Décimo texto de la serie que conmemora el 30 aniversario del levantamiento zapatista. Esta vez, el autor da relevancia al concepto de ‘otroa’ del zapatismo porque pone el foco en lo otro, lo externo, lo discriminado, para establecer una definición política desde ese lugar.
Fuente (editada): EL SALTO | Millanes Rivas | 28 JUL 2024
Botas hasta la rodilla, pantalones vaqueros, una blusa de animal print, una gorra rosa y la mascarilla (porque es el año 2021). En el barco La Montaña venía el Escuadrón 421, la delegación marítima Zapatista de la Travesía por la Vida, formado por cuatro compañeras, dos compañeros y una compañeroa: Marijose, loa otroa.
Así de primeras, aquí en Europa, ‘otroa’ pudiera sonar a un animal mitológico, pero como la propia María José se encargó de explicar, loa otroa de las comunidades zapatistas resume toda la disidencia, todo lo cuir, de las lesbianas, maricas, bisexuales, trans y demás identidades desplegadas en la representación del colectivo en occidente.
Loa otroa de las comunidades zapatistas resume toda la disidencia, todo lo cuir, de las lesbianas, maricas, bisexuales, trans y demás identidades desplegadas en la representación del colectivo en occidente
Detrás de su vida, algo muy similar a cualquier persona cuir de un entorno rural: infancia confusa, aventuras de adolescencia en la ciudad, cambio furtivo de ropa al salir de casa, nuevas amistades en la noche. Llegó un momento en que Marijose se preguntó si entrar en un monasterio o si coger las armas y subir al monte a luchar con el EZLN. Había que erradicar toda la feminidad desbordante, domesticar la pluma entre hombres.
Pero en las comunidades zapatistas, Marijose nos contó que nadie la rechazó ni a nadie se le rechaza, porque tienen claro que el enemigo a batir es el sistema capitalista patriarcal. Toda la violencia que vivió con los hombres de fuera, no se ha dado con los de dentro. Todo esto lo relató en la okupa Koch Areal de Zúrich. Para entonces Marijose y las demás compañeras llevaban ya 73 días en Europa.
Desembarcaron en Vigo después de 50 días cruzando el Atlántico, como una réplica del viaje que hicieron los buques españoles hacía 500 años para llevar a cabo la toma de México/Tenochtitlán. Un viaje en barco a la inversa para deslegitimar el discurso de la colonización planteado desde Europa hacia América. Un viaje en medio de una pandemia simbólico y narrativo. Pero Marijose más que una colona parece una pirata.
La imaginería contemporánea ha convertido las figuras de loas piratas en personajes que desde su marginalidad supieron establecer estrategias de gozo y libertad, así como comunidades autogestionadas con mayor o menor jerarquía según el caso. Hay en concreto dos personajes del siglo XVIII recurrentes dentro del imaginario cuir actual: Anne Bonny y Mary Read, dos mujeres nacidas en las Islas Británicas que discreparon de la norma social para enrolarse en alta mar como piratas, vestidas como hombres al menos durante las batallas. Esa alternancia entre lo femenino y masculino ejemplifica fácilmente la iconicidad de estas dos piratas. Antes incluso de ponerse el traje de hombre, Anne Bonny y Mary Read ya estaban incumpliendo el mandato de la familia/Estado al rechazar el matrimonio y lanzarse a la vida pirata, huyendo de la norma dicotómica de los roles hombre-producción y mujer-reproducción.
En el libro Villanos de todas las naciones. Los piratas del Atlántico en su edad de oro, el autor Marcus Rediker, dice de ellas: «Bonny y Read plantearon su mayor reto a la autoridad estatal al elegir la vida pirata, que era por un lado otra experiencia de clase y no en menor medida, una experiencia de libertad a su manera». Una vida de libertad escogida por sus propias protagonistas, lanzada al presente en forma de relato mitológico, de testimonio que nos llega como un mensaje dentro de una botella. A Mary y a Anne dejadme sumar, ahora, a Marijose.
“La Magdalena era una “compañeroa”. Quien piense que ella, o él, según, es un personaje literario se equivoca”, diría el subcomandante Marcos en el Festival de la Digna Rabia de 2009
No es Marijose tampoco la primera figura disidente en los relatos zapatistas. Ya hace años se comenzó a hablar con frecuencia de la Magdalena, unoa trabajadoroa sexual que entabló una relación con Elías Contreras, un comisario de investigación del EZLN, y que fue asesinadoa por la policía. Una historia ubicada, como corresponde al imaginario utópico, entre la realidad y la leyenda, y recogida, entre otros lugares, en la novela que escribieron a cuatro manos el Subcomandante Marcos y el escritor Paco Ignacio Taibo II en el año 2005, Muertos incómodos. De ella, diría después el Subcomandante Marcos en el Festival de la Digna Rabia de 2009: “La Magdalena era una ‘compañeroa’. Quien piense que ella, o él, según, es un personaje literario se equivoca”.
No sé cómo se fraguó el concepto de otroa. En la novela no aparece esa representación de lo no binario, y en la documentación de esos años la disidencia sexual en la comunidad zapatista todavía recibe los mismos nombres que se utilizan o se han utilizado en occidente: homosexuales, lesbianas, trans o travestis. Es precisamente en los actos de 2009 cuando el Subcomandante Marcos indica: “Buscamos nuestro modo y llegamos en esto que hemos llamado compañeroa”.
Una de las experiencias de otroas que podemos aprender desde nuestro colectivo es entender un paraguas unido por la diferencia
El concepto de otroa es relevante porque pone el foco en lo otro, lo externo, lo discriminado, para establecer una definición política desde ese lugar. Una de las experiencias de otroas que podemos aprender desde nuestro colectivo es entender un paraguas unido por la diferencia. Hemos impulsado una imparable enumeración de siglas en pos de la visibilidad que ha servido al desarrollo de identidades utilizadas en favor de su propia comercialización. Una división por siglas a nivel horizontal, que nos diferencia a unas con las otras, cada día menos politizadas al perder la carga anticapitalista reclamada por los Orgullos críticos, o como indicaron loas zapatistas en el Acto por la diversidad sexual de la Ciudad de Juárez en el año 2006: “Hemos aprendido también a respetar, no sólo la existencia de trabajadores y trabajadoras sexuales, también su lucha, las formas en que se están organizando. Allá arriba (…) hay también un proceso de enfrentar diferencias y estas organizaciones”. Con ‘allá arriba’ se traza una división de un espacio de privilegio desde donde se articula el poder y otro espacio, ‘el de abajo’ se entiende, donde se despliegan las externalidades sin opción a intervenir. Es decir, una diferencia vertical, de clase, en nuestros términos, en lugar de una diferencia horizontal de identidades. Como Marijose indicaba al contar su historia, la discriminación se ve menguada cuando se focaliza en eliminar el sistema capitalista patriarcal (hacia arriba) en lugar de un proceso de corrección de los iguales (hacia los lados). Nos falta entendernos como una comunidad pirata, en transición, disidente del binarismo, no obstante, en comunión con todas las personas interpeladas en el ‘aquí abajo’ del que formamos parte.
Nos falta entendernos como una comunidad pirata, en transición, disidente del binarismo, no obstante, en comunión con todas las personas interpeladas en el ‘aquí abajo’
Este mensaje de arriba abajo puede sonar fácilmente populista en Europa y a estas alturas de la historia, sin embargo me dejo afectar deliberadamente por el ideario zapatista para establecer la siguiente idea. Las comunidades indígenas han visto transformados sus modos de vida tradicional por la incorporación de procesos de colonización, como en tantos otros lugares donde unas civilizaciones son asumidas por otras, en el más radical de los casos, o afectadas, en el más ligero. Una invasión cultural que se produce de arriba a abajo por parte de aquella civilización que hace un uso más eficaz de la violencia. Probablemente sea una buena idea modificar violencia por aprecio y establecer una incorporación de abajo a arriba. Aprender de la diferencia, asumirla de manera honesta. “La lucha por la diferencia es una lucha por la vida, por existir”, palabras que se recogieron también en el Acto por la diversidad sexual.
Las comunidades zapatistas llevan 30 años demostrando una capacidad inventiva fuera de la lógica neoliberal sobre la que podemos poner la vista en este lugar de Europa y aprender. Redacto este mensaje pensando en las compañeras que tengo a mi vera, pero después lo meto en una botella y lo lanzo al mar. Con el deseo, de que llegue a mis compañeroas del otro lado.
Millanes Rivas (Moraleja, Cáceres) Escritor y autor de Paisaje nacional (Alianza Editorial).