Esta mañana salía Kano, salía mi pequeño, hacia la escuela de artes, casi como todos los días, pero hoy es diferente.

Hoy sale sin desayunar, y en la mochila, junto a pinturas y apuntes, un Acuarius.

Hoy me quedo dos minutos mirando la puerta por la que ha salido, sintiendo además de un pellizco de preocupación, un profundo respeto por él.

Hoy, a sus 19 años inicia una huelga de hambre junto a decenas de personas por toda España para reclamar que la Ley Trans Estatal vaya de una vez al Congreso. Consciente de lo que hace porque ya son 19 años de espera a que el Estado le reconozca como quien es. Y digo bien, el Estado.

Porque todo su entorno hace al menos siete años que le reconoce y respeta, no sólo la familia y amistades, sino en todas partes, el barrio, el centro educativo, consultas medicas… Cambió hace años su nombre en el DNI, aunque tardamos más de la cuenta: no queríamos tener que admitir una supuesta patología psiquiátrica para pasar el trámite, y eso que sabíamos que en Burgos era relativamente fácil y rápido. Al final nos rendimos y pasamos por el aro, no podía seguir yendo indocumentado por la vida.

«Tranquilo cariño, en cuanto cumplas 18 cambiaremos la puñetera letra, tendrás tu M».

No contábamos con la rigidez de las leyes existentes, ni con la lentitud de las nuevas propuestas legislativas.

Ni con la transfobia de la endocrina nueva, que no entiende que mi hijo es quien decide sobre su cuerpo y no quiere hormonas. No quiere algunos de sus efectos secundarios, tampoco quiere esterilizar su cuerpo.

Y el precio a pagar por su determinación es grande. Para poder cambiar la mención registral relativa al sexo, debe llevar dos años de hormonacion.

Su endocrina no sólo decide negar su identidad a estas alturas, hablándonos en su consulta de «trans de verdad» y otres que según ella no lo son.

Para ella el camino debe ser diagnóstico psiquiátrico, hormonacion a chorro, esterilización y cirugía, por este orden y sin saltar ningún paso.

Hay muchas personas trans encantadas con ella, porque es el camino que decidieron seguir. Pero mi hijo vuelve ser un marciano entre la «norma», esta vez de las personas trans.

Sin un papel de esta «profesional» que lo autorice, no tiene derecho a la cirugia que demanda, pero lo más grave es que tampoco tiene derecho a cambiar esa maldita letra en su DNI. Necesita justificar por qué no se hormona, y debe ser su endocrina quien lo justifique, cosa que está lejos de hacer.

Se ha ganado con la tontería un nuevo diagnóstico y otra pastilla más que tomar, y no, no son hormonas…

Hace unos días, en la cena, nos dijo que incluso había valorado volver a hormonarse esos dos años para conseguirlo. Se me cayó el alma a los pies. También valoró que, aunque lo hiciese, esa sombra de duda le va a perseguir, no se fía, y es un despropósito, lo descartó, al rato volvía a sopesar los pros, y un rato después los contras…

No es justo joder!!!

Pero ahí va, con su pelo verde y su preciosa sonrisa, repasando porque tiene examen de literatura.

Y con una mochila cargada de determinación,
y un Acuarius.

No se si aguantará el hambre, no sé durante cuánto tiempo será necesario llevar a cabo esta huelga.

Hoy, aunque las circunstancias no me permiten acompañaros en esta iniciativa, en mi pensamiento y en mi alma estáis todes quienes habéis decidido llevarla a cabo. Sé que mi hijo cuenta con una gran familia de lucha, que no se va a conformar, que no se va a rendir.

Autodeterminación!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!

#HabraLeyTrans