Ausentes de las insistentes campañas publicitarias por el Día del Padre pero también de los imaginarios, la paternidad ejercida por las masculinidades trans o no binarias es una de las formas más invisibilizadas por la sociedad.
Fuente (editada): telám | María Alicia Alvado | 19/06/2021
Ausentes de las insistentes campañas publicitarias por el Día del Padre pero también de los imaginarios, la paternidad ejercida por las masculinidades trans o no binarias es una de las formas más invisibilizadas por la sociedad, ya sea en relación a la descendencia nacida antes del tránsito, ya sea en relación a su deseo de paternar.
«Hay una cuestión generacional en esto de empezar a preguntarnos sobre las posibilidades de ser padres pero también una necesidad de ampliar la agenda de las transmasculinidades, que siempre quedó supeditado a la transición de género, es decir, a masculinizar un cuerpo», dijo a Télam el docente cordobés Santiago Merlo (45), papá trans adoptivo de Lola (9) y moderador de la Jornada Nacional de Paternidades Trans.
Por eso, el principal objetivo de este encuentro fue ofrecer «información de primera mano para que les compañeres, estén donde estén, sepan que hay muchas posibilidades de acceder a un derecho -el de paternar- que nos estuvo siempre negado».
Es que esa ausencia de representación impacta en la manera en que se ven a sí mismes.
«Hay un montón de compeñeres que creen que al empezar una transición tienen que dejar de lado el sueño de tener una criatura, que es una cosa o la otra, y en realidad no es así», explicó a Télam el neuquino Benjamín Génova (35), papá trans de Macarena (20) y Agostina (15) a quienes tuvo antes de su tránsito, hace 10 años.
Y en esta misma lógica de incompatibilidad, por otro lado, muchos varones trans que ya tienen prole demoran su tránsito porque el «miedo mayor es al rechazo» de sus hijes, un miedo que en su caso -como en el de tantes- resultó infundado porque ellas lo asimilaron «desde el amor», le reprocharon sólo el que no lo hubiera dicho antes y rápidamente «pasaron de decirme mamá a decirme papá».
La otra problemática recurrente entre las transculinidades que son o quieren ser padres es el «vacío legal» respecto a elles tanto en la ley de Técnicas de Fertilización Humana Asistida como en la de Identidad de Género.
Máximo Toledo (35) quien junto a Nadia tuvieron el año pasado a Kai por el método R.O.P.A, es decir «con óvulo de papá y útero de mamá», contó que, por ejemplo, a la pareja se le negaba el acceso a este método de fertilización asistida de alta complejidad porque «nos decían que ella tenía que pasar antes por tres inseminaciones con gameto donado, con lo cual yo quedaba afuera de la participación genética».
A Santiago, en tanto, en la clínica de fertilidad le dieron una ficha para llenar donde le pedían hacerse un espermograma –algo biológicamente imposible para él- y le terminaron recomendando que se inscriba con su vieja identidad porque «será más fácil que salga la aprobación del tratamiento si figuran como dos lesbianas».
Por su parte, Benjamín tiene a sus dos hijas «en la ilegalidad» porque «ningún registro civil» le quiere rectificar la partida de nacimiento donde aparece su «nombre muerto», es decir, el que le fue asignado al nacer y él modificó a partir de la ley de Identidad de Género.
Entre quienes participaron en la Jornada se encuentra el cordobés Julián Sosa (31), quien junto a su expareja tuvieron hace 9 años a Santino por inseminación artificial de donante.
«Nuestro camino arrancó como dos mamás porque mi transición la inicié hace dos años, cuando Santi ya tenía seis», compartió con Télam este papá no gestante que descubrió haciendo terapia la inconsistencia entre el sexo que le asignaron al nacer y su sentir más profundo.
Como resultado de este cambio, el niño pasó de tener «dos mamás» a tener «un papá y una mamá», pero Julián asegura que aquél fue «un proceso muy paulatino y amoroso», prueba de que «les chiques son mucho más flexibles y lo viven tan espontáneamente que uno va aprendiendo de elles».
«Santino tuvo un quiebre cuando le dije que me iba a hacer una cirugía (mastectomía); fue un momento que lloró muchísimo siendo muy chiquito, pero siempre dice que era porque creía que me iba a doler. Yo creo que en su interior venía procesando otras cosas y estaba despidiendo una mamá para darle espacio a un papá», analizó.
Tres años después, Julián no duda en asegurar que a partir del tránsito compartido, el vínculo «se enriqueció totalmente» con su hijo.
Si bien no han sentido discriminación en la escuela y en otras instituciones donde les toca transitar, le consta que a muches compañeres «les pasan cosas terribles» y llamó la atención sobre la aceptación condicionada de muchas personas.
«Cuando uno dice ‘mi identidad es ésta’, enseguida te dicen ¿y para cuándo las hormonas? ¿Y para cuándo la cirugía? Yo lo hice por una decisión personal, pero otres no lo hacen y también está perfecto, no tiene por qué haber esta presión para que lo hagas de determinada forma», resaltó.
Máximo Toledo, por su parte, asegura que su bebé Kai –hoy de un año y tres meses- lo sacó del closet «porque cuando yo fui construyendo mi deseo de procrear, me di cuenta que era una persona trans».
«Con Nadia éramos una pareja de chicas, pero decidir quién gesta y quién no, me hizo mirar mi cuerpo, preguntarme quién era yo y verme en el espejo como una persona trans, sobre todo porque me imaginaba criando a une hije y me sentía muy hipócrita haciéndolo como mujer», dice el joven que se declara persona trans no binaria.
El compromiso de esta pareja con el respeto a la identidad autopercibida y una sociedad más inclusiva hace que a su bebé le hayan puesto un nombre sin género, utilizando el pronombre neutro, ropas y juguetes sin marcas.
Benjamín Génova es el que tiene hijas más grandes y como papá le está tocando una situación que define como «hermosa experiencia»: tiene un yerno trans porque su hija mayor está de novia con un varón trans.
«Son muy felices desde hace cinco años», afirmó y también destacó que se puede compartir la paternidad con «el papá cis» de la menor de ellas que «es un tipazo que siempre estuvo presente».
«Aún estamos muy lejos de que se garanticen nuestros derechos porque la ley de Identidad de Género no contempla el acceso a la salud sexual reproductiva de las personas trans y la ley de Reproducción Humana Asistida habla de orientaciones sexuales pero no de identidad de género. Hay un gris en ambas leyes que hay que problematizar y resolver porque lo que no está contemplado en las leyes no existe», concluyó Merlo.