Fuente: Universidad Camilo José Cela (IUNIVES) | 18/03/2021
Hace apenas unas semanas, Mel Constain, psicólogue, sicodramatista y sexólogue, se asomaba a nuestra plataforma virtual para impartir una clase a nuestro alumnado del master universitario en Sexología, Educación sexual y Asesoramiento sexológico. Mel, fue recientemente alumne en este mismo máster y, ahora, ya sexólogue, tiene muchas cosas que contarnos sobre la brillante investigación que realizó como trabajo fin de máster, que obtuvo una de las mejores calificaciones de su promoción.
“Lo innombrable. Desarrollo identitario de las personas no binarias” fue la temática elegida por Mel. Trabajos como este son más que necesarios para visibilizar la realidad de las personas no binarias y dar a conocer las dificultades a las que se enfrentan a lo largo de sus vidas de manera constante. Queda mucho por hacer, pero sin duda el activismo de Mel, y el conocimiento científico generado por su investigación, son un buen comienzo para que la realidad de las personas enebé sea cada vez más visible en esta sociedad donde todo (o casi todo) gira en torno al binarismo en el sexo, en torno a hombres o a mujeres. O una cosa o la otra. Y si no encajas ahí, directamente no eres, no existes.
Hablamos con Mel sobre su investigación y sobre la realidad de las personas enebé, y hemos querido compartir contigo esta interesante entrevista que no tiene desperdicio. Que ustedes la disfruten.
Mel, un trabajo de investigación como este, sobre esta temática, es necesario para que el no binarismo se comience a visibilizar también dentro de los ámbitos profesionales y científicos. ¿Te encontraste con artículos y conocimiento sobre este tema cuando recopilaste información para tu propio trabajo, o también hay invisibilidad?
Mel: Hay una invisibilidad aún mayor en el ámbito profesional y científico. No debemos olvidar que lo académico, lo profesional y lo científico atiende aún más fuerte como institución a los parámetros sociales. Además, son áreas dónde se sustenta el poder y la asimetría social. Esto lo vemos claro cuando hablamos de quién lleva la dirección de los centros, quiénes tienen los cargos de poder: los hombres, aún en temas que conciernen mayoritariamente a las mujeres. Pues con este tema, al igual que con todos los temas no normativos o periféricos, el poder no está en elles. Por tanto, lo que más vas a encontrar en el ámbito profesional y científico son cuestiones para mantener el sistema, o desde una mirada completamente endocisaloheteromonopatriarcal capitalista, capacitista y colonialista. (Adicionalmente, me focalicé por cuestión histórico-cultural sobre todo en el ámbito hispanohablante, en escritos anglosajones aparecían más términos, diversidad y más bibliografía.)
El binarismo ha sido una imposición desde hace años. Un ser completo y uno complementario: el hombre y la mujer. La humanidad la ganabas a medida que cumplías esto, y también ser civilizade, educade, etc. Las personas racializadas empezaron a tener derechos y a ser consideradas cuando cumplían esos parámetros “no animales” de ser binarias: hombres, mujeres, heterosexuales y dirigidas a la familia normativa, reproductiva y productiva.
Por tanto, sin desviarme más, me encontré con pocos artículos de renombre o reconocidos, o con “impacto” (aún menos sin una visión patologizadora y normativizante). Para poder encontrar material tenía que irme a las periferias, a campos no tan reconocidos, a las ciencias sociales, la Antropología, a los recovecos de la literatura relacionada a lo transexual, transgénero, travesti donde, aún allí, éramos “lo otro” o lo que “también puede darse”.
Me apoyé mucho en estudios de Abya Yala, donde se ha dado cabida desde una visión no tan patologizadora, y tuve la suerte de toparme (y el re-buscar) con profesionales que habían iniciado camino desde publicaciones universitarias, o habían empezado a dar visibilidad, como Lucas Platero e Isabel López
Y en la propia Sexología, y ya como sexólogue que eres, ¿cómo valoras el tratamiento que se da a las personas no binarias?
Mel: Ufff, es una pregunta dura. Creo que no valoro la forma de trato hacia las identidades o personas no normativas. Hay, como en todas partes, personas o grupos en la Sexología donde lo “desconocido”, desde su mirada, desde su lugar, es tratado desde el respeto, el cuidado y la curiosidad. Desde una diversidad real, no solamente una fachada. Ahí, ahí valoro tremendamente que desde no tener ni idea, desde la humildad, el cuidado y el aprendizaje se tome en cuenta las realidades enebé.
Sin embargo, la Sexología no se aleja de la sociedad. El conocimiento no te hace siempre desprenderte de la LGTBIAQfobia y dejar de actuar desde los derechos y el bienestar. Incluso a veces te pone en una posición de poder en la cual no revisamos el privilegio con el que tratamos realidades que no vivimos. Creo que, como en todo, hay un gran espectro donde hay personas que no entienden pero siguen a lo suyo; donde hay personas que no entienden pero se acercan y tratan de seguir creciendo y aprendiendo qué significa realmente la diversidad; hay otras que lo entienden, lo acogen y son conscientes de sus limitaciones; y quienes acogiéndolo, entendiéndolo, dan cabida a la realidad cediendo el espacio y revisando los privilegios desde los que tratamos la realidad. Pues al final, nuestra posición social nos coloca en un lugar diferente en las identidades. Y quitarnos esa idea de que lo científico y lo profesional tiene «La Verdad» y es quién sabe «Todas las Realidades Plausibles», es difícil. Nos hemos olvidado de que la ciencia va por ensayo y error, observando, un paso por detrás, describiendo, probando, interviniendo en lo que ya sucede, y que es lo que ya sucede lo que nos enseña, lo que investigamos, y no a la inversa. También se nos olvida el objetivo o los porqués de la ciencia. No solo es conocer, sino buscar formas de mejorar la calidad de vida y bienestar de las personas, para ello tienes que conocer la vida de las personas, a las personas, lo que son sus necesidades y escuchar, no dar por hecho y partir sin revisar tu lugar. Nos queda mucho que aprender del conocimiento situado y la reflexividad para hacer una ciencia realmente científica.
Mel, teniendo en cuenta que el no binarismo es una realidad muy desconocida y de las más invisibilizadas e incomprendidas, ¿Cómo se las arregla una persona que se sabe diferente, que no encaja en las categorías de sexo y género preestablecidas socialmente?
Mel: Pues sobrevive como buenamente puede. Y quiero destacar esto: sobrevivimos.
Primero, depende mucho de la edad de la que estemos hablando, del tipo de entorno o microsistema, de sus sucesos vitales y de su propia personalidad. Por ejemplo, en mi investigación vi muchas diferencias entre una historia en la que el entorno era poco binarista, le permitían fluir, actuar, y la atribución causal era externa y su personalidad no necesitaba un feedback social tan urgente. Esta persona tenía una variedad de herramientas, autoestima, auto-concepto que le permitió vivir y vive con mayor bienestar. Por tanto, primero hay que tener en cuenta quién se las arregla, sus herramientas, su entorno y las herramientas de este.
Por otra parte, recogí diferentes estrategias de supervivencias. Durante la infancia se van dando cuenta de que hay algo diferente en elles, pero no tienen ni idea de “el qué”. Como todes les peques, tratan de aprender las normas sociales y de tener una aceptación social, que les quieran, ser parte de su espacio. Consecuentemente, comienza una hipervigilancia, empezamos a ser “analistas sociales” con una corta edad, en la que estudiamos las identidades y tratamos de interiorizar lo que dicen que nos corresponden. Claro, no cuentan con que ello no tiene sentido para nosotres, y al final interiorizamos mucho machismo, y que mostrar cómo somos es arriesgado, conlleva a que no te quieran, te rechacen y te agredan.
A pesar de ello, hay muchos intentos de expresarse y momentos de expresión. Hay quien tiene una imposición mayor ante sus formas (estrategia de intransigencia) y quienes tienen una menor imposición, o su ambiente no recibe esto y no lo permite. Entonces, tras estudiarte los comportamientos empleas la estrategia de camuflarte, ya sea mediante ocultación, invisibilizándote en el espacio o a través de la imitación. Esta imitación tiene dos líneas, por un lado, (1) tratas de hacer cispassing (pasar como persona cis, en estos casos como la identidad asignada) y aquí tienes una diversidad de actoreses impresionante, quienes son capaces de mostrar una masculinidad o feminidad y “que no se note” lo que no saben que no deben notar. Por otro, (2) aprendes a rechazar aspectos propios que socialmente son categorizados como masculinos o femeninos y te pueden delatar. Y la última pata del camuflaje que observé era la complacencia, ser lo que los demás esperan de ti, y en esta complacencia aceptas cualquier trato, aceptas ser por y para les demás, y esto es realmente peligroso porque nos deja en la vulnerabilidad absoluta de la violencia.
Siguiendo con las estrategias, hemos visto la intransigencia, el camuflaje, y vamos a ver las otras dos formas de sobrevivir. Por un lado la apropiación, tomas una identidad social “más tolerada” socialmente que la tuya (que sin saberlo no existe) y te empoderas y colocas desde ahí. Esto se da sobre todo con la identidad marimacho. Cuando tu expresión, tus formas, tu ser no encaja pero encuentras una palabra donde puedes expresarse sin tanta violencia como la no existencia, cuando dices: “Pues sí, soy una marimacho, esto es lo que me pasa, es cómo soy y listo”. Solucionas parte de la situación, encuentras un lugar que explica mejor que la nada tu situación. Además, es algo que te colocan y que, dentro de lo desprestigiado, al menos tiene un lugar y unas concesiones que te permiten respirar del análisis social y expresar una parte de ti con la excusa de “ah, es que es una marimacha”.
Finalmente, la última estrategia es la búsqueda de espacios alternativos, donde poder resistir (la ropa, la soledad nutritiva), donde recargarte de energías y autoestima (espacios virtuales, profesorado que te apoya, grupos mixtos) y espacios dónde poder explorar (espacios artísticos o digitales).
Durante la infancia y la adolescencia van a ir alternando estás estrategias y van aferrándose a ello. Por lo menos las generaciones que yo estudié no tenían un acceso a Internet tan temprano, por tanto, no podían tener palabras o formas de expresar en la infancia qué les sucedía. Normalmente no conocían qué era ser trans y, de hecho, los dos casos que sí que tenían referentes trans* binarios en la infancia aspiraban o trataron de guiarse por ello. Al punto de que une de elles sí trató de tomar una identidad trans* binaria en la infancia con consecuencias muy negativas por la respuesta familiar.
Por tanto, comprendí que es realmente importante saber que es un mito que lo sabes desde la infancia, no siempre puedes identificar qué es lo que sucede, no tienes las herramientas, vocabulario, referentes, recursos. A veces no es una cuestión prioritaria en ese momento (sobrevivir al acoso escolar o al sentimiento de no pertenencia te atarea bastante) o no tienes los recursos para enfrentarte a ello, ya que has aprendido que no debes hacer caso y debes ocultar lo que dicen tus emociones y tu expresión. Hay personas que lo tienen más claro, que los entornos no son tan inseguros y/o tienen recursos para exponerlo, y cada día tenemos una sociedad con más diversidad que hace que se hable desde la infancia. Pero en mi estudio casi todes lo planteaban a partir de la veintena o lo estaban explorando cercanes a los cincuenta.
Te agarras a sobrevivir, a poder buscar espacios donde te den afecto y, muchas veces, haces cosas por este “afecto” o simplemente por atención. Vi reiteradas veces que pasaban a complacer y aceptar situaciones que realmente no deseaban. Es decir, terminaban en relaciones de maltrato y violencia sexual. No hay un valor propio, se ha aprendido que lo propio es algo a esconder, que no te van a querer por lo que eres, por lo que cuando te muestran cierto afecto o deseo, pueden manipularte muchísimo en las situaciones. Y esto, esto es realmente peligroso. Trabajamos mucho para que las infancias se basen en la seguridad y el bienestar, y que estas infancias no se desarrollen así. Mientras haya una periferia que no sea “normal” y sea estigmatizante, tendremos menores, adolescentes y adultes envueltes en interacciones violentas, ya que no han podido construir un autoconcepto y una autoestima positiva que les facilite los límites, ni a identificar la violencia como violencia y no como amor o deseo, o que la soledad negativa les lleve a cualquier escenario.
Adicionalmente, una estrategia para sobrevivir son los procesos disociativos. Desconectas para poder vivir físicamente en una realidad con la que no sientes conexión alguna. Y es duro plantear que los síntomas disociativos, depresivos y ansiosos son lo más frecuente en todos los relatos que analicé. Son los últimos recursos del cuerpo para sobrevivir en un ambiente hostil, en la incertidumbre, y las únicas formas de mantener el cuerpo activo, ya que la mente, las emociones, están realmente dañadas, confundidas, heridas y violentadas.
Por suerte en esa búsqueda de espacios alternativos, se construyen y encuentran espacios seguros, espacios trans* y/o no binarios. Esto genera que de repente aparezca un sentimiento de comunidad. Esto te saca a flote, sabes que perteneces, que hay gente como tú, que no es una locura (disfobamente valorado), que no estás rote y brota la motivación. Pues el sentimiento de pertenencia nos moviliza hacia la comunidad, hacia el futuro, nos orienta, arraiga y da significados a la vida. Hay que tener cuidado, ya que a veces nos hace creer que tenemos que dar a esa comunidad y hacerla mejorar por encima de nuestras posibilidades, que debemos ser productives para la comunidad, y esto hace que se promuevan activismos sin cuidado, o que no se valore a las personas que no pueden salir del armario aún, que no pueden hacer activismo o que no les apetece. Pues la idea de que otres no vivan nuestras infancias a veces nos atormenta, o que no seamos lo “suficientemente trans*” por no salir con la bandera, pero precisamente porque se siente que no hay otras personas que se hagan cargo del bienestar y los derechos de las personas no binarias, y también porque no hay otres referentes validades.
Por tanto, recogí qué en la adultez los recursos que sirven son el tener una comunidad, un espacio de apoyo ya sea cis o trans*, pero que realmente acepte tu expresión, te valore y dé afecto. Sirve saber que tu percepción es la misma que la de otras personas, tener acceso a recursos para leer sobre otras realidades, conocer otras personas, poder reescribir tu vida con significados y llenar esos vacíos que llevan años. Son muy necesarios les referentes y los espacios seguros, para explorar y poder volver a ser sin miedo, y buscarte en toda esa disociación, ansiedad y tristeza. El activismo en muchos casos se vuelve una forma de aferrarse a la vida, de validar, validando y creando esos lugares para ti y para futuras generaciones. Sentir ese afecto, que te dice que está bien que seas tú y que se te quiere “aun” siendo enebé. Eso es a lo que se agarran, a lo que nos agarramos. Y no todo el mundo tiene alguien para que le acepte tal cual, por tanto necesitamos profesionales hablando de esto, necesitamos personas en los medios de comunicación, necesitamos personal educativo que acoja, necesitamos una sociedad que te incluya, no que te deje en los márgenes, te deje arrastrando el estigma y te exija “que te comportes” de una manera normativa.
En vuestro día a día, ¿cuáles son las dificultades con las que os encontráis las personas no binarias derivadas de las expectativas de género binarias imperantes?
Mel: Precisamente tengo un apartado que se llama “Lo cishetero en el proceso” que habla de esto. Primero, que las expectativas se parten en dos cuestiones, la primera es si eres hombre y mujer, y la segunda que no hay más opciones. Por tanto, si no encajas en ello, no existes, es mentira, eres una moda, quieres ser especial, es una ideología, eres algo monstruoso que atenta contra sus valores y las ideas principales de cómo funciona el mundo.
Luego, en el lenguaje, además de tener pocas formas de explicarlo ya que el lenguaje es binario, además tienes que debatir si tu existencia no es cierta ya que la RAE no lo recoge. Y, de repente. la ortografía que no les importaba desde que era necesaria para aprobar un examen, se vuelve el máximo código que se debe cumplir. Y esto por encima de tu bienestar, de tus derechos, de tus emociones y de todo, porque hay una ley superior que lo dice y tu bienestar, tu vida, pasa a ser insignificante.
Luego tienes la expresión: se supone que si eres hombre debes ser masculino, si eres mujer, femenina. Entonces… ¿qué nos queda a las personas no binarias? ¿La androginia? Esto es un mito al que tenemos que enfrentarnos. Primero que la expresión categorizada en estas dos partes es una cuestión completamente social no inherente a tus genitales desde que naces, tampoco a tu orientación ni identidad. Por otra parte, la androginia, como la masculinidad y feminidad hegemónica, no siempre es alcanzable, de hecho ninguna está construida para que la alcancemos, de modo que estamos en un malestar constante de demostrarla y de que no nos la arrebaten. Para finalizar, caracteres sexuados o fisiología no es identidad, orientación no es identidad, expresión no es identidad. Una cosa es cómo es tu cuerpo, otra es si te atrae la gente y quién te atrae, otra es cómo te expresas y otra es cómo y quién eres tú. Que se relacionan, sí, pero no esperamos que por tener la nariz chata seas homosexual, te expreses “x” y tu carácter sea “y”. A la expresión de una persona le damos unos significados binarios, clasificamos, damos por hecho. Hemos aprendido a basar nuestro sistema en identificar características y atribuir un género gramatical y una identidad determinada. Pero la identidad no es una cuestión visible. Puedes hacerla visible, pero no sabes a primera vista si soy de una ciudad u otra, de una religión u otra, si soy asex o bi, pues tampoco si soy hombre, mujer, no binarie o una identidad diferente. Y esa lectura de base, con una asignación tenemos que lidiarla todos los días. Y son estereotipos al final, es como dar por hecho que por ser mujer sabe cocinar o que por ser negro sabe pelear o que por ser gay sabe de flores. Vemos, etiquetamos, presuponemos y actuamos. Esto no respeta las identidades, atiende a nuestro imaginario y a lo que yo quiero que seas. Este es un punto necesario para eliminar la discriminación, dejar de dar por hecho y preguntar y conocer.
Otro gran apartado son los espacios, o más bien la carencia de los mismos, y la violencia que puedes vivir por no tenerlos (cuando no te los ofrecen siquiera), y son los baños, los vestuarios y los formularios. Hay dos opciones, hombre-mujer, masculino o femenino. ¿Qué haces? Aparte de recordarte que no existes, de obligarte a enmarcarte, puedes sufrir violencia por acceder o no acceder a uno de ellos.
Ya a partir de aquí, tienes una gran amalgama diaria de LGTBIAQfobia y transfobia externa e interiorizada. A la cual quiero destacar el tener que estar siempre disponible, feliz, de buenas formas y con el conocimiento y las estrategias pedagógicas para explicarle a cualquier persona, en cualquier momento, toda la información que necesita sobre tu identidad, aun usando palabras descalificativas, mitos insultantes y preguntas inadecuadas. Pero se plantea la obligatoriedad a quien no es normativo de saber, tener y deber, todo el tiempo, atender a la curiosidad y falta de información, independientemente de nuestras emociones, tiempo, formas en que nos traten e incluso acusándonos si no tenemos las respuestas que desean. Esa obligatoriedad de tener un banco de recursos mayor que la búsqueda de un navegador es violencia.
Dejándolas enumeradas: nombre, género gramatical/pronombre, desinformación sobre nuestras identidades, negación de estas, respuestas emocionales violentas hacia lo anterior, preguntas incómodas, acceso a baños, vestuarios u otros espacios segregados como deportes, espacios de ocio segregado, inexistencia en nuestros documentos y los formularios administrativos, insultos, bromas, enebefobia y transfobia en general. Sin contar con los problemas de rechazo familiar, acoso escolar, exclusión laboral, violencia médica, violencia en instituciones (residencias, alas psiquiátricas, centros de atención a la diversidad funcional o discapacidad…), violencia directa y, sobre todo, miedo e inseguridad constante de cuándo y cómo llegará esa violencia.
Soy mamá de una criatura, y este tema me preocupa. Me gustaría que creciera con buenas actitudes hacia la diversidad y que se pudiera vivir con satisfacción también en la diversidad. ¿Cómo puedo-podemos contribuir con nuestres peques a esto?
Mel: Me encanta esta pregunta, me hace realmente feliz. ¿Cómo hacemos que les peques tengan buenas actitudes hacia la vida? Fomentamos momentos de alegría, de interacción basada en el respeto, en la escucha, en el afecto, en los límites. Fomentamos que tengan acceso a diferentes estímulos, que puedan decidir entre elles. Les mostramos varios tipos de alimentos y de juguetes, y no solo se los mostramos, dejamos que atiendan a aquellos que quieran, y jugamos con ellos cuando los eligen. Tratamos de validar sus elecciones, autonomía, de enseñarles a lidiar con lo que no entienden y no juzgar negativamente quiénes son, sino los actos o las situaciones.
Pues ya tenemos la base, fomentemos que la diversidad sea lo que es: la realidad, lo cotidiano, lo divertido, lo que se respeta, escucha, se le da afecto y se pone límites a la agresión. Dejemos que tengan acceso diverso y elección, que elija la ropa, los juguetes con una variedad no estereotipada, y valoremos cuándo otres peques usan juguetes que a elles no les gusta; dejemos que prueben y cambien cuando deciden incorporar nuevas prendas. Dejemos que experimenten con los disfraces y la música, su cuerpo, su expresión y juguemos con elles en este proceso. Que se descubran y vean cómo otres se exploran, cambian de elección y es positivo, o se equivocan y también es positivo. Que se expresen. Cómo esto es divertido, esto es válido, esto es cambiante, esto es acogido, respetado y no se llena de juicio, miradas o agresiones como el silencio, sino de risas y compartir.
Que al igual que nos vamos preocupando en que sus cuentos, sus libros, sus series tengan familias “diversas” o no solamente de mamá y papá hegemóniques, que tengan más modelos de cuerpos validados para que no se acomplejen por cumplir determinados cánones gordofóbicos. Vamos a atender también a estos contenidos en cuestión de racialización, en cuestión de diversidad identitaria, vamos a dejarles ver la realidad simplemente. Elles no juzgan, aprenden a juzgar por la mueca de asco, miedo o temor de les adultes. Si aceptamos su diversidad, validamos su elección, le mostramos diversos tipos y caminos de cuerpos, identidades, orientaciones y expresiones, elles serán más felices, sean o no cis/trans y, además, sabrán convivir con la diversidad, con lo variante, con la incertidumbre, con el no juzgar; estarán a gusto con probar, equivocarse, pedir perdón, cuidar, respetar y pedir que se les respete.
Ama su diversidad, permítele su diversidad y todo el camino estará realizado. Muéstrale mil opciones, como en la comida, y aprenderá lo que le gusta, lo que no, a elegir, a combinar, a explorar y a cuidar.
Además podemos incorporar la pregunta del género gramátical, y ayudarles a que no den por hecho si alguien es chico, chica o chique. Hablarles de que cada persona descubre y construye su identidad y que elle tendrá que ir viendo dónde se siente más a gusto, siente que es su lugar y que sea cual sea se le querrá y cuidará, como se cuidan a quienes estén en otros lugares.
Sobre la ley trans (o lo que sabemos de su borrador) en debate en este momento, ¿se han tenido en cuenta medidas que mejorarían la vida de personas enebé?
Mel: En estos documentos previos y filtrados se incluye a las personas no binarias gracias a la movilización de las asociaciones trans, binarias, no binarias y de familias, que se está haciendo en los últimos años. De hecho se ha promovido la investigación para conocer las realidades no binarias desde el Ministerio de igualdad.
Pero para continuar necesitamos aclarar dos cosas: Primero, el concepto no binario es un paraguas que abarca multitud de identidades, al igual que trans* incluye muchas identidades, que cis incluye a muchas personas, que gay, lesbiana, etc. son conceptos que incluyen muchas vivencias con ciertos aspectos comunes. Este concepto esta mediado por el binarismo y el colonialismo, es decir, hay en otras culturas otros conceptos para nombrar a aquellas personas que no son hombre o mujer como se entiende socialmente – en esa cultura o en comparativa con nuestra cultura-. Y esto de “como se entiende socialmente”, en nuestra cultura es, además, constante, no fluido y excluyente: o eres uno o eres otra toda tu vida y nunca cambia. Es decir, no solamente tenemos hombres, mujeres y personas no binarias, hay otros conceptos fuera de estas categorías, personas que no toman estás tres categorías o que aún no conocen el término para poder apropiarse del mismo, personas que están cuestionando sus identidades, y la ley debe incluir la libre construcción, descubrimiento y determinación de la nomenclatura identitaria y estar incluida diversas formas de ser trans*.
Segundo, en España no hay una validación ni legitimización, ni acogimiento EXPLÍCITO en la ley para evitar discriminación de las personas no binarias ni afines (estás identidades no eurocéntricas que hablaba antes). Por tanto, no es que se mejore la vida de las personas, es que se nos permite existir en el marco legal, aplicando los derechos humanos que se llevan años negando. Tanto de forma general por negarnos la existencia, nuestros sentimientos, vivencias y arraigarnos a lo raro, lo enfermo, lo patológico, lo castigable, lo reconvertible, lo loco; como los DDHH que se recogen desde hace años por otros organismos, y los cuales se están vulnerando a pesar de estar adheridos a esos organismos internacionales.
Partiendo de estas dos cuestiones, sí, por fin aparecemos explícitamente como algo más que “otras identidades” u “otras construcciones identitarias” como ya se recogen en algunas leyes autonómicas. Esto genera que se empiecen a contemplar que se cumplan en nuestras identidades derechos como el de la no discriminación de la Constitución y que se penalicen determinadas actuaciones que atentan contra nuestra integridad, libertad y dignidad. Que se empiece a deslegitimar las violencias que recibimos, y que empecemos a aparecer con otro imaginario social, con otras potestades. Que puedan emerger otras cuestiones como investigaciones, creaciones de protocolos, cambios en las estructuras institucionales que generan violencia continua, inclusión y estrategias para que no seamos una población con riesgo de exclusión social en los aspectos básicos (académico, laboral y social). Ya que, por desgracia, hasta que algo no es nombrado, no es puesto como sujeto de derecho y no violencia. Hasta ese momento no tenemos calidad de personas, de humanes a les que cuidar y respetar.
Por ahora aparece que tengamos derecho a ser quiénes somos, aparece que tengamos derecho a expresarlo o no, como toda persona, y a poder denunciar o que sea un delito violentarnos. Aparece que esto sea necesario desde la infancia, que esto sea necesario aunque no tengamos “papeles” legales o seamos racializades, disca, diverses funcionales o mayores. Nos permite poder usar nuestros nombres, cambiarlos en la documentación, y hasta quitarnos la mención de sexo, acceder al asesoramiento, tratamiento, procesos medicalizados, acceder a que tengamos protocolos en educación, sanidad y laboral para no sufrir violencia y que haya una inclusión real.
Pero por ahora no creo que sea suficiente, creo que es necesario especificar más cómo se va a llevar a la práctica, cómo se interviene y evalúa en les agentes que interactuan diariamente con las personas. Creo que no es suficiente ya que por ahora, a medida que voy leyendo vamos desapareciendo. En las primeras páginas aparecemos, aparecen los primeros derechos pero cuando llegamos a cuestiones que tocan privilegios o cambiar la estructura y movilizar más agentes, vamos desapareciendo. Vamos desapareciendo en los medios de comunicación, en los medios modernos, vamos desapareciendo en los deportes, en los espacios institucionalizados (residencias, alas psiquiátricas, centros de día para disca, diversidad funcional, mayores, salud mental, centro de menores, etc). No aparecemos en la asistencia de lo afectivo, de lo relacional, en las violencias de pareja, etc. Progresivamente, vamos pasando de existir, ya que se nos nombra, a no saber qué hacer con nosotres, ya que planteamos la necesidad de hacer un cambio en la estructura violenta, sexista, patriarcal, colonialista, capacitista, capitalista, y no sé hasta qué punto estamos preparades para dar este salto. Por tanto, queda mucho que hacer. No es solo “permitir” que existamos y que si nos violentan haya unas medidas, sino que hay mucho que hacer desde los baños, los pronombres, el poder jugar en un equipo deportivo, entrar en una discoteca o rellenar un formulario administrativo.
Mel Constain. Persona curiosa focalizada en el bienestar y los derechos humanos, especialmente de colectivos oprimidos. Psicólogue, sicodramatista y sexólogue. Ante cualquier sugerencia, recomendación o pregunta, no dudéis en escribirme. Una forma de transformar y cultivar el bienestar es a través de la comunidad, la reflexión, las redes y los cuidados.
Para contactar con Mel: melconstain@gmail.com