Fuente (editada): transcribiendo… | Oihan Iturbide | 4 junio, 2020
Les chimpancés, en su mayoría, viven en comunidades familiares donde cada individue es parte de la manada. En ella se sienten segures, se abrazan, se acicalan, juegan y cooperan, es decir, cuentan unes con otres para poder sobrevivir. No es raro que durante el confinamiento nosotres, les sapiens, hayamos descubierto lo mucho que nos parecemos a nuestres parientes. Probablemente, lo más difícil de esta cuarentena haya sido la falta de contacto físico y la sensación de soledad que hemos vivido en general.
Sin embargo, es bastante común que las personas trans experimenten este mismo aislamiento sin necesidad de que ningún virus amenace sus vidas. Cuando un ser humano no logra identificarse con les demás, siente que nadie comprende su vivencia y termina por apartarse del grupo, por no darse valor a sí misme, por renunciar a su propia experiencia para adquirir —aunque sea de forma postiza— otra vivencia, la que está socialmente aceptada: si tienes pene eres hombre, si tienes vagina eres mujer.
«El hecho de estar encerrado en casa rodeado de espejos me trastocó bastante. Cuando estás en la calle, tienes ese reconocimiento social que no has tenido antes, el que se dirijan a ti en masculino constantemente te va reconfortando porque ves que tus cambios físicos están siendo efectivos», Rubén explica así su experiencia durante el confinamiento. «Al estar en casa, sin embargo —como solo hablas con la gente de toda la vida— sientes que vas para atrás porque se equivocan al nombrarte». Rubén es profesor de secundaria, vive en Madrid y cada domingo participa en el Balcón Trans: «Al principio me dio miedo entrar, pero la verdad que necesitaba encontrar gente que me entendiese, que viviera lo mismo que yo, a veces la Psicología no puede ayudarte tanto como un grupo de gente que está pasando por lo mismo».
El Balcón Trans es una iniciativa de Transdiversa, una cooperativa formada por Pau, Leo y Ana cuyo objetivo es acercar las realidades trans a la sociedad y así convertirla en un lugar más habitable. En esta ocasión, y con la colaboración de Carla, han creado un espacio virtual seguro para todas aquellas personas que lo estén pasando mal. «La idea original era crear un espacio de acompañamiento y apoyo para personas trans, teniendo presente que a raíz del confinamiento surgen un montón de situaciones difíciles que se dificultan aún más si nos toca vivirlas solas», explica Carla, poeta y psicóloga de Panamá ubicada en Madrid. «Por ejemplo, muchas personas se vieron de repente separadas de sus redes afectivas y/o encerradas en entornos donde no son ni aceptadas ni respetadas. Nos pareció necesario un espacio donde pudieran encontrar apoyo, así como también conocer y conectar con otras personas pasando por situaciones similares y así sentirse menos solas».
La relación con el cuerpo es uno de los temas que se tratan, pero en el Balcón también se habla sobre cualquier dificultad en el entorno laboral, afectivo-sexual, familiar, social o de salud. «Antes del confinamiento pasaba más de doce horas con el binder puesto, llegaba un momento en el que mis costillas pedían socorro, no podía tumbarme boca abajo porque me dolían muchísimo». Ekai es estudiante de Biología y explica que el Balcón le ha ayudado a afrontar mejor la relación con su cuerpo: «Está siendo una oportunidad para descansar del binder y, de paso, intentar reconciliarme con mi cuerpo; he pasado de no poder mirarme al espejo, a lavarme los dientes sin ponerme la parte de arriba del pijama, así consigo ver que esa parte del cuerpo forma parte de mí y no me quita identidad».
¿Podría una persona cis1 comprender el dolor que hay detrás de comentarios como los de Rubén o Ekai? ¿Sería capaz de imaginar una vida en la que su bienestar diario dependiera del pronombre que usara la gente que le rodea? ¿Se sentiría parte de un grupo de personas que no le ven? El Balcón Trans ha resultado ser una maravillosa tribu donde la libertad, el respeto y el cuidado mutuo son absolutos. «A mí me encantaría que se mantuviera este espacio más allá del confinamiento», dice Rubén entusiasmado, «nos hemos convertido en una familia, dispuestos a ayudar a quien lo necesite; el otro día, por ejemplo, cinco personas se ofrecieron para acompañar a otra que se quería operar, y que no contaba con apoyo en su entorno».
En este punto, coinciden Carla, Ekai y Rubén, el Balcón está siendo un lugar en el que expresarse sin temor a ser juzgade, sabiendo que los miedos son comunes y que es el mejor sitio para coger las fuerzas necesarias con las que afrontar la semana. Convivir un par de horas cada domingo con personas que han dinamitado todas las convenciones en torno al género, representa una oportunidad para mirar más allá y deconstruir todo lo que nos ha enseñado esta sociedad. Pero, sobre todo, es una ocasión única para experimentar la sensación de pertenencia, de ser viste, comprendide y de estar acompañade.
Si eres una persona trans, o en cuestionamiento, con ganas de compartir o de escuchar, puedes unirte cada domingo a las 18:00 h, la participación es libre y gratuita. Solo tienes que escribir a info@transdiversa.org
1. Personas cuya identidad sexual coincide con aquella que les asignaron al nacer