El médico hondureño empezó su transición en 2019 y desde entonces ha sufrido violencia de todo tipo: hoy lucha por su comunidad desde el ámbito de salud
Fuente (editada): PRESENTES | Dunia Orellana | 9 NOV 2021
Vestido de ambo azul, Dylan Duarte, de 30 años y hablar pausado, es un modelo de serenidad. Detrás de esa tranquilidad hay una persona que decidió mostrarse al mundo tal como era en enero de 2019 y transicionar como varón trans en medio de la discriminación. También hay un ser humano cálido, con convicciones firmes, que ha tenido que enfrentarse la mayor parte de su vida a la sociedad machista hondureña.
“Fue un proceso paulatino, algo complicado”, dice Dylan a Presentes sobre el proceso que lo llevó a afirmar su masculinidad. “Tardé quince años en decidir aceptar quien realmente soy”.
En el camino se enfrentó, como muchas personas LGBTIQA+, a la violencia gradual. Primero a las burlas crueles, luego a la falta de oportunidades y al final a una brutalidad física que lo marcó. “Hubo agresiones verbales, psicológicas y sexuales que causaron heridas”, dice Dylan.
Un camino pedregoso
Antes de aceptar su identidad y expresión de género, Dylan recorrió un camino difícil que comenzó el día en que descubrió que le gustaban las mujeres en su nativa Siguatepeque, en el departamento de Comayagua, zona central de Honduras.
“Me inculcaron que lo normal era una chica y un chico y que la homosexualidad es un pecado”, dice. No solamente Dylan ha sufrido por el estigma y la discriminación en Honduras. Recientemente más de 10 organizaciones sociales denunciaron a grupos religiosos por utilizar a las personas LGBTIQA+ como objeto de burla en las campañas de desinformación en el actual contexto de las elecciones hondureñas a celebrarse el 28 de noviembre del 2021.
Para evitar problemas, Dylan prefería decirles a sus amigas que tenía novio. Pero su hermana ya sabía: “Lo notaba en mi forma de ser, en mis expresiones. Para mi mamá sí fue impactante”.
La liberación vino para Dylan en la forma de un viaje al extranjero. Estudió Medicina con una beca en Cuba, donde aprendió mucho: “Todos tenemos derecho de expresarnos cómo nos sentimos y conocí organizaciones de la comunidad trans”, dice.
Dylan se hizo médico, aunque viene de una familia de artistas. Enamorado del dibujo, al principio quería ser arquitecto. Pero cuando el cardiólogo de su mamá la ayudó a vencer la muerte, Dylan cambió de idea. “Quiero ser médico”, pensó. Su sueño es ser cardiólogo, neumólogo o pediatra. “Amo a les niñes con todo mi corazón”, afirma.
Alentado por la libertad que vivió en su estadía como becario en el extranjero, Dylan transicionó y comenzó a usar hormonas el 4 de mayo de 2019.
Entonces su mundo volvió a dar un giro completo.
Hormonización y problemas de salud
“La voz me cambió”, dice. “No hablaba así antes de usar testosterona”. La hormona le causó problemas de salud como a muchos hombres y mujeres trans. Dylan y muchas personas trans como él no solo chocan con dificultades de salud, sino también con un sistema sanitario que les niega atención y los medicamentos que necesitan para su transición. En Honduras las personas trans no tienen derechos a un cambio de identidad ni acceso igualitario a trabajo, salud, educación y derechos civiles.
“He buscado mi derecho a una transición dentro de los protocolos mundiales, el acceso a endocrinología, psicología y tratamiento en el país. Pero siempre nos los niegan, nos dicen que no está bien. Dicen que es pecado y mezclan la religión con la salud”.
Debido a los trastornos de salud, Dylan dejó la testosterona “un par de meses». He pasado por muchos cambios externos e internos. Los que más me afectan son los internos”.
Los cambios externos también le trajeron problemas. A algunes de sus colegas se les dificulta aceptar que Dylan es un hombre. Lo rechazaron. Lo vieron mal. Lo trataban como a un bicho raro. Usaron pronombres femeninos que lo herían. Pero el rechazo en su caso fue lo de menos.
Entonces ocurrió la violación.
“Nadie me hizo caso”
“Yo tuve una agresión sexual”, cuenta Dylan. Los ojos se le humedecen cuando recuerda lo que le sucedió en 2020, cuando denunció el ataque, pero nadie le hizo caso. “Lo comenté, pero no se le dio importancia ni se hizo nada al respecto”.
La violación fue el pico más alto de las violencias que sufrió cuando en el hospital donde trabajaba notaron los cambios en su físico y su voz. “Yo ya estaba en el hospital antes de comenzar con las hormonas”.
Los conflictos personales y el rechazo orillan a muchos hombres trans a tomar decisiones trágicas e irreversibles. “Lo que más afecta a la comunidad trans masculina son los suicidios”, dice Dylan. “Muchos, como yo, sufren violencia sexual, y tienen embarazos no deseados”.
Carlos Cálix, activista trans hondureño, señala que muy buena parte de las personas trans sufren violación, pero muchas veces sufren en silencio porque casi no son escuchandos. “Es difícil ser uno mismo en Honduras, pero lo intentamos a diario”. Por otra parte, Obrayan Robinson, de Negritudes trans, expresa que las personas trans masculinas en este país sufren de mucha violencia y prejuicio. “También sufrimos mucho acoso y hasta un trato diferente de irrespeto a nuestra identidad”.
Tiene esperanza
A pesar de los ataques en su contra, el ambiente laboral ha mejorado. Se retiró un tiempo del hospital donde laboraba, pero se reintegró ya con su nombre actual, Dylan. “Mis colegas empiezan a llamarme Dylan y a tratarme con los pronombres que me representan. Quienes no estaban de acuerdo con quien soy se mostraron más abiertos y me llamaban Dylan. Siempre una o dos personas hacían comentarios transfóbicos”.
En casos como el de Dylan, la sociedad tiene doble cara. Por un lado no acepta que Dylan es un hombre, pero por el otro le exigió comportarse “como hombre” cuando denunció la violencia sexual cometida contra él. “Cuando violentan a una chica, me dicen ‘es una mujer y vos sos un hombre. Vos sí puedes aguantar más, sos más fuerte, no te afecta, no sufrís violencia de género. Vas a poder con todo eso’. Pero realmente no lo saben”.
Los hombres trans sufren altos índices de violencia en su seno familiar. La violencia también se vive mayormente en el ámbito de la salud y educativo, señala el informe de la CIDH sobre la violencia que sufren las personas LGBTIQA+ en América.
En América Latina no hay datos oficiales sobre la interrupción del embarazo de hombres trans y menos de cuántas personas mueren por prácticas inseguras en condiciones de criminalización.
“Tengo una responsabilidad muy grande”
A pesar de las experiencias amargas, Dylan tiene la esperanza de que sus compañeres LGBTIQA+ logren encontrarse en un espacio “donde puedan hablar de lo que deseen y tener acceso a salud y todo lo que por derecho también nos corresponde, como al resto de la población”.
Dylan se siente profundamente responsable por toda la comunidad diversa hondureña. Sabe que él y sus colegas y compañeres tienen un camino muy largo que recorrer para que el gobierno y la sociedad acaben con la discriminación y abran los espacios laborales, de salud y de otra clase que merecen los grupos LGBTIQA+.
“Tengo una responsabilidad muy grande en la espalda”, dice. “No solamente por la comunidad trans, sino por la comunidad LGBTIQA+”. Su lucha abarca las amenazas y el rechazo para tratar de construir autoestima y respeto hacia la diversidad sexual del país.
El ideal de este médico siguatepequense es construir desde los cimientos un sistema de ayuda para personas LGBTIQA+ en todo el país. Está seguro de que de esa manera contrarrestará las críticas, amenazas y noticias de asesinatos y suicidios de personas diversas.
Una forma de empezar a lograr cambios en la sociedad hondureña con respecto a las poblaciones diversas es trabajar desde los espacios que Dylan conoce mejor. Y eso es precisamente lo que él está haciendo en contra de las adversidades con las que se topa a diario.
“A pesar de que la medicina es una profesión que tiene gran parte de la comunidad LGBTIQA+ dentro, es la que menos se preocupa por la comunidad”, señala. Sin embargo, no ha dejado en ningún momento de platicar con sus colegas, “gays, lesbianas o bisexuales, para ayudar al resto de la comunidad que no tiene acceso a la salud”.
Su trabajo con grupos vulnerables no se reduce a la atención a las poblaciones diversas de Honduras. También trabaja codo a codo con quienes han entrado en las zonas del país destruidas por los huracanes Eta y Iota en noviembre de 2020.
Ambos huracanes azotaron Honduras en un lapso de apenas 15 días. Dylan viajó a las zonas devastadas con equipos de colegas médiques para proveer atención en salud a les afectades.
“Pensé que no me iba a impactar tanto llegar a la zona norte y ver todo lo que vi”, cuenta. Contempló lugares todavía inundados meses después del paso de los huracanes, gente durmiendo a la orilla de la calle, bajo láminas de plástico, esperando comida y medicamentos.
Dylan trabajó con sus colegas varias semanas en la región destruida. Con “estudiantes de la universidad y egresades formamos un equipo de contingencia popular”, relata. “Trabajamos en la recaudación de donaciones de víveres y recibimos ayuda del extranjero para llegar a estas zonas a ayudarles. Queremos darle continuidad a esto hasta donde podamos”.