Transgénica, obra poética reunida de Gabby De Cicco
Poeta lesbo feminista intersex no binarie, De Cicco es la voz más temprana, transformadora y liberadora de su generación
Fuente (original): Página12 | Por Beatriz Vignoli | 20 de noviembre de 2019
Hace cinco días sucedió el acontecimiento literario del año: la presentación de Transgénica, obra reunida de Gabby De Cicco, publicada este año en edición ilustrada por Baltasara Editora. Nacide en Rosario en 1965, De Cicco es la voz poética y política más temprana y potente de su generación. Una relación liberadora entre cuerpo y palabra se trama en su obra y se hace vida en el gesto de transformar su propio nombre; hace años que ya no se define mujer, sino Gabby, poeta lesbo feminista intersex no binarie.
Activista y artivista (activista a través del arte), Gabby creó su propia editorial a los veinte años, y allí publicó su primer libro. Decidida su vocación en la tierra arrasada de la post dictadura, fue construyendo su espacio donde respirar y existir, con otres, tanto en la poesía como en la política como en la fusión cada vez más íntima e indisoluble entre ambas. Hoy es el momento en que su poesía perfecta y poderosa, cargada de sentido, resuena en la cultura. Pero De Cicco escribía en no binarie cuando nadie en Argentina lo hacía. Coordinó con Irene Ocampo una red informativa feminista en los albores de la tecnología virtual, cuando de Internet y pancartas violetas, les demás, ni noticia. Habitó y trasegó Second Life al tiempo que otres le pifiábamos a las teclas. Exploró y expresó magníficamente lo queer bastante antes de que la bandera arcoiris ondeara por todas partes. Todes llegamos tarde a Gabby, pero elle nos esperaba y nos abraza.
¿Y qué decir de una poesía que lo dice todo? Habría que empezar por el título, que en su complejidad semántica reúne en una sola palabra, casi un ideograma, dos sentidos en pugna. Por un lado, Transgénica denuncia la devastación neocolonial del ecosistema de esta pampa húmeda a través del monocultivo de soja manipulada genéticamente y comercializada por el capitalismo global, y por el otro la misma palabra que nombra el ecocidio se resignifica en definición identitaria esperanzada de poeta que existe y existirá trans, más allá de los géneros. Ese gesto de nombrar la matanza y el futuro, volviendo el verbo del derecho y del revés, es poético y es político.
O se puede empezar por la forma del libro, o la forma de la vida-obra de Gabby De Cicco que va dejando su huella en las tres décadas y media que abarca el libro. La imagen es la de un Nautilus. Un cuerpo crece y se despliega desde su propio interior. Los primeros poemas publicados, que están puestos al final, muestran el germen conciso de una voluntad de decir tan certera como los balines que Gabby y su padre, practicando puntería, incrustaban en un libro (no nos dice cuál, pero relatará la anécdota en su serie de poemas «Literatura argentina»). Sus modelos literarios para Bebo de mis manos el delirio (1987) eran Olga Orozco y Alejandra Pizarnik. No había aún mundo físico en el que su deseo pudiera ex-sistir, pero la poesía in-siste.
Una puerta se abre: segundo libro, edición municipal, Jazz me blues (1989). La música va creando la atmósfera de este nuevo planeta. Le poeta busca «otro lugar/ donde poder respirar». Lo encuentra en el interior de la «Casa nueva» que comparte con Irene, a quien le dedica la serie inédita que lleva ese título, ya no más inédita porque pertenece al presente volumen, donde lo señala un ideograma chino. En 1994 sale La duración, que Gabby dedica a su madre. Es una exploración introspectiva de alta precisión, a la luz o a la sombra de sus ancestres, mediante la cual el yo se va conociendo a la vez que se construye: «y en minúscula torsión/ el dardo hace de sí/ su propio centro». La palabra poética de Gabby es magia litúrgica: nombra decretando, da o quita poder. Hace esto de modo secular y al desnudo, pura furia fría lúcida y política sin deidades ni ornamentos.
Revolotea algune ángel litoraleñe por ahí, hay que reconocerlo, en esa zona Juanele (Ortiz) o en ese aura de Diana (Bellessi) que se despliega en el influyente y fundacional Diario de estos días (Del Dock, Buenos Aires, 1998), un gran libro perdido que esta reedición cumple el deber de recobrar. Cuesta hoy imaginar lo revolucionaria que fue aquella primera persona hendiendo elegantemente con su «I» la hegemonía objetivista. Por esa hendija, nació la nueva lírica.
Trece años de «descanso» en medio del activismo político no fueron silencio sino construcción para todes en lo real de ese «otro lugar» donde Gabby al fin respira y que se expresa poéticamente en Queerland (2011), esa utopía poética realizada en tres tiempos que hace territorio para la pasión amorosa disidente como puro placer, y cuya coda es el no-libro al padre: aquella memorable y magistral «Literatura argentina» al fin concluida, tan pulida y exacta, tan reescrita a viva voz en lecturas que parece un milagro verla impresa.
Un tardío viaje iniciático y fotográfico siguiendo los pasos de la poeta y música Patti Smith en la Nueva York de los ’70 originó ese homenaje a la música y a la modernidad rebelde que es La tierra de los mil caballos (Baltasara, 2016), reeditado en este volumen. Y el libro comienza por el final: su nuevo poemario, Transgénica, retoma la ética insomne de los comienzos en una estética cuyas oscuridades salen de una tinta que es absolutamente propia. Tinta-sangre, poeta que se la infunde y vive. ¿Qué más pedir? ¿Qué habrá de venir? El tono es sólido; con admirable coherencia, la voz es siempre la misma da capo a fine. Una nota aparte merecerían todes les otres que en esta obra reunida se traman, a través de paratextos amorosos y combativos: ensayos, dedicatorias, epígrafes, alusiones explicadas a obras musicales o literarias. La denuncia de asesinatos de lesbianas y trans, o de mutilaciones en nombre de la normalidad, se alza al fin a todo volumen como «Manifiesto Post-Apocalíptico Punk: Que explote».
Bienvenides a Gabbyland, palabra-cuerpo que sangra y danza y respira.