Autora: Saida García Casuso

La infancia y juventud trans existe porque resiste.

Resistimos.

Resistimos a la patologización, la invisibilización y la ignorancia de los gobiernos, las instituciones y las falsas eminencias.

Resistimos al sistema que excluye y limita las identidades.

Al discurso médico cisexista y patologizante, a la presunción de cisexualidad.

A la asignación precipitada de la identidad y sus consecuencias.

A un sistema educativo excluyente, dogmático que permanece hermético ante la realidad trans.

A leyes tránsfobas, patologizantes y excluyentes que bloquean derechos fundamentales.

A quienes utilizan falsos estudios y esgrimen sus titulaciones para ocultarnos, negarnos e invisibilizarnos.

Y existimos.

¡Vaya si existimos!

Somos la niña que entra con la cabeza bien alta a la consulta de su pediatra aunque la nombren en masculino.

Somos el compañero de deporte de tu hijo, ese que cruzó la meta entre las 3 primeras personas ante los ojos asombrados del resto de participantes.

Somos esa persona de la clase de tu hijo, a la que no sabes bien como nombrar, pero que ganó el premio de ciencias con su proyecto.

Somos la hija de tu compañero de oficina, el hijo de tu jefa, le hije de tu hermano, la novia de tu hijo o, incluso, ¡de tu hija!

Existimos en la clase de danza, de artes marciales, de música, en la academia de idiomas.

Existimos, aunque no existamos en tus libros, en tu ideario ni en tus expectativas.

Existimos aunque nos niegues el DNI, aunque intentes diagnosticar nuestras identidades, aunque pretendas ocultarnos, borrarnos y cargarnos de estigma.

Resistimos y existimos.

Y vamos a seguir haciéndolo. Contigo o sin tí.

Con tu oposición y tu maleficencia.

Con tus falsos diagnósticos y tus leyes excluyentes.

Con tu hipocresía y tus eufemismos, de alianzas siniestras.

Resistimos y existimos, aunque te ofusques y veas temblar todos tus privilegios cisexistas y esa careta profesional tuya que te reporta tantos beneficios.

Resistimos y existimos, y vamos a seguir haciéndolo.

No lo olvides.

No somos la otredad.