Fuente (editada): elPeriódico de Aragón | Fernando Mantecón | 25·06·21
La activista oscense y presidenta de la asociación ‘Euforia, Familias Trans Aliadas’ se muestra muy crítica con las trabas que está poniendo el PSOE, a la hora de elaborar una ley trans que reconozca realmente los derechos del colectivo
-¿Hay alguna fecha límite para que el Gobierno presente la ley trans, que parece inminente pero no llega?
-Fecha no, el PSOE quiere ir al Orgullo (el próximo fin de semana) y hacerse la foto. Lo consideran parte de su patrimonio político, pero no sé qué pasará. Piensan que con presentar la ley ya han cumplido, pero otra cosa es que el activismo lo dé por bueno. No me parece legítimo utilizar un movimiento social para hacer política.
-Se centra mucho el debate en la presentación del proyecto, pero luego tendrá que llevar su trámite parlamentario, ¿no temen ningún revés en ese sentido?
-La propuesta inicial del Ministerio de Igualdad no salió adelante porque el PSOE votó en contra, si esta la apoyan no habría obstáculos. El problema que tienen es interno, llevan la bandera LGTBI pero la T se les cae. Además, en Aragón, donde siempre ha habido muy buena disposición hacia el colectivo, tampoco se le afea al Gobierno lo que está haciendo, hay una disciplina de partido tremenda.
-Al menos parece que el obstáculo principal, la autodeterminación de la identidad sexual, ya la han asumido, ¿no?
-No, lo han vendido muy bien, pero no. Se sigue hablando de un “plazo de reflexión” de tres meses y se restringe a mayores de 14 años, cuando las personas más vulnerables son a edades tempranas. Precisamente en la sentencia del Constitucional sobre Patrick (su hijo, cuyo caso sentó un precedente en el derecho a cambiar el registro civil) él tenía 12 años, y el fallo decía que era discriminatorio no incluir a las personas menores. Que te impongan una identidad que no es la tuya hace daño a cualquier edad. Además, la ley ni menciona a las personas no binarias ni a las migrantes.
-¿Entonces no están satisfeches con la ley?
-En la ley, de 49 folios hay 3 sobre derechos trans, en los que se incluyen párrafos llenos de perogrulladas, como que si se cambia el nombre en el registro también se hará en Educación, Sanidad, etc. Pues claro, como a todo el mundo. El resto de la norma es una ley LGTBI, y ni siquiera es buena, se basa más en intenciones (“haremos, reconoceremos”) que en derechos efectivos.
-¿El colectivo trans se ha quedado a la cola en el movimiento LGTBI a la hora de conseguir derechos?
-Sí, es el último. El 28-J lo que se conmemora es Stonewall, donde fueron trans, travestis, quienes se enfrentaron a la Policía hartes de agresiones. No eran hombres gays blancos, eran migrantes, trabajadoras sexuales… Y sin embargo, se habla de orgullo gay: hay ministros homosexuales, pero ¿dónde están las personas trans? Siguen en posiciones de marginalidad, de vulnerabilidad. Llegar a cualquier lugar les supone mucho esfuerzo porque no son bienvenidas. Aún se piensa que lo son porque quieren, o que es un juego, un capricho. Hay un desconocimiento brutal, que también se refleja en la ley.
-¿Lo perciben también en parte del feminismo, que se opone a la autodeterminación de la identidad sexual? (Este mismo sábado hay convocadas marchas por ello en Madrid)
-Yo estoy metida aquí en la Asamblea Feminista del Valle de Benasque, y he participado en nacionales, en la coordinadora del 8-M, organizando charlas, manifestaciones… Y generalmente, el feminismo es incluyente. El problema es que parte del feminismo es privilegiado, les pilla muy de lejos la interseccionalidad. No han pisado una asamblea ni discutido con nadie en la vida, pero tienen una capacidad de llegar a los medios que el resto no tenemos. Es contradictorio, porque para luchar contra el sexismo hacen una división estanca en la que mucha gente no encaja. Un argumento que excluya no cabe en el feminismo, que es la lucha contra la desigualdad.
-En Hungría se promulgan leyes homófobas, en Madrid se habla de revisar normas de igualdad ya aprobadas… ¿temen un retroceso de derechos?
-Los derechos no solo se han de conseguir, hay que protegerlos. Pero no solo estos, todos: nos ha pasado con los laborales. Hay una tendencia a la pérdida. Hay normas que los hicieron retroceder, como la ley mordaza o la reforma laboral, que no se derogan. O espabilamos o se nos comen.