trabajo que empezó a dar sus frutos en 2022.
Porque, pese a no existir ninguna regulación estatal que permita el cambio de la mención al sexo de personas menores, Euforia mantiene que la jurisprudencia existente permite, de hecho, hacerlo, como acreditan estos casos, que también acreditan otra cosa: que la infancia trans existe, como señala Alejandro.
“Lo que soy en realidad”
Lara, Tania, Fernanda y Jess, a diferencia de Alejandro, Lois y Andrea, no han podido cambiar la mención al sexo de su acta de nacimiento, aunque en algunos de sus casos sí hay ya un cambio de nombre, un trámite mucho más sencillo, ya que la normativa permite hacerlo si se justifica el uso de un nombre distinto al que consta, entre otros motivos.
Lara es una niña trans de 7 años. Para modificar su nombre en el registro, explica a El Salto, “me llevaron con un juez y me hizo unas preguntas sobre cómo se llaman mis amigues, mi hermano, mi hermana…”. La mención al sexo no ha sido modificada en sus documentos. “No entiendo por qué no quieren que tengamos los datos correctos en nuestro DNI —lamenta—, desde que decimos quiénes somos se nos tiene que respetar”.
Tania, que tiene 10 años, cambió su nombre cuando tenía 8. Así explica cómo lo hizo: “Tuve que ir a un sitio una mañana en vez de ir al colegio, un sitio raro lleno de sillas vacías, y decírselo a una señora que en ese momento me pareció muy rara y me hizo unas preguntas… a qué jugaba con mis amigas, qué ropa me gustaba ponerme —si pantalón, chándal o falda—… ¿y por qué me hicieron esas preguntas..?”, reflexiona.
A Tania le gustaría poder cambiar la mención al sexo de su DNI “porque es lo que soy en realidad”. “¿Por qué yo no voy a poder tener mi sexo en el DNI si tú lo tienes puesto? Mi amiga Paula ha ido en un rato de una mañana a hacerse el DNI y yo quiero hacerlo como ella, de una manera sencilla”, explica.
Fernanda tiene 14 años y todavía no ha podido cambiar ni el nombre ni la mención al sexo de sus documentos, aunque está en proceso de hacer lo primero: “Yo me voy a cambiar el nombre justificándolo por uso común porque, si no, el proceso es mucho más tedioso”. Sobre el cambio de la mención al sexo, se muestra reticente: “Todavía no he podido empezar con el cambio ya que hacen falta dos años de hormonación, cosa con la que no estoy de acuerdo”.
Jess tiene 15 años y también cambió su nombre en el registro. Sobre el cambio de la mención al sexo, asegura que ni siquiera sabe si lo quiere hacer. A quienes quieren poner límites a la autodeterminación de género les diría que no se metan. “Si no te gusta, pues no mires, pero déjame ser quien soy”, zanja.
La presidenta de Euforia Familias Trans Aliadas, Natalia Aventín, cree que lo único que están haciendo las familias de estas niñas, niñes y niños es comportarse de la misma manera que con un niño o niña cis: “Hay que escucharles, acompañarles y garantizar que se desarrollen libremente; es lo que estamos haciendo las familias de Euforia con nuestros hijas, hijes e hijos”.
El PSOE anunció este lunes 28 de noviembre que no retiraría sus enmiendas a la Ley trans con las que quiere que menores de 12 a 16 años necesiten el aval judicial para poder cambiar el nombre y el sexo en el Registro Civil, una exigencia que el texto actual contempla únicamente para menores de 12 a 14 años. Euforia Familias Trans Aliadas cree que no deberían ponerse límites de edad de ningún tipo a la autodeterminación de género.
El Grupo Socialista entiende que este cambio dotaría de mayor seguridad jurídica a la ley. La ministra de Hacienda, María Jesús Montero defendía este lunes la necesidad de esta autorización judicial para cambiar de sexo en el registro asegurando que dicha enmienda va dirigida a “reforzar la seguridad jurídica de los menores”, algo que es “imprescindible y fundamental”, un posicionamiento que ha puesto en alerta al Ministerio de Igualdad por las consecuencias que puede tener en la fase actual de la ley, que se encuentra en tramitación en el Congreso. Irene Montero se ha mostrado “muy preocupada” ante la posibilidad de que socialistas y PP unan sus votos en el Congreso para “recortar derechos en las infancias trans”.
Sin ley trans, con respaldo del Constitucional y del Supremo
Los tres autos conocidos hasta ahora siguen una argumentación parecida y parten de la Ley 3/2007, de 15 de marzo, reguladora de la rectificación registral de la mención relativa al sexo de las personas. En su artículo uno se recoge que tiene derecho a estas rectificaciones “toda persona de nacionalidad española, mayor de edad y con capacidad suficiente para ello”, dejando, por tanto, fuera a las personas menores de edad.
Pero una sentencia de la sala de lo civil del Tribunal Supremo de 2019 abrió la puerta a la rectificación para menores de edad, reconociendo este derecho a un niño de 12 años. En ella se expresa que no es necesario someterse a procedimientos médicos o terapia hormonal, en consonancia con la doctrina expresada por el Tribunal Europeo de Derechos Humanos (TEDH). También advierte de que en el artículo cuatro de la ley 3/2017 se indica que no es necesario iniciar estos procedimientos “cuando razones de edad imposibiliten su seguimiento”.
A este pronunciamiento se añade el del Tribunal Constitucional, que estableció que este cambio ha de hacerse «sin discriminación de edad siempre y cuando se pueda demostrar que la persona tiene suficiente madurez y que su situación de transexualidad es estable».
De los tres autos conocidos llama especialmente la atención el de Ourense, en el que el magistrado se hace cargo del “claro aumento de las demandas del conjunto de la sociedad” en el mismo sentido que el de les demandantes, lo que ha llevado a la tramitación de un Anteproyecto de Ley para la igualdad real y efectiva de las personas trans y LGTBI, y dice buscar la coherencia con “el espíritu de la normativa futura, así como la que vienen marcando las resoluciones, como espíritu de amplitud y ampliación de los derechos de las personas”. Además, este magistrado entiende que “nada ganaría la sociedad en caso de negarle al menor el derecho a la modificación”. Es más, “el derecho a la identidad de género se encuentra íntimamente relacionado con la dignidad de todo ser humano y su derecho a alcanzar el libre desarrollo de la personalidad”.
Igual de válides con 2 que con 27
A las personas que quieren limitar la autodeterminación de género, Fernanda les diría “que tendrían que tener más empatía con las personas, que tendrían que imaginarse por solo un momento cómo es pasar tu infancia con una identidad legal con la que no te identificas y que cada vez que se dirijan a ti no te guste lo que oyes porque se dirigen a ti por un género que no es el tuyo”.
Desde su experiencia, entiende que no puede ser necesario llegar a la edad adulta para que la identidad de una persona sea reconocida y se abra la puerta a su libre desarrollo. “Hay mucha gente que empieza su transición siendo muy pequeña y no les tienen en cuenta por su edad, esto no debería ser así”, dice Jess: “Las personas trans son igual de válides con dos años que con 27”.
Cuando se les pregunta si creen que la sociedad les percibe como un problema, la respuesta es unánime: “Sí”. Cuando se les pregunta qué podría aprender la sociedad de las infancia trans, varies contestan: “Que existimos”.
Pero no solo eso: “Se puede aprender lo bueno de la diversidad y aprender a jugar igual con personas distintas en algo, aprender que todas las personas somos distintas en alguna cosa”, dice Tania. “Podrían aprender de lo valientes que son, de lo pacientes que son y de lo que tienen que aguantar día a día [las infancias trans] para poder ser ellas, elles y ellos mismes y poder ser felices”, añade Fernanda.