Autora: Saida García Casuso
Podríamos reunirnos hoy aquí para buscar y encontrar posibles culpables de la muerte de Ekai. Sería fácil. Hay tantos*.
Podríamos traer a esta plaza a la Unidad del Hospital de Cruces, explicarles que ningún protocolo puede vulnerar los derechos fundamentales de las personas, que aquellas con menos de 18 años merecen una especial protección y cuidado.
No nos costaría tampoco encontrar responsables en el sistema educativo. En esos libros de texto excluyentes, en esas lecciones de biología adoctrinada por el cisexismo. Podríamos buscar a quienes no hicieron suficiente. Quienes dejaron pasar el tiempo sin hacer su trabajo. Porque es su trabajo. No es un favor, no es un capricho. Es su trabajo transmitir conocimientos verídicos, como es su trabajo educar en igualdad.
Podríamos, cómo no, acordarnos de las personas que están al frente de los gobiernos que obstaculizan el libre desarrollo de la infancia y la juventud trans. De las personas que están al frente de los partidos que convierten las vidas en imposibles, en invivibles. De quienes no creen en la despatologización porque en ello les va el chiringuito y el poder. Un poder ganado sobre cadáveres que nunca son los suyos. Cadáveres que ponen nuestras familias.
Y así podríamos seguir horas, traer a las productoras que emiten series de televisión tránsfobas, a quienes se empeñan en malgenerizar a las personas trans, a quienes se permiten el lujo de hacer preguntas incómodas y dañinas.
Podríamos hacer una enorme hoguera en esta plaza y sacarnos la rabia. Porque tenemos mucha, casi tanta o más que dolor.
Pero hoy no lo vamos a hacer. Hoy no. Eso vendrá después.
Vendrá cuando hayamos llorado juntes a Ekai, que era un artista impresionante. A Ekai, en sus 16 años. A Ekai, con esos cortes de pelo tan estupendos. A Ekai. Porque es él quien nos une hoy en esta plaza y nadie va a estar por encima del dolor que nos produce perderle.
Después, el dolor se mitigará por el tiempo. Y será después cuando podamos hacer justicia. Por Ekai. Por tantes otres. Para que no tengamos que reunirnos a llorar nunca más. #VuelaEkai, vuela.
* En esta ocasión elegimos usar el masculino genérico en alusión al sistema cisheteropatriarcal como responsable último de cuantas violaciones de los derechos fundamentales sufren diariamente las personas trans, especialmente, las menores de 18 años.