Raquel Ruiz, portavoz de Euforia familias trans-aliadas, que en Burgos acompaña a unas 20 familias, celebra la puesta en marcha de esta ley, aunque asegura que «deja fuera a la infancia trans»
Fuente (editada): BURGOS CONECTA | Ruth Rodero | 8 MAR 2023
Ha sido uno de los puntos más polémicos de esta legislatura, la puesta en marcha de la Ley para la igualdad real y efectiva de las personas LGTBI (conocida como ‘ley trans’) que entró en vigor el pasado 2 de marzo de 2023. Sin embargo, en Burgos se celebra y aplaude, así lo indican desde Euforia familias trans-aliadas, que en Burgos acompaña a unas 20 familias de personas trans.
Raquel Ruiz, portavoz de la asociación, asegura que el principal beneficio de esta ley para las personas trans reside en la «tranquilidad que esta trae a muchas personas que hasta ahora debían justificarse por existir». «El hecho de facilitar los trámites para cambiar los datos en el registro civil es un paso enorme. En primer lugar, el no tener que aportar informes psiquiátricos, ya que la identidad sexual no es ninguna patología. Hay que tener en cuenta que no se trataba de una visita a salud mental y ya está, sino un seguimiento de su vida, que se veía escudriñada y cuestionada en muchas ocasiones cada poco tiempo», explica Raquel.
Además, remarca la importancia de que esta ley no obliga a pasar por un «tratamiento hormonal». Hasta ahora, para iniciar cualquier trámite era obligatorio «llevar un mínimo de dos años hormonándose». «Hay muchas personas trans que no se hormonan, no todas tienen las mismas necesidades. Tengo el ejemplo más cercano que se puede tener, mi hijo hace años decidió dejar de hormonarse por los efectos secundarios que el tratamiento le producía y, aunque ahora tiene 21 años e hizo su tránsito social a los 12, todavía no ha podido cambiar la mención de sexo en su DNI porque decidió poner por delante su salud. Con la nueva ley esto no pasará», celebra.
Porque uno de los principales cambios que esta ley introduce en el trámite de cambio de sexo es, precisamente, «no tener que presentar informes médicos». «Otro cambio es el tema de la edad, antes había que ser mayor de edad para solicitar el cambio de mención relativa al sexo en el registro, aunque esto no es del todo así. Ahora, toda persona de nacionalidad española mayor de 16 años podrá solicitar por sí misma ante el Registro Civil la rectificación de la mención registral relativa al sexo. Por su parte, las personas menores de 16 años y mayores de catorce podrán presentar la solicitud por sí mismas, asistidas en el procedimiento por sus representantes legales», cuenta Raquel.
Pero puede ocurrir que, en estos casos, exista desacuerdo entre las personas progenitoras o representantes legales, entre sí o con la persona menor de edad. «En este caso se procederá al nombramiento de un defensor judicial de conformidad con lo previsto en los artículos 235 y 236 del Código Civil. Las personas con discapacidad podrán solicitar, con las medidas de apoyo que en su caso precisen, la rectificación registral de la mención relativa al sexo y las personas menores de catorce años y mayores de doce podrán solicitar la autorización judicial para la modificación de la mención registral del sexo por procedimiento de Jurisdicción Voluntaria», indica.
Entonces, ¿por qué ha generado tanta polémica? «Realmente no lo entiendo. Esta ley da respuesta a algunas de las necesidades de un colectivo muy castigado. Creo que la polémica no está tanto en la cobertura de estas necesidades como en el reconocimiento del colectivo. Quiero decir, quienes no han querido que esta ley prosperase lo que no quieren es reconocer a las personas trans, no quieren admitir que son quienes dicen ser y embarran el debate con discursos de miedo y desinformación.
Pero al final la realidad está ahí, con solo dar un paseo por el centro de Burgos vemos la diversidad de nuestras gentes. Y es que las personas trans al final son parte de nuestras familias, nuestro alumnado, nuestra vecindad… Les conocemos y no son como nos lo quieren pintar, tienen o intentan tener vidas tan cotidianas como la tuya o la mía», reflexiona.
Con esta ley llega la posibilidad de la ‘autodeterminación de género’ que antes, paradójicamente, «para mayores de edad no era posible». «Los requisitos eran bastante rígidos, pero por otro lado sí, era y es posible. Hace dos años que el tribunal constitucional se pronunció sobre la inconstitucionalidad de dejar a menores sin derecho a su identidad solo por motivos de edad, concediendo tras años de proceso judicial el cambio registral a un menor. En el último año al menos cinco menores de Euforia han conseguido sentencias favorables, en distintos lugares de España y con edades que van de los 8 a los 12 años, por tanto sí que se puede y, aunque la ley haya dejado fuera a toda la infancia trans, estoy segura de que las familias no se van a conformar y seguirán luchando por el reconocimiento de las infancias trans», afirma.
Castilla y León, una región sin ley trans autonómica
En Castilla y León no existe una ley regional como sí tienen en otras comunidades, esto hace que la ley nacional tenga mayor relevancia para las personas trans de Burgos. «En Castilla y León no hay ninguna normativa al respecto, esto hace muy farragoso cualquier tema. Por ejemplo aquí no tenemos protocolo educativo (lo retiró la Junta de Castilla y León bajo la presión de Abogados cristianos), ni sanitario (se supone que llevan 4 años elaborándolo, pero no llega a publicarse nada). Ha sido imposible sacar un texto legislativo adelante, aunque se ha intentado en varias ocasiones en los últimos años, la poca disposición de la Junta lo hizo imposible, y siempre se emplazaba al colectivo a una ley Estatal», explica Raquel.
Y ahora esa ley ya está en vigor, aun así, Raquel deja claro que «habrá que estar alerta para que se cumpla y se pongan en marcha los mecanismos necesarios para que esta sea efectiva».
El feminismo y la ley trans
Existe también una corriente dentro del feminismo que, aunque ha reclamado durante muchos años la igualdad y reivindicado la necesidad de que la mujer deje de ser discriminada por el hecho de ser mujer, denuncia que habrá hombres que quieran cambiar el sexo legal para obtener «beneficios», algo que desde Euforia no entienden. «Es muy triste y un sinsentido que una parte del feminismo sea transexcluyente, no son muchas, pero hacen mucho ruido. Realmente no he escuchado por su parte ningún argumento sensato y no puedo entender un feminismo que no defienda los derechos de todas las mujeres y, además, reparta bulos y odio», lamenta.
Porque, además, deja claro que no sabe «a quien ni para qué le puede merecer la pena» someterse a este proceso ni de qué «supuestos beneficios» se trata. «Cambiar este dato implica no solo una letra en el DNI, sino que hay que vivir como tal y, por ejemplo, cambiarlo en todas partes: Seguridad Social, Hacienda, bancos, expedientes académicos, contratos». Además, «la ley establece unos términos», no es tan sencillo como ir «al registro y ya». «Hay que solicitar e ir a ratificar meses después, no es inmediato. Pero es que además existe algo llamado «fraude de ley». Se comete fraude de ley cuando se realiza un acto jurídico amparándose en una ley con la intención de alcanzar objetivos impropios de esa norma», indica.
Esta ley permite cambiar de identidad sexual sin la necesidad de haber iniciado un tratamiento hormonal y sin que un profesional de la salud mental diagnostique disforia de género, algo que para este colectivo es importante. Este cambio supone no tener su vida «tutelada y condicionada».
«Cada persona trans tiene unas necesidades, no se puede obligar a modificar médicamente tu cuerpo para que sea reconocida tu identidad, es un despropósito, la persona antes, durante o después de cambios en su aspecto es la misma persona. Además la disforia de género no es inherente a las personas trans, no son sinónimos, hay muchas personas trans sin disforia», aclara.
La ley también piensa en les más jóvenes y garantiza a les estudiantes su derecho a mostrar su identidad sexual e involucra a les docentes en el respeto a su decisión, así como en la difusión de contenidos relacionados. Un cambio que da valor a lo que sienten las niñas, niñes y niños y que hasta ahora parecía quedar en un segundo plano.
«Tiene todo el sentido que se garanticen estos derechos a les menores, porque se trata del libre desarrollo de su personalidad, y de respeto. Dices respeto a su decisión, la decisión no es la de ser quien es sino la de vivirse como tal en un entorno libre de prejuicios, y el centro escolar debería garantizar un entorno en el que sentirse protegido y libre para expresarse», afirma Raquel.
Además, «es importante que los contenidos se adapten para que en los temarios aparezca la diversidad, tanto de identidades como de familias. Lo lógico es que se contemplen todas las realidades y que les peques puedan encontrarse y reconocerse en esos contenidos. Y no se trata ya de hacer temarios aparte, sino de una inclusión transversal y natural», finaliza.