Gahela Cari Contreras es la primera candidata trans indígena del Perú. Criada en una zona campesina de la región de Ica, esta joven de 27 años levanta la voz de un colectivo excluido en un país conservador. En diálogo con El Grito del Sur habla sobre sus propuestas de campaña, la situación de las disidencias y sentencia: «Para nosotras, el solo hecho de vivir, es un acto de resistencia y de lucha»
Fuente (editada): EL GRITO DEL SUR | dciembre 31, 2019
Una trenza larga cae sobre su hombro derecho. Sombrero negro y los labios pintados de un rojo intenso, rojo pasión, rojo lucha. En su pecho, sobre el costado derecho de su remera blanca, destaca el pin con el número 8, la posición que ocupa en la lista de la candidatura a la Cámara Baja del Congreso Nacional del Perú por la alianza de izquierda Juntos por el Perú. Gahela habla con firmeza, claridad y aplomo. Mujer trans, indígena y migrante, en ella conviven resistencias históricas en un Perú machista y conservador. Crecida en una casa de agricultores, con una madre campesina y un padre dirigente sindical, Gahela fue alcaldesa en su colegio secundario y dirigente universitaria. Fue allí, mientras estudiaba Derecho y Ciencia Política, cuando empezó su transición y fue expulsada de su casa. «El feminismo me salvó la vida», explica. «Me cuidaron y me formaron políticamente. Me dieron el empuje necesario para militar».
¿Cómo es la situación de las disidencias y la diversidad en el Perú?
La diversidad sexual y las disidencias vivimos en un mundo paralelo, vivimos en cualquier cosa menos en democracia. Se nos arrebatan derechos fundamentales y esto nos empuja a situaciones de marginalidad o precariedad. No es casualidad que la mayoría de nosotras fallezcamos antes de los 35 años o que acabemos con nuestra vida por la discriminación y violencia a las que somos expuestas y de la que el Estado no se hace cargo.
¿Qué sucede en términos de acceso a la educación y la salud?
Actualmente no existen mecanismos que aseguren la vida digna de las personas LGTBI, o que garanticen que puedan culminar sus estudios. Por eso, la deserción escolar es tan alta y creciente. Esto no es algo aislado sino que, para nosotras, es completamente difícil continuar con un proceso educativo cuando no estamos en las mismas condiciones que el resto. Tenemos que esquivar bullying y transodio y esto hace que perdamos el interés en estudiar o intentemos suicidarnos. En cuanto a la salud, existe un protocolo de atención para mujeres trans, pero el Estado no se preocupa por aplicarlo. Además, es bastante corto porque las personas trans no somos sólo mujeres trans, hay trans masculinos y femeninos, hay identidades no binarias. El protocolo debería ampliarse y ejecutarse.
Este es el año con mayor número de femicidios en Perú. ¿Qué sucede con los travesticidios?
El travesticidio está casi ausente dentro del debate político. Se habla de femicidios pero con una mirada bastante cisexual: este año llevamos más de 170 casos, que son los que llegan a la luz, pero esas cifras no contemplan los transfemicidios. De todas maneras, más allá de cómo se nos mata, ahorcándonos o a los golpes, hay otras formas en las que se nos asesina lentamente, con hambre, con precariedad: una muerte lenta a la que nos condenan.
¿Cuál es la importancia de que en las listas haya una candidata trans?
Mi cuerpo y mi existencia son políticas. El simple hecho de postular es un desafío al sistema patriarcal y cisexual, pero también al sistema capitalista, extractivista, individualista, que busca que nos peleemos entre nosotras y que estemos distanciadas. Estamos aquí para luchar desde nuestros afectos, desde la alegría y el amor, por el mundo que queremos construir. Más que estar en el Congreso, soñamos con un mundo distinto, libre de discriminación, un mundo que esté al alcance de todas, todes y todos.
¿Qué sucede en tu situación, dGahela Cari Contreras es la primera candidata trans indígena del Perú. Criada en una zona campesina de la región de Ica, esta joven de 27 años levanta la voz de un colectivo excluido en un país conservador. En diálogo con El…onde conviven la identidad de mujer trans e indígena?
La pregunta es buena, porque siempre que se dialoga con una persona trans se la aborda desde su identidad sexual, cuando en realidad sí, tenemos una diversidad sexual, pero también indígena, tenemos también una edad y nunca se nos aborda desde un enfoque que pueda entender nuestra interseccionalidad. Ésta atraviesa nuestras cuerpas y hace más rica nuestra existencia porque, para nosotras, el solo hecho de vivir es un acto de resistencia y de lucha. El simple hecho de ser una persona indígena en nuestro país es un tema complejo, ya que el Estado siempre le ha dado la espalda a las personas indígenas, decidiendo en perjuicio de su vida y sus necesidades, expulsándolas de sus territorios. Sin embargo, las personas indígenas hemos recibido mucha influencia evangélica y el discurso fundamentalista, de fanatismo religioso, ha logrado inmiscuirse en el discurso indígena y ha ocasionado que movimientos o dirigentes nieguen nuestra existencia. Nosotras no empezamos a existir hace 10 años. Hay pruebas concretas y evidencia que señala que las personas de la diversidad sexual hemos existido desde siempre: nos lo comprueban las moches de México, las fafafinas, pero también los huacos, acá en Chavín. En la cultura incaica, la diversidad podía vivir tranquilamente en comunidades indígenas. Pero hoy las personas antiderechos quieren imponer una historia de espalda a nosotras.
¿Cómo es la relación entre la comunidad trans y la prostitución?
Cuando yo estaba en la escuela, antes de mi proceso de transición, decía: «¿Cómo puede ser que haya gente que pueda entregar su cuerpo por unas monedas? ¿Por qué no se esfuerzan?». Yo vivía con los privilegios de ser un hombre, porque la gente me veía como un maricón, como gay, pero no como una persona trans. Tenía pareja, trabajo, una familia y no tenía carencias económicas. Al iniciar mi proceso de transición, fui con una falda a mi trabajo y mi jefe intentó violarme. Cuando abordamos el proceso, en vez de preguntarme si me sentía bien, me preguntaron por qué le había tirado un florero en la cabeza a la persona que intentó violarme. Cuando dije que no me sentía segura trabajando con él, me echaron. En ese entonces yo vivía con una constante voluntad de suicidarme, porque había leído que el proceso iba a ser duro, pero una cosa es leerlo y otra vivirlo. Y no es cierto que no nos esforcemos, pero los ambientes laborales son transfóbicos y nos terminan diciendo que el precio de ser mujer es morir lentamente. Durante todo este tiempo hubieron momentos en donde no comí por 4 o 5 días. Y, al mismo tiempo, había hombres que me ofrecían dinero por tener relaciones. El hecho de tener hambre y no tener herramientas para subsistir, me llevó a ejercer la prostitución. A mi no me da vergüenza decirlo, vergüenza le debería dar al Estado que nos empuja a eso. Ninguna de nosotras de niña soñó con ser prostituta: también soñamos con ser alcaldesas, doctoras, maestras, presidentas. Tener que consentir una violación por un plato de comida, fue uno de los momentos más difíciles de mi vida. Por eso, en las mujeres trans no podemos hablar de trabajo sexual, porque no tenemos la posibilidad de elegir entre varias oportunidades laborales. De todas maneras, personalmente no soy ni abolicionista ni regulacionista: voy a defender a las compañeras que estén ejerciendo la prostitución porque me encuentro en ellas y porque merecen protección.
¿Cuáles son tus propuestas para el Congreso?
Iniciamos nuestra campaña exigiendo al jurado electoral que reconociera mi identidad sexual, pero además que implementara un protocolo electoral para personas trans, para que cuando ejerzan el voto no sean expuestas a discriminación. Además, la bancada de mi partido (Nuevo Perú) presentó la Ley de Identidad de Género y el discurso lanzado por Verónika Mendoza en 2016 demuestra que la lucha de las mujeres no es algo que tenga que esperar. Hoy se habla de una reforma política y económica pero necesitamos una reforma de género, que sea capaz de poner sobre la mesa la problemática de raíz que atravesamos las mujeres, la diversidad sexual, la niñez y la familia. Esta reforma es un paraguas que engloba una serie de iniciativas legislativas de corto, mediano y largo alcance. La ley de Educación Sexual Integral, el cupo laboral trans y la despenalización del aborto en todas sus causales, son luchas por las que vamos a dejar la piel, a pesar de que nos han dicho que podemos perder votos, porque estamos convencidas que más allá del cálculo político, detrás hay vidas. Y estamos convencidas de defenderlas.