Después de cien días como rectora de esta institución de educación superior, a cargo de nueve mil estudiantes, su modelo de gobierno está listo. Convertirá este campus en “un gran experimento de formación en sostenibilidad”.
Fuente (editada): El Espectador | Camila Taborda | 23/12/2019
“¡Hágale!”, eso fue lo que le dijeron a Brigitte Baptiste al proponer su modelo de gobierno basado en la sostenibilidad en la Universidad EAN (antes llamada Escuela de Administración de Negocios). Después de liderar durante una década el Instituto Humboldt, recorriendo el país, estudiando su biodiversidad y conociendo qué es Colombia, la bióloga aceptó convertirse en la rectora de esta institución de educación superior, en donde estudian de manera presencial y virtual 9.000 personas.
El Espectador conversó con Baptiste, quien acaba de cumplir cien días en su nuevo cargo y ya tiene una hoja de ruta para transformar esta universidad, a la que espera volver “un gran experimento de formación en sostenibilidad”.
La Universidad EAN surgió con la misión de formar emprendedores. ¿Cuál es la fórmula para mezclar el emprendimiento y la sostenibilidad?
La estamos inventando. Hay una serie de principios de la sostenibilidad que hay que aplicar en la formación de las personas y en la construcción de una universidad que dé ejemplo. No se trata solo de un brochazo verde sobre todas las cosas, sino de una propuesta que contiene ciencia, economía ambiental, ecología robusta, innovación, equidad, calidad y rentabilidad. Entonces debe tener un componente de eficiencia productiva y un aprovechamiento de nuestros propios recursos, del conocimiento local, de la diversidad en todo sentido. Pero todavía no somos una universidad que tiene un campus sostenible. Nosotres no separamos bien nuestras basuras, no sabemos muy bien cuál es nuestra huella de carbono ni si la estamos compensando o no con un bosque que tenemos en Guasca (Cundinamarca), en donde nuestres estudiantes siembran un árbol en primer semestre. Estamos trabajando para el próximo año poder decir que somos carbono neutrales. De hecho, en junio estrenaremos nuestro edificio Legacy, considerado un hito de arquitectura debido al uso eficiente de sus recursos.
Las nuevas generaciones traen consigo sus propias demandas educativas. ¿Cuál es el modelo de aprendizaje que implementará?
Es un modelo de aprendizaje concentrado en retos. Les estudiantes tendrán acceso a diversas fuentes de conocimiento y de práctica para resolver problemas concretos, que es lo que acaba de decir la Misión de Sabies. Una educación y una investigación orientadas a resolver problemas. Y eso también, digamos, disuelve esa dicotomía inútil entre ciencia básica y ciencia aplicada; necesitamos ciencia básica siempre y cuando ayude a responder a los problemas contemporáneos. ¿Cómo será? No sabemos, lo construiremos todo el próximo año con el profesorado, el alumnado antiguo y el que entre, las redes de talento que vamos a convocar con el fin de saber cuál es la universidad que necesita Colombia. Eso sí, será un laboratorio experimental, de manera que nos abriremos a lo que se llama “coworking”, y laboratorios de videojuegos, porque también jugando se ponen en práctica.
¿Cómo cree que se puede transformar la educación del país?
Dejando de lado los falsos universales, que son la idea de que existe un solo tipo de conocimiento, una sola forma de transmitirlo y de sistematizarlo y que todo el mundo tiene que tener las mismas habilidades y cualidades. Los currículos han sido tremendamente dogmáticos; por eso estamos revisando los pregrados, maestrías y doctorados que ofrecemos. Nos preguntamos hasta qué punto la universidad puede ser absolutamente personalizada y sabemos que requiere una convergencia de muchas capacidades. Docentes sensibles a esa condición, una infraestructura y una oferta de espacios para que no suceda lo que les pasó a muchas personas que llegaron con Ser Pilo Paga y que acabaron siendo discriminadas, porque no eran suficientemente iguales al resto del estudiantado. Y yo lo entiendo muy bien como una mujer trans que busca un reconocimiento a su condición particular, porque a mí no me pueden poner a hacer las mismas cosas ni a vivir de la misma manera que a todo el mundo, porque yo soy yo.
¿Cuál es su apuesta por esa diversidad dentro de la universidad?
Una de mis ideas es hacer una convocatoria de talentos para que aporten a esa construcción. No es una convocatoria de PhD, sino de talentos como sabedores indígenas dentro de la universidad, talentos jóvenes que no se han formado dentro de la academia clásica y tienen propuestas y modos de conocer distintos y personas que por sus condiciones consideren que pueden aportar, bien sea en la cátedra, en la formación de otras personas o en la construcción de la política de la EAN. Yo voy a abrir un programa de becas para mujeres trans. Eso lo lanzamos en enero del próximo año y uno de los eventos que inaugurará el edificio en 2020 es un simposio sobre oportunidades de emprendimiento para la comunidad LGBT. Además de seminarios permanentes sobre temas que tengan personas invitadas nacionales e internacionales.
En una entrevista para la revista “Cromos” dijo que “nuestra educación aún no considera que vivimos en Colombia”. ¿Cómo sería una educación consciente del país que habita?
La primera entrevista que me hicieron cuando entré al Instituto Humboldt fue de “El Espectador”, yo les dije no sabemos vivir en Colombia y así fue como lo titularon. Creo que sigue siendo vigente y en gran medida el malestar que estamos viendo en las calles con el paro nacional se debe a una ruptura entre modelos de hacer las cosas que no corresponden a nuestro país. En el Humboldt me dediqué mucho tiempo a tratar de mejorar el conocimiento básico sobre la biodiversidad colombiana. Respondimos qué es Colombia, cuáles son sus ecosistemas, cómo funcionan, quién es la gente que lo habita, cómo habitan el territorio. Pero la frustración siempre fue hacer llegar ese conocimiento a los colegios, convertirlo en material pedagógico, en formación de docentes y de capacidades. Eso es lo que me trajo aquí: el reto de construir una perspectiva crítica de lo que significa vivir en Colombia, con la historia que hemos vivido, qué significa hacer las cosas acá. No una perspectiva dogmática, ni de determinismos culturales o biológicos. Y ahí traigo el tema de la ecología para la sostenibilidad, que impartiré en seminarios dentro de la Universidad. Qué elementos de la biodiversidad pueden darnos luces para ubicarnos y crear, emprender.
Podría mencionar un ejemplo…
Yo creo que hay reflexiones muy valiosas que se concretan en conexión con el territorio. A manera personal, confío en que la infancia tiene que crecer con el verde colombiano, eso hace que nos identifiquemos, que apreciemos nuestro país y que encontremos oportunidades y formas de hacer las cosas a nuestra manera. Pero nosotres no vamos a llegarle a la infancia, así que, para las personas universitarias, las que recién ingresan, todas deberían tener un mínimo de recontextualización de qué es Colombia. Desde qué significa estar en uno de los países más biodiversos del mundo, donde tenemos culturas indígenas vigorosas, con ideas modernas también, unos conflictos en la ruralidad que están a la orden del día y que ojalá podamos participar en su resolución a partir de una cultura de paz.
La edad para ingresar a la universidad suele llegar muy rápido a la vida de la juventud y, a veces, la decisión de estudiar una carrera no se toma con base en el deseo sino en la necesidad. ¿Cómo prevenir esto desde la universidad?
Estamos pensando en un mecanismo para clarificar el futuro de las personas, ya que el título es un componente de un proyecto más amplio que incluye deporte, discusión política y arte, entre otros. La idea es que puedan acceder a un año de prueba dentro de la Universidad EAN, independientemente de si van a quedarse aquí o no.
¿Cómo pensar en una sostenibilidad futura para la juventud?
La Universidad va a desarrollar una estrategia para que el alumnado eanista, las empresas, puedan aportar a fondos de becas para quienes lo requieran, a calidad de la excelencia en las personas que lo necesiten. Pero esos programas son limitados, la filantropía en Colombia todavía no es un aspecto que sea suficientemente desarrollado. Sin embargo, la formación por retos que proponemos es uno de los mayores intereses de las empresas. Entonces, cómo hacemos para que la empresa se haga parte del proyecto educativo. Esa es una línea que estamos construyendo con la Asociación Nacional de Industriales (ANDI) y con la Federación Nacional de Comerciantes (Fenalco), entendiendo cuáles son sus necesidades.
Una de sus iniciativas es la escuela de diálogo, ¿de qué se trata?
Esta es una iniciativa que surge dentro del Consejo Superior de la Universidad, incluso antes del paro nacional. Porque necesitamos aprender a dialogar, fortalecer las habilidades blandas que deben tener todo el estudiantado y docentes para trabajar en colectivo y eso requiere formación, una construcción deliberada de esas capacidades comunicativas, como aprender a hablar bien, aprender a pararse en un escenario a expresar ideas y a escuchar las ideas de les demás. Esos saberes los enseñaban en la Grecia antigua y después todo se convirtió en mercadeo plano, sabiendo que son fundamentales para construir empatía. Esta será una electiva y también será curso por fuera del pénsum para las personas que lo quieran tomar.