Autora: Ana Vanessa Pérez Araya
Una noche como hoy, hace dos años, comenzó nuestra nueva vida
Esa noche me dijiste con fuerza lo que ya rondaba por nuestras mentes, que eras una niña. Mi mayor miedo entre muchos era que no me lo dijeras, que nunca me contaras qué ocurría, que no fueras feliz. Salí de la cama en busca del cuento de Jazz que había comprado hacía meses y te lo leí para decirte, tranquila, cariño, lo que dices es posible, hay niñas como tú, mañana nos vamos de compras.
Vivimos tus enfados, tus llantos, tu timidez, tus momentos en el parque donde sólo observabas o donde interactuar con les niñes acababa en salidas del parque por tu ira contra el resto, tu vocecita. Descubrimos tu verdadero ser, tu luz, tu fuerza, tu valentía, tu alegría, te presentabas a cualquier niñe que vieras en la calle, tu no parar de hablar hasta dejarnos sin tino, tu sonrisa, tus ganas de vivir. Ahora sé que ser une misme es el mejor camino hacia la felicidad, y sé que eso quiero de ti, que seas tú misma siempre.
Por fin esa noche, reveladora, supimos cuál era la dirección, fue como ir años por una carretera de noche, sin luna y sin luz y en cuestión de minutos toda esa oscuridad desapareció, fue como poner la luz larga y respirar bien hondo. Conocimos la dirección y ya no había quien nos parara, ni nuestros miedos ni prejuicios y menos los del mundo.
Han sido dos años intensos, de colores, de gente maravillosa que hemos encontrado en el camino, de superar obstáculos, de lucha, de crecimiento personal, de cuestionarnos mucho y reconocer lo realmente importante en cada situación, de pensar cuántas vivencias y conocimientos (de los buenos, de esos vitales) nos quedarán por aprender, cuántas ventanas por abrir… Gracias, Lois, nos has dado una experiencia de vida maravillosa.
Si pudiera llegar a alguna familia que sienta miedo, que esté perdida en la oscuridad, no puedo más que recomendar dar el paso y acompañar. Como dicen las más veteranas de la asociación, «las familias solamente tenemos una decisión que tomar y, por suerte, no es si nuestres hijes son o no son trans. La decisión que debemos tomar es acompañar o no hacerlo. Las consecuencias de no hacerlo son de sobra conocidas.» Acompañarles es nuestra responsabilidad, el mejor y, diría yo, único camino para toda la familia. Pero sobre todo para nuestre hije trans, cuyo respeto y protección debe ser siempre nuestra prioridad…
Les deseo dulces sueños, tan lindos como los que debió de tener Lois por primera vez una noche como esta, sabiendo que al día siguiente toda nuestra vida se transformaría.