La campaña ‘Contra el borrado de mujeres’ cumple perfectamente el último requisito de este tipo de teorías: la conspiranoia.

Fuente (editada): EL PAÍS | Judith JuanHuix | 29 NOV 2020

Es fascinante la capacidad que tenemos las personas de creer teorías sin hechos experimentales si encajan con prejuicios cómodamente instalados. Es un caso magnífico el terraplanismo, para el que las fotografías espaciales o el cielo diferente en los dos hemisferios no impiden la visión de un mundo plano de límites insondables. Otro caso espléndido es el generoplanismo: la creencia en un mundo de género plano limitado por una supuesta biología sin matices. Evidentemente las generoplanistas rechazan este género plano por opresor y limitado, pero paradójicamente atacan la lucha por salirse de sus límites.

Las generoplanistas critican la propuesta de reforma de la ley catalana de violencia machista y las iniciativas estatales para las leyes de igualdad social LGTBI y trans, y se nos recrimina a las mujeres con vivencia trans de alinearnos con el patriarcado y reforzar roles. Un reproche incomprensible porque defendemos lo contrario: el derecho a la autodeterminación al propio género que supere condicionantes sociales y un binarismo asfixiantes. Dicen que el gran peligro es la libre rectificación del error cometido sobre una persona en ser registrada como hombre en lugar de mujer. La rectificación inversa, sorprendentemente, no preocupa. Critican en el fondo un estereotipo de mujer trans reforzado por decisiones “expertas” de psiquiatras basadas en roles de género. ¡Pero si es justamente la eliminación de esta decisión sexista y tutelar la base de la lucha trans, en total consonancia con el feminismo radical! ¿Dónde está nuestra connivencia con el patriarcado?

El generoplanismo cree en peligro las políticas de igualdad y las estadísticas “reales” de violencia machista. Así no sólo banalizan las violencias contra las mujeres trans y van contra nuestra dignidad y la libre determinación personales, derechos fundamentales reconocidos por los más altos tribunales, sino que van también contra los hechos: las mujeres trans ya formamos parte de ellas y, de hecho, reforzamos su necesidad.

La última ofensiva generoplanista, la campaña “Contra el borrado de mujeres”, cumple perfectamente el último requisito de este tipo de teorías: la conspiranoia. Sin complejos, denuncian una maquinación para eliminar la categoría mujer con las nuevas leyes que protegerán a más mujeres y mejor. Pero los hechos, testarudos, muestran que en ninguno de los catorce países que ha reconocido el derecho a la autodeterminación de la identidad sexual las mujeres han desaparecido o han visto reducidos los derechos. Señoras, ¿quién pretende borrar a quién?

A las feministas no nos gusta la estructura de géneros de esta sociedad. A las personas trans menos todavía y dedicamos toda la vida a luchar contra ella. De hecho, viajamos tan lejos en el género que vemos su curvatura y hacemos descubrir a toda la sociedad que el género puede dejar de ser una tierra acotada para ser un espacio de libertad. Con la lucha feminista, el género puede ser una esfera sin límites donde todos los puntos son equidistantes del centro de la sociedad.