El respeto y la tolerancia al diferente son, mal que les pese a algunas personas, cada vez más habituales entre las nuevas generaciones
Fuente (editada): valenciaplaza | Alberto Torres Blandina | 6/02/2020
Decía Oscar Wilde que la realidad imita el arte y yo estoy convencido de que es verdad. Sin que por ello deje de ser verdad que el arte imita la realidad. Los productos culturales reflejan el momento social en el que vivimos a la vez que se convierten en modelo, por esa razón entiendo que las personas conservadoras estén tan asustadas y hayan comenzado a arrear mandobles a diestro y siniestro. Vox. La Iglesia católica. Los machos que proveen y las mujeres guapas que cuidan a la prole en valores como que los machos proveen y las mujeres deben ser guapas y cuidar a la prole. Pura rabia de una Arcadia feliz que se les va, pobres.
Acabo de ver la serie inglesa Sex Education, muy popular entre la adolescencia, y me ha sorprendido la naturalidad con la que les personajes viven en el respeto y la tolerancia. El pueblo en el que sucede la historia parece una utopía progre: varias razas, culturas y géneros conviven, se acuestan y se enamoran sin que haya problemas al respecto. Una pareja lesbiana (formada por una mujer negra y una blanca) cría a su hijo sin que la trama hable nunca de la discriminación o la intolerancia, sino de los problemas de un hijo con las expectativas de una de sus madres. Una familia católica saluda con una sonrisa al nuevo novio árabe de su hijo. La bisexualidad es habitual y no supone grandes problemas de aceptación. Los besos frente a las taquillas responden a todo tipo de combinaciones posibles de color y género sin que nadie se gire sorprendide…
Me imagino a las personas conservadoras viendo esta serie tan popular entre la juventud. Entre su descendencia, porque supongo que las personas conservadoras también tienen canales de pago. ¡Les vástagues encargades de conservar su legado inmovilista enganchades a una serie sobre el Infierno Progre en la Tierra! Me les imagino en el sofá, mirando con horror (oh, Dios, el apocalipsis está cerca) la serie Euphoria, también muy vista entre la adolescencia. Siguiendo con espanto la historia de amor entre Rue y Jules, una chica transexual encantadora cuya trama no tiene como centro su transexualidad. ¿Qué le ha pasado a la sociedad occidental para que los problemas raciales, de sexualidad y de género no supongan los principales conflictos en la ficción?, pensarán. ¿Es que acaso una pareja interracial es ya tan normal que no supone ni siquiera un insulto al respecto, aunque sea de une secundarie gilipollas? ¿Una mujer transexual no merece una trama centrada en el desprecio y los traumas freudianos que esto conlleva? ¿Por qué no se esconden la pareja de gays para besarse y lo hacen a la vista de todo el mundo como si fuesen completamente felices y libres sin preocuparse por el qué dirán?
Estos son solo dos ejemplos de series juveniles donde muchos de los prejuicios que todavía arrastra la sociedad (por desgracia en el mundo real no todo es tan natural) han desaparecido. Y no me extraña demasiado. El respeto y la tolerancia al diferente son, mal que les pese a algunas personas, cada vez más habituales entre las nuevas generaciones. Y lo sé porque trabajo con adolescentes. Y veo en las aulas tanto parejas interraciales como adolescentes que aceptan su homosexualidad, bisexualidad y transexualidad sin que se arme un escándalo. Las personas conservadores, como la infancia, se tapan los ojos y se creen que así la realidad que no les gusta desaparece. Y si la realidad que no les gusta está dentro de elles, pues la esconden también. Yo me siento muy orgulloso de que esta sociedad no se tenga que tapar los ojos y sea capaz de mirar a toda la gente por igual, aceptando que cada quien sea lo que quiera ser. Cada persona es única. Nadie debería tener que esforzarse para encajar en el molde de nadie, ni siquiera en el de sus progenitores. Y como muestran estas series (además de lo que veo cada día en el instituto) nos vamos acercando a una sociedad de gente libre y desprejuiciada.
Normal que la ultraderecha y las religiones griten tan alto. Van perdiendo por goleada y están desesperadas por marcar algún gol. Aunque sea un pin parental que esconde lo que tantas películas, series, redes sociales, webs o escenas en el parque muestran sin vergüenza. Un gol que, aunque marquen, no les hará ganar el partido.
Un conocido (no votante de izquierdas), hablando de la serie Pose me decía el otro día que es normal que los hombres se sientan atraídos por las mujeres transexuales porque tienen cuerpo de mujer. Los hombres se sienten atraídos por las curvas, me dijo muy serio. Que te guste una mujer transexual no es cosa de maricones. En el mundo progre se diría que nos sentimos atraídes por personas, sean de la raza, religión, género o condición que estas sean. Las personas conservadoras ya van incluso encontrando su narrativa para no perder el tren de los tiempos: un hombre puede demostrar su masculinidad al sentirse atraído por otro hombre si este tiene curvas.
Esta narrativa es otro triunfo. Hasta las personas conservadoras justifican, desde su cosmovisión, lo que ya es imparable: que vamos hacia una sociedad donde seremos libres de ser y sentir lo que nos dé la gana.
Hasta que Dios nos mande una lluvia de azufre y fuego, claro.
(Y luego ya vemos…)