El lanzamiento de une Barbie que no es niña ni niño puede ser una buena noticia, dado que el 24% de les adolescentes estadounidenses manifiesta una orientación o una identidad sexual no tradicionales, según un estudio. Sin embargo, opinó una experta en desarrollo humano y familia, otros factores también importan mucho.
Fuente (editada): infobae | 12 de diciembre de 2019
Desde que en septiembre Mattel lanzó una línea de Barbies de género neutro, distintas consideraciones celebraron o rechazaron la novedad. Tiene rasgos que no revelan marcas estereotipadas de femineidad o masculinidad: las pestañas no son largas y onduladas, los labios no son muy voluminosos, los hombros no son anchos, el pecho es plano. Cada juguete de la línea Creatable World parece un niño, una niña o une niñe de siete años, y los accesorios permiten definirlo como varón, mujer, ambas cosas o ninguna.
“Es indiscutiblemente bueno que a la infancia se le dé la opción de jugar con muñeques que no tengan asignado de manera definida un sexo o roles de género”, dijo a NPR Molly Woodstock, educadora de género que se identifica como persona no binaria. “La mera validación social y cultural de las identidades de género trans y no binaria que hace este muñeque parece realmente poderosa».
De opinión opuesta, el escritor Alex Myers sostuvo en Slate: “Como un hombre transexual que lleva 25 años hablándole a la juventud sobre género, siento un profundo escepticismo respecto a lo que este muñeque en efecto comunica”. En primer lugar criticó la presentación como “de género neutro”: el término que eligió la empresa fabricante, dijo, “no es uno que muchas —¿siquiera alguna?— personas usen para describirse a sí mismas”. Las expresiones son “de género fluido, queer, no binario o no conforme”. Y agregó: “Sugerir que la ‘otra’ opción a lo masculino o lo femenino es ‘ambas cosas’ o ‘algo en el medio’ es básicamente un malentendido sobre cómo expresan su género muchas personas no conformes. El género no es una línea entre dos puntos: ser no binarie no es ser andrógine”.
Megan Maas, profesora de Desarrollo Humano y Estudios sobre la Familia en la Universidad Estatal de Michigan, evaluó que, dado que un estudio reciente reveló que el 24% de les adolescentes estadounidenses tienen “una orientación sexual o una identidad de género no tradicionales”, como bisexual o no binaria, la nueva línea de Mattel tiene una gran oportunidad de ventas esta Navidad. “Y como psicóloga del desarrollo que investiga el género y la socialización sexual, puedo afirmar que también tiene sentido científico”.
Le muñeque de género neutro ayuda, opinó, a criar hijes que crezcan más libres, pero poquito. Los prejuicios sobre femineidad y masculinidad tienen muchas otras fuentes.
“Me parece una gran noticia que algunes muñeques vayan a reflejar cómo se ven a sí mismes les niñes. Lamentablemente, sólo un juguete no va a derribar décadas de socialización que nos han hecho creer que los niños se visten de azul, tienen pelo corto y juegan con camiones y las niñas prefieren el rosa, se dejan el pelo largo y juegan con muñecas”, escribió. “No va a cambiar el modo en que a la infancia se le enseña que la masculinidad es buena y la femineidad es algo inferior, una perspectiva que mi investigación ha comprobado que se asocia con la violencia sexual”.
Maas recordó que no siempre los juguetes tuvieron esa división categórica que hoy es común entre “para nenes” y “para nenas”. A comienzos del siglo XX eran escasos los que se promocionaban de manera diferencial y, en general, prevalecían los que tenían ruedas, prismas, piezas, animales, números y ninguna valoración especial excepto algunos como la pelota o el muñeco bebé. “Hacia la década de 1940 las fábricas vislumbraron rápidamente que las familias más adineradas comprarían un conjunto completo de ropa nueva, muñeques o accesorios si los productos se promocionaban diferencialmente para dos géneros”, escribió en The Conversation.
Desde entonces los juguetes que se promocionan para niños tienden a ser “más agresivos y a implicar más acción y más emociones”, mientras que los que se destinan al marketing para niñas suelen ser “rosados y pasivos, con un énfasis en la belleza y el cuidado”.
Más importante, señaló la especialista, es que los estudios demuestran que para todas las personas adultas —jóvenes y mayores— ser una niña es menos valorado que ser un niño.
“Un estudio de 2017 mostró que más de tres cuartas partes de las personas encuestadas dijo que era bueno que les progenitores alentaran a las niñas a jugar con juguetes de niños o hacer actividades ‘asociadas con el otro género’. Pero cuando se trataba de los niños, el apoyo bajaba significativamente: el 64% en general —y aun menos varones— dijeron que era bueno alentar a los niños a hacer actividades asociadas a las niñas”.
La interpretación de Maas es que los estereotipos sobre lo masculino (fuerza, coraje y liderazgo, por ejemplo) son positivos, mientras que los estereotipos sobre lo femenino (vulnerabilidad, sentimientos y cuidado) son negativos. “Así es como los niños reciben el mensaje de que querer parecerse a las niñas no está bien”, escribió. “Y a muchos niños se les enseña una y otra vez a lo largo de sus vidas que mostrar ‘características femeninas’ está mal y significa que no son ‘verdaderos hombres’. Peor aun, con frecuencia se los castiga si lo hacen, mientras que si exhiben ‘características masculinas’ como la agresión se los suele recompensar”.
Los efectos son de largo alcance: desde vocacionales (hay menos mujeres en el campo de la ciencia, la tecnología, la ingeniería y la matemática) hasta íntimos. Una investigación que Maas hizo en 2015, por ejemplo, mostró que el género afecta las experiencias sexuales: “Casi el 45% de las mujeres dijeron que esperaban sufrir algún tipo de violencia sexual sólo por ser mujeres, mientras que ninguno de los varones manifestó temor a la violencia sexual”. Su postulado era otro: “El 35% dijo que su masculinidad implicaba que debían esperar placer”.
Ese imaginario de expectativas comienza con los juguetes de la infancia. «A las niñas se les enseña a ser pasivas y esforzarse por ser bellas, mediante los juegos con princesas o con maquillaje. A los niños se los estimula para que sean más activos y agresivos con camiones, armas de juguete y figuras de acción; se enfatiza la construcción, la lucha y hasta la dominación.
Incluso los bloques de Lego conllevan esos mensajes, según un estudio de la Universidad de California en Irvine sobre Lego City and Friends: “Nuestro análisis halló mensajes distintivos por género, que animan a los niños a que asuman distintas profesiones con formación, heroísmo y conocimiento, mientras que a las niñas se las alienta a concentrarse en tener hobbies y un espíritu doméstico, cuidar de los demás, socializar, ser amateurs y valorar y esforzarse por la belleza», escribió Stephanie Reich.
Así las niñas crecen con la expectativa de ser menos y los niños, con la de hacer lo que quieran, argumentó el estudio. Maas evaluó que la principal consecuencia de eso es una división por la cual “los hombres son poderosos y las mujeres son subordinadas”. La violencia se cuela desde temprano en esa grieta: “Los adolescentes varones que suscriben a normas de género tradicionales tienden más a cometer violencia en las citas, como un ataque sexual, o el abuso físico o emocional o el acoso”.
En opinión de la profesora de Michigan, la línea Creatable World “ofrece una variedad que hacía mucha falta en los juguetes infantiles”, pero también es necesario apoyar también de otras maneras a les hijes para que comprendan “cómo otras personas expresan el género de manera diferente”. Ella también observó, como Myers, que “la neutralidad de género representa la ausencia de género”, y que en realidad lo que conviene mostrarle a la infancia es a valorar la diferencia. “Si no, creo que la femineidad, y la gente que la expresa, seguirán devaluadas”.
Los niños, en particular, “necesitan apoyo para apreciar y practicar más cualidades femeninas tradicionales, como comunicar los sentimientos y cuidar de otras personas, habilidades que resultan necesarias para cualquier relación sana”, concluyó.