Rachel Crandall, cofundadora de la Organización Transgénero Michigan y activista trans, impulsó esta iniciativa en 2009 frente a la necesidad de tomar conciencia y reflexionar sobre las condiciones de vida de las personas trans. ¿Qué pasa con las personas travestis y trans en medio de esta emergencia sanitaria?
Fuente (editada): LA IZQUIERDA DIARIO | 31 de marzo de 2020
Desalojos de las pensiones, atropello policial, falta de trabajo y la exigencia por el acceso a la salud integral son algunas de las denuncias que llegaron a La Izquierda Diario. En este día que se conmemora la visibilidad de la población travesti, trans y transexual, la realidad material dista mucho de los derechos conquistados en la última década en Argentina.
El Hotel Gondolín aloja a más de 50 personas travestis de manera diaria. “El ’Gondo’ nace de un grupo de chicas trans que se propuso contener, ayudar y ser de manera positiva un lugar agradable para las pibas que ya por el hecho de ser travesti sufren la mayor parte de sus vidas; «nos organizamos y comprometimos con la causa”, explica Zoe en una entrevista con La Izquierda Diario. “Necesitamos todo tipo de donaciones, colchas, comida, productos de limpieza”, agrega.
La semana pasada también llegó la denuncia de un desalojo en el barrio de Once a personas LGTBI por no poder pagar la pensión. “Mi nombre es Miguel Ojeda, tengo 20 años y hace un mes y medio que estoy en el hotel. Me vine de Chaco a probar suerte a Buenos Aires y ahora me agarró esta crisis acá”. “Soy Luciana Alarcón, soy de Corrientes, no podemos trabajar, no podemos comer. Si no nos apoyamos entre nosotres no sé qué va a ser de nuestra vida”, dice otra entrevistada.
Como informamos en La Izquierda Diario, “La irracionalidad capitalista lleva a que se deban hacer cuarentenas en lugares de hacinamiento, donde viven siete u ocho personas, personas menores y mayores todas juntas en una habitación, lo que se pueden convertir en potenciales focos infecciosos. Miles viven hacinadas en viviendas precarias o casillas de madera, cartón y nylon, sin agua, sin cloacas, tan lejano de las imágenes del #YoMeQuedoEnCasa que proyectan los medios masivos y personalidades políticas, de la cultura y el deporte desde las redes”. Esta es la realidad de la mayoría de las personas travestis y trans. Se hace necesario exigir la prohibición de desalojos para las familias que no puedan pagar el alquiler.
¿Datos duros?, te la debo
En nuestro país el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC) registró en la Primera encuesta sobre población trans 2012 que el 83% de las personas trans y travestis encuestadas habían sido víctimas de graves actos de violencia y discriminación policial. Ése fue el último informe público sobre esta población, ésas son las únicas cifras que se conocen. Incluso, muchas ni siquiera pueden acceder al subsidio que se otorga por $10 mil pesos, medida que dio el Gobierno para apalear esta situación pero que resulta insuficiente.
La realidad material de las personas travestis y transexuales no cambió mucho, aunque contemos con un gran avance democrático como fue la Ley de Identidad de Género. El aumento de la exclusión social, el crecimiento de la violencia por prejuicio por orientación e identidad sexual y expresión de género, configuran un panorama de violencia que hay que combatir. A esto se le suma la emergencia sanitaria que estamos atravesando. ¿Qué podemos hacer?
No hay información sobre cuál es la situación epidemiólogica en la que estamos, ni si alcanzarán las pruebas para todo lo que se necesita, algo que Nicolás del Caño pidió a través de un pedido de informes el 11 de marzo. En ese momento apenas empezaba a propagarse el virus en la Argentina. Nunca le respondieron por escrito.
Se vuelve urgente que se habiliten hoteles y hospedajes para que puedan alojarse todes les que no tengan vivienda, y que se implemente y cumpla el cupo laboral trans en todo el país. Así como también la aplicación de un subsidio que en el marco de la cuarentena permita subsistir a les millones de personas vulneradas por la precarización y discriminación laboral. La realidad es difícil, por eso hay que plantear una salida para que esta crisis no la paguen las mismas de siempre, porque nuestras vidas valen más que las ganancias de las empresas que se lucran con nuestra salud y de los buitres que saquean el país con la deuda.