Un movimiento para hacer que la gramática española esté menos centrada en términos masculinos ha ganado amplia adhesión, incluso del presidente Alberto Fernández
Fuente (editada): Clarín | Daniel Politi | 16/04/2020
A tres días de declarar la cuarentena por coronavirus en Argentina, el presidente del país hizo un llamado a hombres y mujeres, argentinos y argentinas, a cooperar con el esfuerzo. También apeló a les «argentines», usando un término de género neutro que no existe en la gramática española tradicional.
No es la primera vez que el presidente Alberto Fernández, que asumió el cargo en diciembre, utiliza públicamente un lenguaje inclusivo en cuanto al género.
Pero su decisión de volver a hacerlo en un momento de crisis pública puso de relieve el alcance de un movimiento que desafía las antiguas reglas del lenguaje y trabaja para que el español utilizado en Argentina sea más inclusivo.
«Siempre estamos hablando de igualdad, y la verdad es que el lenguaje revela las desigualdades que existen en la sociedad en general», dijo una jueza de la ciudad de Buenos Aires, Elena Liberatori.
El año pasado, Liberatori desató una controversia al emitir un fallo en el que las palabras de género ordinario se escribían con una «e» en lugar de la «o» que generalmente se utiliza como masculino genérico en español.
La búsqueda de hacer que el español sea menos sexista no se limita a la Argentina.
En los Estados Unidos, por ejemplo, los estamentos político y académico, e incluso el diccionario Merriam-Webster, utilizan el pronombre «They» para referirse a las personas no binarias. También han adoptado la palabra «Latinx», como alternativa a latino, la forma masculina usada para englobar a todo el mundo como la predeterminada en español y que excluye a más de la mitad de la población. Si bien, utilizar la «x» al final de palabra no tiene mucho futuro porque no se puede leer.
Sin embargo, no todo el mundo acoge con agrado el cambio.
El empuje por la neutralidad de género también se ha encontrado con una oposición muy reaccionaria en todo el mundo, sobre todo de la más rancia institución, erigida como experta en el idioma español: La Real Academia Española, que supervisa el diccionario más autorizado por el poder y que considera las nuevas formulaciones como una aberración.
Lo que hace notable a la Argentina es la amplia aceptación que han tenido las nuevas formas no sólo entre los colectivos activistas sino también en las esferas académicas y gubernamentales.
En los últimos años, las formulaciones neutras en cuanto al género se han hecho cada vez más frecuentes en las publicaciones universitarias, los documentos gubernamentales e incluso en algunas sentencias judiciales, aunque siguen siendo objeto de un intenso debate entre el público en general.
Liberatori dijo que desde hace mucho tiempo era consciente de la forma en que el lenguaje puede mantener las normas sociales. Cuando prestó juramento como jueza en 2000, en el cartel de su puerta se leía «juez» en lugar del término femenino para una jueza: «jueza». Ella lo cambió.
Más tarde, cuando emitió un fallo utilizando un lenguaje neutro en cuanto al género, Liberatori se enfrentó a una denuncia presentada por un grupo de abogados ante el Consejo de la Magistratura, que tiene la facultad de castigar a les jueces por infringir las normas.
El Consejo se puso del lado de Liberatori, dictaminando que la Judicatura podía escribir sus fallos con la «e» y diciendo que publicaría un manual para el uso de un lenguaje de género neutro.
«Hemos bromeado que deberíamos nombrar el manual con el nombre de la abogada que presentó la denuncia», dijo Cristina Montserrat Hendrickse, una abogada que representó a Liberatori en el asunto.
Hendrickse, que es transexual, cree que la adopción de un lenguaje que incluya el género puede tener un profundo efecto en las normas sociales y culturales. «Reconoce que no sólo hay hombres o mujeres», dijo.
Sin embargo, reconoció que ella misma no lo utiliza en la comunicación cotidiana tanto como quisiera.
«Tengo más de 50 años», dijo. «Es muy difícil para mí cambiar mi forma de hablar.
Su hija de 22 años, Erika Sofía Hendrickse, sin embargo, «lo usa constantemente», dijo Hendrickse.
Ese tipo de aceptación generalizada hace que Ariel Muzzupappa, une artista de 22 años que es no binarie y que también usa palabras con la terminación «e», se sienta más cómode.
«Me hace sentir más incluide», dijo le artista, «como si ya no fuera le rare».
No hay consenso entre les expertes sobre el tiempo que la gente ha estado usando la letra «e» para neutralizar las palabras de género en español, dijo Karina Galperín, profesora de literatura de la Universidad Torcuato di Tella en Buenos Aires.
«Es el resultado de un proceso histórico muy, muy amplio», dijo, aunque su nuevo uso generalizado puede hacer que parezca un fenómeno reciente.
Antes de que el uso de la «e» encontrara una amplia adhesión, las personas hispanohablantes que querían ser más inclusivas usaban ambos géneros, el símbolo @ o una «x». La «e» ha sido más aceptada porque es más fácil de pronunciar.
«Tiene claras ventajas, pero algunas personas lo encuentran totalmente repulsivo», dijo Galperín. Aunque «hay mucha unanimidad en rechazar el uso de la forma masculina como la predeterminada, la solución a ese problema no es tan unánime», dijo.
La Real Academia Española argumenta que les defensores de la neutralidad en el género están tratando de resolver un problema que no existe.
El español, dice la academia, ya tiene una forma de tener en cuenta ambos géneros. Según las reglas de su gramática, señalan, la forma masculina de las palabras puede ser usada en plural para abarcar a todo el mundo. Lo que perpetúa de manera eficaz el sistema de poder del hombre sobre el resto.
Pero al rechazar expresamente las viejas reglas, las personas partidarias de la neutralidad de género están marcando una cuestión más grande, dijo Santiago Kalinowski, director del Departamento de Investigación Lingüística y Filológica de la Academia Argentina de Letras.
«Este recurso se sitúa explícitamente fuera de las reglas lingüísticas para que sea más llamativo», dijo. «Esta intervención es interesante porque su objetivo no es gramatical sino político y social, para crear un consenso para cambiar la cultura y finalmente cambiar las leyes».
El cambio de lenguaje coincidió con el surgimiento de un movimiento feminista en Argentina que se unió en torno a una campaña contra el feminicidio, o el asesinato de niñas y mujeres a causa de su género. Esa campaña, denominada «Ni una menos», fue fundamental para ampliar el apoyo político a la legalización del aborto, una prioridad legislativa para Fernández.
Los países no hispanohablantes también están lidiando con el lugar del género en el lenguaje.
En Suecia, el esfuerzo ha llegado a los centros preescolares, donde el profesorado evita los pronombres como «él» o «ella», prefiriendo referirse a les niñes como «amigue» (en sueco es una palabra sin género) o utilizar un pronombre neutro en cuanto al género, «hen».
En los Estados Unidos, el uso de » they» (ellos) como pronombre singular se ha hecho cada vez más común entre las personas que rechazan las designaciones tradicionales de género.
En Francia, el cambio ha sido más lento. El gobierno se pronunció oficialmente en contra de las formulaciones neutras en cuanto al género, aunque la Academia Francesa, guardiana oficial del idioma francés, aceptó finalmente permitir que los títulos profesionales se ajustaran al género de la persona en lugar de ser uniformemente masculinos.
En Argentina, Fernández, un profesor de Derecho, cortejó al movimiento para que el lenguaje fuera menos masculino cuando hizo campaña para la presidencia. En el logotipo de su campaña, la palabra «todos» se representaba con el símbolo del sol en lugar de la segunda «o».
Poco después de su llegada al cargo, algunos departamentos gubernamentales comenzaron a adoptar un lenguaje sin género. El sistema de pensiones, por ejemplo, publicó una guía para todo su personal en un lenguaje inclusivo. Pero no llegó a ordenar su uso en los documentos oficiales.
Mónica Roqué, la secretaria general de la agencia para los derechos humanos y el género, ayudó a redactar el manual y atribuye a los movimientos juveniles el haber impulsado los cambios de lenguaje.
«Nos incitaron a pensar en esto», dijo. «Esa transgresión de usar una letra que no es ni ‘a’ ni ‘o’ nos hizo pensar en lo que significa.» El Instituto Nacional contra la Discriminación, la Xenofobia y el Racismo de la Argentina también ha comenzado a utilizar un lenguaje inclusivo en algunas resoluciones oficiales.
«En general, existe el deseo de utilizar siempre un lenguaje inclusivo», dijo Victoria Donda, directora del instituto. «Pero el lenguaje inclusivo no puede dejar fuera a algunas personas».
En los barrios más pobres, dijo Donda, la gente no está tan acostumbrada a oír la letra «e» en lugar de la «a» o la «o», y eso puede llevar a la confusión. Una forma de pensar clasista y aporófoba que debería revisarse.
Aún así, la hija de 5 años de Donda siempre habla con la «e».
«Tengo que usarlo con ella porque me corrige si no lo hago», dijo.