Publicamos un extracto del libro ‘Faltas. Cartas a todas las personas de mi pueblo que no me violaron’, una memoria trans de Cecilia Gentili, editado por Caja Negra y con prólogo de McKenzie Wark.
Fuente (editada): PIKARA MAGAZINE | Pikara Magazine | 17 JUL 2024
Algunas cosas nunca cambian. Todavía soy vaga. Todavía espero hasta el último momento para empezar a hacer algo y después me apuro para terminarlo. A veces me salen cosas brillantes pero a veces me salen cosas de mierda, en cuyo caso me las arreglo para que parezcan brillantes. Si me das espacio para hablarte, te voy a embaucar.
Pero escribir es diferente, Mami. Las cosas permanecen en el papel. Al escribir, no puedo corregir un error con la velocidad del habla: tengo que volver atrás y reordenarlo todo. Escribiendo esta carta para vos, tuve que volver atrás y revisar las cosas muchas veces.
Si estuvieras viva, y esta fuera una carta privada de verdad, las cosas serían más sencillas. No se la mostrarías a nadie, ¿no? Nadie más que vos la leería, y yo podría decir lo que quisiera sin ningún reparo. Pero no estás viva y la carta es pública. Así y todo, no borraré nada. Esta carta no está editada. Voy a expresar lo que tengo para decir y no voy a evitar ofenderte o herirte. ¡Nunca fue así entre nosotras! Siempre nos ofendimos y nos lastimamos mutuamente sin ninguna culpa.
¿Ves? Ahí mismo tenés un ejemplo. Mientras escribo esto, aunque sea verdad, oigo en mi mente las voces de todas las personas que te querían, preguntándome: ¿Cómo podés decir eso sobre Esme? ¿Cómo podés ensuciar la memoria de esa santa que se desvivió por vos y sufrió tanto para criarte? ¿Cómo podés tratar de destruir la reputación de una guerrera increíble, la mejor amiga que tuve?
Ellos te querían, y vos a ellos. Una parte de mí tiene ganas de decir que estaba celosa de ese amor, pero creo que siempre supe que tus amistades tan intensas y cerradas eran en realidad una forma de que yo tuviera más libertad.
Cada vez que te juntabas a tomar mate con Adelina, quería decir que yo iba a tener tiempo para coquetear con su hijo. En verdad él nunca me prestaba atención, ¡pero al menos yo lo intentaba! Cuando te pasabas el día horneando una de tus famosas tortas para alguno de tus amigos, yo tenía tiempo para estar con Juan Pablo, planeando nuestro escape de Gálvez.
Era un acuerdo tácito que compartíamos. Vos hacías lo tuyo y yo hacía lo mío, y cuando me necesitabas, estaba ahí. Y cuando yo te necesitaba, también estabas ahí. Cuando yo te necesitaba, era sobre todo porque me había vuelto a meter en problemas. Cuando vos me necesitabas, siempre era porque precisabas dinero.