«Cuatro altos cargos del PSOE (tres hombres y una mujer) han dirigido un comunicado a los órganos y cargos de Igualdad y de Organización del partido, con un argumentario que ataca el derecho a la libre determinación de la identidad sexual».
Fuente (editada): ara!nfo | Colectivo LGTB Towanda | 11 JUNIO, 2020
El «argumentario» se inventa que el «activismo queer» o «ciertos movimientos sociales», «se sienten agredidos por la palabra ‘mujer’ y que incluso pretenden su eliminación, negando la realidad de las mujeres».
Pero ni el «activismo queer» es una corriente homogénea -ni siquiera formalmente organizada en nuestro país-, ni las leyes que promueven las organizaciones LGTBIQ+ pueden considerarse «queer», ni las más extremas posiciones queer niegan la biología. Sin embargo, aún a riesgo de mantener la extrema vulnerabilidad de las personas trans (vivencias discriminatorias del 70%, paro del 85%, intentos de suicidio por encima del 40%…) estos cuatro altos cargos creen que les resulta útil mentir y mezclar burdamente inventos y falacias, ¿para qué?
Afortunadamente, numerosas voces del propio PSOE, como Carla Antonelli -y formalmente la organización juvenil del PSOE, las JSE- ya han rechazado este comunicado, y la aprobación de la Ley Trans está recogida en el Pacto de Gobierno de Coalición.
Una ley que, tal como fue presentada hace más de dos años por Unidas Podemos, se limita a garantizar mecanismos que garanticen el principio de seguridad jurídica para las personas trans, la cobertura de sus necesidades sociales y de salud y su protección frente a la discriminación.
Porque es radicalmente falso que las políticas públicas para las mujeres en materia de estadística, violencia de género, paridad, recursos y servicios o deporte vayan a ser afectadas porque «un hombre exprese en un momento determinado que se siente mujer», como dice el «argumentario» de los cuatro cargos, en un ejemplo extremo de cuñadismo/bulo de barra de bar. El proyecto de ley de 2018 ya especificaba que «la rectificación de la mención relativa al sexo registral y, en su caso, el cambio de nombre, no alterará la titularidad de los derechos y obligaciones jurídicas que pudieran corresponder a la persona con anterioridad a estas inscripciones». Previsión legal que aún puede reforzarse en el trámite parlamentario y en su implementación reglamentaria.
Y sólo desde un marco mental al estilo Torrente se puede suponer que iniciar el proceso legal para ser reconocida legalmente como mujer cuando disfrutabas de privilegios sociales como hombre es un «coladero» para nadie.
Por otro lado, parece colegirse del «argumentario» de los cuatro cargos que dicha afección a las políticas públicas para mujeres supondría que un determinado colectivo de personas podría beneficiarse, “injustamente”, de medidas básicas y necesarias pensadas exclusivamente para mujeres cis, apropiándose de los logros del movimiento feminista, y redundando en un, supuesto, agravamiento de la desigualdad sufrida por éstas. Como si las mujeres trans no fuesen víctima del modelo cisheteropatriarcal. Como si no fuesen sujeto de lucha. Como si no hubiesen participado en el movimiento que ha permitido que empiecen a vislumbrarse logros en la consecución de la igualdad real. La superación de un modelo opresor no puede redundar en más opresión: no resulta admisible.
Entonces, ¿qué hay detrás de comunicados como éste, «casualmente» sólo a tres semanas del Día del Orgullo?
La realidad pura y dura es que determinadas personas en el PSOE (y en otros ámbitos) creen que el movimiento feminista ha obtenido desde el #MeToo en 2017 un éxito demasiado arrollador como para no intentar apropiárselo. Creen que les corresponde «naturalmente» liderarlo, y por eso intentan desprestigiar como «enemigas del feminismo» con cualquier falacia las posiciones de quienes perciben como «competidoras». Perciben que los núcleos activistas y las redes sociales y de opinión feministas tienen otras referentes que quienes firman ese «argumentario» y han creído que debían agitar el fantasma «queer» para postularse como «defensoras» de las esencias feministas. Como llevan haciendo un tiempo, han hecho sus cuentas sobre los apoyos que podrían obtener enfrentando millones de feministas con miles de trans como si ambas categorías fueran contradictorias, pero un ábaco del siglo XIX no sirve para la sociedad de 2020, y parece que van a suspender en «matemáticas sociales».
La perspectiva de la diversidad de orientaciones e identidades sexuales hace muchos años que no sólo es «aliada» del feminismo sino que es, sociológicamente, parte intrínseca de él. Porque hace mucho tiempo que se desarrolla y practica la comprensión del patriarcado como agente de opresiones que incluyen la imposición de la norma cis y hetero.
Y aunque la diversidad de posiciones permita hablar más de «feminismos» que de feminismo, unos corta y pega de falacias no van a cambiar el abrumador apoyo dentro de los feminismos a los derechos de todas las mujeres: también las mujeres trans.