Autora: Rosa Mª Ortega Espliego
Riley es una persona de 16 años. Supo explicar claramente quien es a los 11. Hasta ese momento, con unas palabras u otras, fue diciéndolo, explicando que no es ni un niño ni una niña. Creyendo que eso que sentía era incorrecto.
El día que descubrió que esto es ser una persona no binaria y que elles existen me dijo: «Mamá, que no soy un niño, pero tampoco soy una niña y hay más gente como yo. No estoy loque, somos personas no binarias».
Desde ese agosto en que mi hije «salió del armario», la felicidad volvió a iluminar su cara, una cara que se había ido entristeciendo a medida que crecía, ya que la sociedad se encargaba de decirle cada día que no encajaba. Hasta aquel verano, como si de una flor que se abre se tratara, renació para salir al mundo y decirle quién es.
Dejó de tener dolor de cabeza, de tripa; sus ojos dejaron de tener ojeras y esa mirada triste se lleno de alegría.
Hoy sigue sin encajar desde el punto de vista legal, ya que no hay una documentación en la que se refleje el genero no binario. Pero sabe que no esta sole, que hay mucha gente como elle, mayores y pequeñes. Tuvo que encontrar a otra persona para verse reflejade como si de un espejo se tratara. Y ahora elle sirve de referente para otres.
Cada día se visibiliza para ayudar a otres a encontrarse, para que las leyes les reconozcan y tengan los mismos derechos que todes.
El camino hasta aquí no ha sido fácil; cada día le leen mal, cada día la gente usa pronombres inadecuados, cada día se expone con una documentación que no le representa.
Pero aún así, cada día esa alegría y ganas de vivir llena mi casa, y eso me dice que lo mejor que puedo hacer como madre es acompañar, seguir aprendiendo y luchar por sus derechos, que también son derechos humanos.
Mi hije, a sus 16 años, ha luchado más por su persona que muches adultes. Y no se va a rendir. Ni yo me cansaré de estar a su lado, ya que esta lucha habla de su vida y de la de muches. Y de su derecho a existir.