Entrevista a la escritora, directora y protagonista, Isabel Sandoval, por la elaboración de su tercera película, que representa la inmigración y las experiencias trans en la pantalla, y también representa lo que no se dice.
Fuente (traducida y editada): ELLE | Kit Stone | 27 DE AGOSTO DE 2020
Isabel Sandoval regresa triunfante con Lingua Franca, un drama frágil que arde con una intensidad subestimada. Como escritora, directora y estrella, Sandoval presenta la crónica sincera de ser una mujer inmigrante, racializada y trans que vive bajo la administración Trump.
Ambientada en Brighton Beach, Brooklyn, cuenta la historia de Olivia (Sandoval), una mujer trans filipina indocumentada que intenta obtener su tarjeta de residencia. Ella acepta un trabajo como cuidadora interna de Olga (Lynn Cohen), una anciana rusa que vive con demencia. Las cosas se complican cuando el nieto mayor de Olga, Alex (Eamon Farren), se muda y se desarrollan sentimientos románticos entre él y Olivia.
Su primera película después de su tránsito social, Sandoval comparte una conexión con su personaje que se traduce en una interpretación auténtica e impresionante. Detrás de la cámara, Sandoval se deleita con mostrar más de lo que se dice, y mientras que otras películas que centran la experiencia trans y tienden a enfocarse en el tránsito en sí, Lingua Franca comienza donde terminan las demás, dirigiendo la atención a un personaje que abraza la vida y el ritual.
Ahora que la película llega a Netflix, Sandoval nos cuenta a ELLE.com cómo conseguir el tono perfecto, cómo combatir la masculinidad tóxica y dónde se ubica la película en la cultura actual.
La película es tranquila, paciente. Es casi como si pudiera sentir la necesidad de Olivia de tener más tiempo para resolver rápidamente su estado migratorio. ¿Cuál fue tu inspiración para el ritmo de la película?
Mi sensibilidad está influenciada por el cine lento, que abarca un espectro de cine lánguido e inmersivo de ciertes directores de Europa y Asia. Eso no significa que no pase nada en la película. La serenidad de la superficie oculta las tensiones que se agitan debajo. El verdadero drama de Lingua Franca es subterráneo. Es interior y psicológico, específicamente entre Olivia y Alex, que el ritmo tenue pone en primer plano. Lingua franca es un drama interno. Alex y Olivia son personajes introvertidos y reservados. Pasan la película procesando sus propias emociones y superando un sentido de vergüenza o culpa suficiente como para comenzar a articular estos sentimientos. Aunque “lingua franca” significa “lengua puente” —el inglés sería la lengua franca para diferentes inmigrantes en Estados Unidos—, lo más esencial de la película es lo que no se dice ni se articula. La película revela mucho más en los silencios y pausas intermedias.
Esta es tu tercera película, pero tu primera post-tránsito. ¿Te sentiste particularmente vulnerable interpretando a este personaje?
Si bien no es autobiográfico, Lingua Franca es un trabajo muy personal. Los sombreros que usé para hacer la película (escritora, directora, actora, productora y editora) fueron roles creativos clave que me permitieron traducir mi visión del guión a la pantalla sin comprometerme personalmente. Es una expresión pura y auténtica de mi arte, pero puedo distanciarme emocionalmente de Olivia. Por un lado, la vulnerabilidad proviene del miedo de una artista a la Crítica cinematográfica y al público que rechaza mi trabajo, pero eso es abstracto y egoísta. Sin embargo, como cineasta minoritaria que he realizado una película tan temáticamente incendiaria como Lingua Franca, me he sentido vulnerable de un modo más sustantivo y político. Mi película anterior, Apparition, estuvo ambientada en la Ley Marcial de las Filipinas en los años 70 y tocó el secuestro y desaparición de activistas crítiques del entonces dictador Marcos. Estaba escribiendo Lingua Franca cuando Trump fue elegido y Estados Unidos pareció desviarse hacia el autoritarismo. De hecho, consideré dejar de lado Lingua Franca, pero mis productores me convencieron de seguir adelante. Tenían razón: si existía algún momento para hacer esta película, ese momento es ahora.
En la película, Olga está perdiendo su identidad debido a la demencia. ¿Cómo se relaciona esto con la búsqueda de identidad entre los otros personajes de la película?
Junto a la pérdida de identidad, otro tema clave es el desplazamiento. Olivia y Olga son personajes espejo, ambas son mujeres son inmigrantes que emigraron a los Estados Unidos, aunque de diferentes generaciones. El desplazamiento de Olivia es más urgente y obvio: está políticamente en el limbo, una inmigrante sin papeles a quien rodean les agentes de ICE. Tan dueña de sí misma como es, tiene que navegar por un sistema político que amenaza con negar su propia existencia debido a un pedazo de papel que no tiene. Mientras tanto, el desplazamiento de Olga es más psicológico a medida que su sentido de sí misma y su memoria se desvanecen. Por otro lado, el movimiento de Alex está en desaprender modos de pensamiento y comportamiento de su educación machista y su privilegio patriarcal. Se encuentra cuestionando su valor en la vida a la luz de su creciente vínculo emocional con Olivia.
La reacción de Alex a Olivia como mujer trans le dio espacio para explorar sus sentimientos de una manera no violenta. ¿Cómo espera que esto se traduzca en el público?
La violencia física se ha convertido en un tropo vago en las películas sobre mujeres trans, especialmente mujeres trans racializadas que se involucran íntimamente con hombres cisexuales. No es casualidad que estas películas, que también sensacionalizan o exotizan la experiencia trans, tienden a estar dirigidas por hombres cis. Las personas trans merecen y tienen relaciones románticas satisfactorias, como lo hace Trixie, la amiga de Olivia, en la película, y más películas y series de televisión deberían celebrar eso. No obstante, la violencia en las relaciones románticas no siempre es física. La violencia emocional y psicológica, como el gaslighting, puede ser más dañina e insidiosa porque es invisible. Ocurre entre dos personas donde hay un gran desequilibrio de poder, y una mujer trans indocumentada como Olivia es un objetivo particularmente vulnerable.
Alex es en gran medida un producto de su entorno: una educación rusa conservadora donde hay misoginia y transfobia. Está ansioso porque su masculinidad se ve amenazada por enamorarse de una mujer que luego descubre que es trans. La raíz del impulso a la violencia, física o de otro tipo, es sistémica y cultural. Los hombres no están socializados para interactuar con, y mucho menos expresar, sus emociones, por lo que Alex no puede procesar que Olivia sea trans de manera madura y sensata. Como no conoce nada mejor, considera este descubrimiento como una traición y toma represalias contra Olivia explotando sus miedos más profundos como persona indocumentada y le hace gaslighting. No soy de las que pontifican, pero si hay algo en lo que quisiera que el público trabaje es en desmantelar la masculinidad tóxica, y cada hombre debería comenzar por sí mismo.
En la película, Olivia fantasea con Alex. Ella inicia el romance pero luego parece retroceder. ¿Por qué Olivia no sucumbe por completo a la relación?
Por un lado, Olivia se ve frenada tanto por el miedo al rechazo romántico como por un miedo mayor por su seguridad física y su vida cuando Alex descubra que es trans. Eso me ha pasado a mí y a muchas mujeres trans que han estado involucradas con hombres cis; gran parte de la película es autobiográfica. Sin embargo, en un nivel más profundo, Olivia puso un muro emocional a su alrededor porque de alguna manera está convencida de que no merece amor. Es un escudo para protegerse de enamorarse y ser lastimada, lo que lo hace más conmovedor y desgarrador. Nada de esto se explica en la película, y es probable que diferentes personas aporten su propia interpretación a la reticencia de Olivia. En última instancia, creo que la riqueza y complejidad de una película radica en su capacidad para adaptarse a una variedad de lecturas reflexivas e introspectivas.
«No proporciono respuestas fáciles a problemas sociales complicados … estoy haciendo preguntas reflexivas».
¿Cómo encaja la interseccionalidad de experiencias de Olivia, ser una mujer trans, racializada e inmigrante, con la cultura actual?
La interseccionalidad siempre ha estado ahí; la sociedad se está volviendo más consciente de ello. El espíritu de esta época finalmente está lidiando con el concepto de privilegio, particularmente con la falta de él, cuando se trata de género, raza y ciudadanía. La falta de derechos forma mi visión del mundo como artista. Todos los días soy consciente de que soy diferente, que soy la otredad. Esa conciencia encuentra su camino de manera orgánica en mi sensibilidad como cineasta y en las historias que cuento. La interseccionalidad de Olivia no es académica ni teórica. Se vive en ella. Por mucho que se involucren en experiencias universalmente humanas como enamorarse, los personajes de mis películas no existen en el vacío. No tienen el lujo de hacerlo. Prosperan en entornos sociopolíticos claramente definidos porque esos espacios no son de ellos.
¿Qué esperas que logre esta película?
En el guión, Lingua Franca suena como un drama de problemas sociales de libro de texto, por lo que se espera que sea enojada, militante y algo didáctica. Pero la película resulta sutil, delicada y matizada, sin miedo a provocar emociones que pueden ser ambivalentes o contradictorias. No proporciono respuestas fáciles a problemas sociales complicados, por muy tentador que sea, pero estoy planteando preguntas reflexivas. Quiero que la audiencia reflexione sobre temas como la inmigración y la experiencia trans de manera más profunda y crítica. Al final de la película, Olivia toma una decisión que parece contradictoria y poco práctica a la luz de su situación. Puede ser una mujer trans en busca de amor y puede ser una inmigrante en busca de papeles, pero es mucho más compleja y estratificada que la suma de estas partes. Su personalidad trasciende eso.